“Estas canciones me salvaron. Ahora quiero que insuflen vida con los demás”
EntrevistasRubén Nasville

“Estas canciones me salvaron. Ahora quiero que insuflen vida con los demás”

Dave Blanco — 19-12-2025

El músico zaragozano Rubén Nasville presenta “Oxígeno”, su álbum debut en solitario. Ocho canciones que trazan un itinerario de superación desde la oscuridad hasta la luz, producidas por David Santisteban y con la colaboración de Litus. Un disco visceral donde el rock se convierte en el cauce de la esperanza.

Rubén, 'Oxígeno' ya está en la calle. Después de todo el proceso de creación, grabación y preparación del lanzamiento, ¿cómo te sientes ahora que la gente puede escucharlo?
Me siento ligero y vulnerable al mismo tiempo. Durante tanto tiempo este disco fue un refugio íntimo, un lugar al que solo yo tenía acceso, y ahora está ahí fuera respirando con otras personas. Es una sensación extraña: por un lado un descanso profundo, como si por fin hubiera soltado algo que llevaba demasiado tiempo reteniendo; por otro, un pequeño vértigo, porque compartir algo tan honesto siempre deja el corazón expuesto.
Pero, sobre todo, siento gratitud. Este disco me acompañó en un momento difícil y ahora me emociona pensar que pueda acompañar a alguien más. Es como si Oxígeno hubiera dejado de ser solo mío para convertirse en un lugar donde cualquiera puede detenerse un momento y respirar.

'Oxígeno' es un título rotundo. ¿En qué momento supiste que así debía llamarse el disco? ¿Fue la canción la que marcó el camino o el concepto el que dio forma a las canciones?
Oxígeno le dio el nombre al álbum porque fue el epicentro de todo. Cuando nació esa canción, entendí que ahí estaba el corazón del disco. Lo que decía, lo que sugería y lo que dejaba respirar… todo encajaba con lo que yo quería contar. Sentí que esa palabra —Oxígeno— resumía la historia emocional que estaba viviendo y que, de alguna manera, las demás canciones orbitaban alrededor de esa idea.
No fue un título buscado, sino encontrado. La canción llegó primero, con esa mezcla de fragilidad y luz, y me hizo ver con claridad qué estaba intentando decir. Por eso Oxígeno no solo es un tema: es el concepto que sostiene al álbum entero.”

Dices que "estas canciones me salvaron". Es una declaración muy potente. ¿Cuánto tiempo llevabas escribiendo este disco? ¿Fueron naciendo todas en el mismo periodo vital o hay temas de distintas épocas?
Cuando digo que estas canciones me salvaron no es una frase bonita, es literal. Llegaron en un momento en el que necesitaba entenderme, agarrarme a algo que fuera mío y que me ayudara a respirar de nuevo. No las escribí para demostrar nada a nadie. No buscaba encajar, ni impresionar, ni cumplir expectativas. Solo quería ser honesto conmigo y dejar que las canciones dijeran lo que tenían que decir.
No escribí el disco de golpe, Oxígeno se fue construyendo durante años, a medida que yo también iba cambiando. Hay temas que nacieron en plena tormenta, desde la duda y el miedo, y otros que aparecieron después, cuando empezaba a asomar la claridad. Por eso el álbum tiene esa sensación de viaje emocional.
En realidad, no pertenecen a una sola etapa, pero sí al mismo proceso: caer, entender, respirar y levantarse. Oxígeno es eso. No un gesto de fuerza, sino un acto de verdad.

Lanzas el disco en un momento en que el rock de autor nacional parece estar viviendo un renacimiento. ¿Cómo ves el panorama actual? ¿Sientes que hay espacio para propuestas honestas como la tuya?
Creo que estamos viviendo un momento muy bonito para el rock de autor. Hay una vuelta a la canción honesta, a los textos que cuentan algo de verdad, sin artificios. La gente está cansada de lo inmediato y empieza a buscar profundidad, historias que se queden un rato dentro. Y eso es una buena noticia para todos los que hacemos canciones desde un lugar sincero.
Yo sí creo que hay espacio para propuestas como la mía. De hecho, creo que la honestidad es lo único que realmente tiene espacio ahora mismo. No digo que sea fácil el ruido es enorme, pero cuando una canción nace de un sitio real, tarde o temprano encuentra a quien la necesita. Oxígeno viene de ahí: de no fingir, de no correr detrás de ninguna tendencia.

El disco traza un viaje desde "la duda y el miedo" hasta "la calma recobrada". ¿Fue consciente esa estructura narrativa desde el principio o se fue revelando durante el proceso de composición y producción?
Esa estructura no fue premeditada: se reveló sola. Las canciones fueron llegando en distintos momentos emocionales, algunas desde la duda y el miedo, y otras cuando empezaba a recuperar la calma. Yo no estaba pensando en una narrativa cuando las escribía, estaba intentando entenderme. Pero cuando las puse en orden, vi que formaban un recorrido muy claro, casi una respiración completa.
Ahí entendí que el disco contaba un viaje, mi viaje, sin que yo lo hubiera buscado de forma consciente.
Y esa revelación fue muy bonita, porque me confirmó que Oxígeno no era solo una colección de canciones, sino el mapa de un proceso.

Has trabajado con David Santisteban en la producción. ¿Cómo fue el encuentro con él? ¿Qué buscabas en un productor para este disco en concreto?
Con David Santisteban hubo conexión desde la primera conversación. Yo necesitaba un productor que no se quedara solo en el sonido, sino que entendiera el corazón del disco, su fragilidad, su luz, ese equilibrio entre intimidad y amplitud. Y David tiene algo muy especial, sabe escuchar lo que dices, lo que callas y lo que aún no sabes explicar.
Cuando trabajas con alguien cuyo trabajo admiras de verdad, ya partes con una energía distinta. Pero lo que terminó de convencerme no fue solo su talento, sino su humildad y su trato como persona. Esa combinación no se encuentra todos los días. Con él todo respiraba una energía muy bonita, muy limpia.
Y para un disco tan emocional como Oxígeno, eso era fundamental. Yo necesitaba sentirme cómodo, sentir que podía abrirme sin miedo, y con David eso salió solo. No hubo barreras. Pude soltarme y confiar, porque sabía que estaba poniendo las canciones en manos de alguien que no solo entendía lo que quería contar, sino que lo cuidaba.
En el fondo, lo que buscas en un productor es un cómplice. Y con David tuve la suerte de encontrar exactamente eso.

Hay un debate constante sobre si los artistas independientes deben aspirar a sonar "grandes" o mantener una estética más lo-fi. Tú has apostado por un sonido épico, mezclado por Luis del Toro. ¿Dónde te posicionas en ese debate?
Yo creo que el debate entre sonar ‘grande’ o sonar lo-fi es un debate que, en mi caso, no tenía mucho sentido.
Las canciones de Oxígeno pedían respirar a lo grande. No porque quisiera demostrar nada, sino porque la propia emoción que contenían necesitaba espacio, capas, aire. Un sonido más pequeño habría ahogado lo que querían decir.
Con Luis del Toro en la mezcla eso se entendió a la primera. Él supo darle a cada tema esa dimensión épica sin perder la intimidad y la garra sin convertirlo en algo grandilocuente porque sí. Para mí la clave está ahí, no se trata de sonar grande por sonar grande, sino de sonar como la historia te lo pide.
Así que, si tengo que posicionarme, te diría que estoy en el bando de la sinceridad. Si una canción te pide susurrar, susurras. Si te pide volar, la dejas volar. Oxígeno necesitaba amplitud para contar lo que contaba.

El disco se grabó entre Estudio Uno y Estudio Le Goliat en Madrid. ¿Cómo fueron esos días de grabación? ¿Algún momento que se te haya quedado especialmente grabado?
Fueron días muy intensos y muy bonitos. Grabar en Estudio Uno tiene algo casi ceremonial, entras y sientes que todo lo que digas allí dentro tiene que ser verdad. Es un espacio que impone, pero también te eleva. Le Goliat, en cambio, me ofreció una intimidad diferente, un lugar más cercano, mano a mano con David.
Más que un único momento, fueron varios. Cuando estás cantando un disco tan emocional como Oxígeno, intentas contar toda la verdad que llevas dentro. Y en ese intento, a veces la voz se quiebra un poco, no por tristeza, sino porque la sinceridad te atraviesa.
Hubo varias tomas en las que sentí eso, esa mezcla de fragilidad y alivio, como si al cantar estuviera soltando algo que llevaba mucho tiempo guardado.

'Fotos a contraluz' es el primer single y cuenta con videoclip. ¿Cuál fue tu nivel de implicación en el proceso creativo audiovisual? ¿Llegaste con una idea clara de lo que querías contar o confiaste en el equipo de dirección para interpretar la canción?
En lo audiovisual estoy muy implicado, es un terreno que disfruto muchísimo. Para mí no es un complemento, es otra forma de contar lo que la música no puede decir sola. En el caso de Fotos a contraluz, mi implicación fue total. Me encargué de las localizaciones, de la producción y del guion. Me encanta construir ese universo alrededor de la canción, traducirla a imágenes y darle un lenguaje propio.
Luego, por supuesto, el equipo profesional y humano que estuvo en el rodaje hizo magia. Fueron dos días intensos, de esos que te dejan agotado y feliz a la vez. Cuando tienes un equipo que entiende la emoción de la canción y la trata con cariño, todo fluye. Yo llegué con una idea clara, pero también dejé espacio para que el equipo aportara su mirada. Y creo que ese equilibrio fue lo que hizo que el videoclip funcionara tan bien.

En la era de TikTok y Spotify, donde se habla mucho de que las canciones son cada vez más cortas, tú entregas ocho temas que parecen necesitar su tiempo para respirar. ¿Es un acto consciente de resistencia o simplemente así salieron las canciones?
No lo veo como un acto de resistencia, la verdad. Simplemente estas canciones necesitaban su propio tiempo para respirar. No quise forzarlas para adaptarlas a una tendencia ni hacerlas más cortas por obligación. Cuando estás componiendo algo tan personal, la duración viene marcada por lo que la canción te pide, no por lo que el algoritmo recomienda.
En Oxígeno cada tema tiene su propio ritmo interior. Algunos necesitaban más espacio, más aire, más calma. Y yo no quería traicionar esa verdad solo para encajar en un formato. No fue una decisión rebelde, fue una decisión honesta.
Si algo tengo claro es que la música no debería correr más de lo que la emoción permite. Y en este caso, las canciones salieron así porque, sencillamente, así tenían que ser.

Vivimos en la era de la sobreproducción musical: se lanzan miles de canciones cada día. ¿Cómo consigue un artista independiente que su música llegue a quien realmente la necesita? ¿Confías en los algoritmos o crees más en el boca a boca?
Al final lo que intentamos es que la música llegue de la mejor manera posible. Claro que me gustaría que llegara más, que más gente pudiera escuchar las canciones y decidir luego si conectan o no. Muchas veces lo que más necesitamos los artistas independientes es simplemente visibilidad, que la gente se entere de que hay un disco nuevo, de que hay canciones que acaban de nacer y que están esperando oídos.
Con el tema de los algoritmos, la verdad es que no los controlo demasiado. Entiendo que son necesarios para que tu canción viaje más lejos, para que se coloque en sitios donde de otra forma no llegaría. Pero no es un terreno que yo domine ni algo en lo que base mi forma de crear.
Soy muy fan del boca a boca. De que alguien escuche una canción y, si le toca algo por dentro, se la recomiende a otra persona. Ese gesto humano me parece muchísimo más valioso. Creo que ahí está la auténtica fuerza de una canción: en ese viaje íntimo de oído a oído. A las plataformas les agradezco el alcance, pero la emoción real la mueve la gente.

'Volveremos a Madrid' habla de "la victoria íntima del amor sobre la duda", de reencontrarse transformados. Es una de las canciones más esperanzadoras del disco. ¿En qué momento del proceso creativo nació? ¿Fue de las primeras en llegar o necesitaste recorrer un camino para poder escribirla?
“Volveremos a Madrid” nació después de Oxígeno, cuando empecé a respirar mejor. No podría haberla escrito antes. Necesitaba atravesar todo el camino previo, limpiar dudas, reconciliarme conmigo y con lo que estaba viviendo. Fue una canción que llegó cuando la tormenta ya había pasado, cuando la calma empezaba a ser un territorio habitable.
Por eso tiene esa luz. Es una canción que habla de reencontrarse transformados, de volver a un lugar físico y emocional desde otro sitio, más sereno y más consciente. No fue de las primeras en aparecer, pero sí fue una de las que me confirmó que el disco tenía un final esperanzador. En cierto modo, representa ese momento en el que la vida vuelve a abrirse y entiendes que el amor, si se cuida, siempre gana su pequeña victoria íntima.

'Huracán' cierra el disco con la colaboración vocal de Litus. ¿Cómo nació esa colaboración? ¿Qué representa esta canción en el conjunto del álbum?
La colaboración con Litus surgió de un intercambio sencillo y natural. Durante un tiempo quise escribirle, pero tenía ese vértigo, esa vergüenza que te da cuando admiras a alguien y no sabes si dar el paso. Después de varios intentos fallidos, un día me animé de verdad… y él cogió el guante al instante. Fue todo muy natural y muy bonito, aunque el primer contacto fuera prácticamente virtual. Después ya nos fuimos a Madrid al estudio, grabamos juntos y el resultado fue extraordinario. Hubo una gran conexión. Litus entendió la emoción de Huracán desde el primer segundo y aportó una sensibilidad que elevó la canción a otro lugar. Fue de esos días de estudio en los que notas que algo especial está ocurriendo.
Huracán era una canción que no podía quedarse fuera del álbum. Por eso decidimos incluir las dos versiones: la mía en solitario y la que comparto con él. Cada una respira de una manera distinta, pero las dos forman parte del mismo cierre emocional del disco: ese momento en el que la tormenta ya no arrasa, sino que te recoloca por dentro.

Aragón tiene una escena musical potente pero a veces invisibilizada. ¿Cómo vives el hecho de ser un artista aragonés en el circuito nacional? ¿Es más difícil que te escuchen desde Zaragoza?
Aragón tiene una escena musical increíble y unos músicos de muchísimo nivel. Siempre lo he pensado y lo sigo pensando. Hay muchísimo talento y propuestas muy diversas.

Dicho esto, creo que ahora todos nos movemos a nivel nacional, seamos de donde seamos. Las canciones viajan por sí solas, y el origen ya no condiciona tanto como antes. Lo importante es la música y lo que pueda llegar a contar.

Las referencias que se mencionan van desde Dire Straits y Ray Charles hasta Kings of Leon, pasando por Leiva o Quique González. En un momento donde todo el mundo habla de "nichos" y "algoritmos", ¿crees que sigue teniendo sentido hacer rock sin apellidos?
Sí, creo que tiene todo el sentido. Al final, cada uno escribe desde lo que le emociona y desde lo que ha escuchado toda la vida. Mis referencias están ahí y forman parte de mi manera de entender la música.
No pienso en nichos ni en algoritmos cuando compongo. Pienso en la canción. Si lo que hago se llama rock, o rock de autor, o rock sin apellidos… eso lo decidirá quién lo escuche. Para mí lo importante es que la música sea transparente y tenga alma.
Así que sí, creo que sigue teniendo sentido hacer rock sin etiquetas. La emoción es lo que manda.

El disco sale tanto en digital como en vinilo. El vinilo vive un boom pero también hay quien dice que es puro postureo. ¿Qué significa para ti sacar tu música en este formato? ¿Es nostalgia, fetichismo o hay algo más?
Para mí sacar un formato físico, ya sea vinilo o CD, no tiene nada de postureo. En este caso hicimos el vinilo porque nos apetecía mostrar este disco en un formato más amplio, más cuidado, con un libreto de 12 páginas, fotografías inéditas y un vinilo splatter transparente. Queríamos crear un objeto pensado para románticos y románticas, que todavía quedan, y que disfrutan ese ritual de tocar, abrir, hojear, detenerse.
Y la prueba es que mucha gente ha comprado el vinilo sin tener tocadiscos. Eso para mí dice mucho. Habla de la necesidad de tener algo físico entre las manos, de palpar la historia detrás de las canciones, de encontrar un contenido que no va a aparecer en ninguna plataforma digital.
El vinilo, en este caso, no es nostalgia, es una forma de darle al disco un hogar físico y una experiencia distinta. Un espacio donde Oxígeno se puede vivir, no solo escuchar.

El streaming ha democratizado el acceso a la música pero también ha precarizado a los músicos. ¿Cómo vives esa contradicción? ¿Celebras que tu disco esté en todas las plataformas o te frustra el modelo de negocio?
Vivo esa contradicción como casi todos los músicos independientes, con alegría y con frustración a la vez. Me encanta que el disco esté en todas las plataformas, que cualquier persona pueda descubrir Oxígeno desde cualquier parte del mundo con solo un clic. Eso es algo que antes era impensable y, en ese sentido, el streaming ha democratizado muchísimo el acceso a la música.
Pero también es verdad que el modelo de negocio es muy complicado para los que estamos empezando o para quienes trabajamos de manera independiente. Las reproducciones no dan para vivir y eso es una realidad que todos conocemos. Ahí está la parte frustrante, saber que tu música puede viajar tan lejos y, a la vez, que económicamente es casi insostenible.
Aun así, prefiero quedarme con lo positivo. Me emociona saber que Oxígeno puede llegar a personas que nunca habría conocido de otra forma. Y luego ya buscaremos fórmulas, directos, vinilos, lo que venga para que el proyecto pueda mantenerse en pie.

Muchos artistas hablan de la crisis del directo, de los costes, de la dificultad para girar. ¿Cómo te planteas llevar 'Oxígeno' a los escenarios? ¿Es viable económicamente apostar por el directo en 2024?
Los costes han subido, y montar una gira para un artista independiente no es tan sencillo. Pero aun así, yo sí quiero llevar Oxígeno a los escenarios. Estas canciones nacieron muy desde dentro y creo que en directo pueden respirar de otra forma, más íntima y más real.
¿Es viable económicamente? Bueno… depende de cómo lo plantees. No es fácil, eso está claro, pero tampoco quiero renunciar a tocar. Prefiero ir paso a paso, elegir bien las salas, buscar un formato que tenga sentido y que sea sostenible, y trabajar con calma para que cada concierto sea especial.
No me obsesiona hacer una gran gira. Me interesa más hacer conciertos que tengan sentido, donde la gente vaya a escuchar y a vivir las canciones con tranquilidad. Si eso se puede sostener económicamente, perfecto, si no, ya buscaremos el formato adecuado. Mi idea es llevar Oxígeno al directo de una forma sincera, cuidada y realista. Sin prisa, pero con ganas.

Has vivido procesos de crowdfunding, de autogestión, de crear desde la independencia. Con la perspectiva que da la experiencia, ¿crees que el modelo de la industria musical funciona para artistas como tú o hay que reinventarlo constantemente?
En discos anteriores sí que trabajé con crowdfunding y la verdad es que nos fue muy bien. Nos ayudó muchísimo a poder financiar el disco y, sobre todo, a darnos cuenta de la comunidad que había detrás. Es algo que siempre me ha parecido asombroso: que la gente confíe en ti sin tener todavía un disco en las manos, que decida apoyarte antes incluso de que la música exista físicamente.
Ese gesto de pagar por adelantado, esperar, y luego recibir su copia o su camiseta habla de una complicidad muy especial. Te hace ver que no estás solo, que hay personas que creen en tu trabajo incluso antes de que tenga forma.
La autogestión y la independencia te exigen estar reinventándote constantemente, claro. El modelo de la industria no siempre está pensado para artistas que caminamos por libre, y muchas veces tienes que buscar tus propias fórmulas para sostener el proyecto. Pero también tiene algo muy bonito, esa libertad de decidir cómo quieres hacer las cosas. Es un camino más lento, sí, pero también más autentico.

Para terminar: si 'Oxígeno' es "el aire que faltaba", ¿qué esperas que la gente sienta cuando lo escuche por primera vez?
Ojalá que cada persona encuentre en Oxígeno lo que necesite. Que lo disfrute, que lo baile, que lo grite y que lo llore si hace falta. Que le sirva para parar un segundo y respirar un poco mejor.

Si este disco puede acompañar a alguien en la alegría, en la duda o en la calma entonces habrá cumplido su sentido. Ese es mi deseo, que cada escucha sea un pequeño aire que faltaba.

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