"Lo que tiene más sentido es sacarle el jugo al proceso"
EntrevistasRocío Márquez

"Lo que tiene más sentido es sacarle el jugo al proceso"

David Pérez — 21-10-2025
Fotografía — Archivo

Tras el formidable trabajo anterior que seguimos disfrutando, el expansivo y electrónico “Tercer cielo” (22) junto a Bronquio, Rocío Márquez reaparece a escena con una nueva mutación artística, el maravilloso e introspectivo “Himno vertical” (25), acompañada esta vez por el guitarrista de clásica y experimental Pedro Rojas Ogáyar.

Arte mayúsculo como ritual, vital y transformador, un dejar que te cale la energía dictada y así, atravesar la oscuridad para reencontrar la luz. Once pistas que rezuman mágica crudeza y minimalismo sanador.

“Es verdad que la energía de “Tercer Cielo” era más expansiva y que la de “Himno Vertical” es mucho más introspectiva, más minimalista… Responden a momentos de vida muy distintos, en uno que estábamos muy marcados por la pandemia, por la pospandemia y nos apetecía muchísimo compartir, fiesta, cuerpo, baile en multitud, festival… Y quizás en este momento, un latido constante que hay en este nuevo trabajo es el hecho de atravesar duelos, tanto Pedro estaba atravesando lo suyo, el de su padre, como yo lo mío. Eso creo que ha marcado muchísimo el carácter de la obra, esa conexión, esa presencia continua de la muerte y consecuentemente de la vida en ese ciclo infinito, ese círculo que también está representado en lo visual, en las letras de una manera quizás más vertical que circular, pero también está ese mismo sentido. Nace de ahí, es un homenaje, en mi caso fue a una persona muy querida que perdí hace un tiempo, Nuria, mi prima, pero sus padres y mis padres viven juntos, entonces nuestra relación era de hermanas. De hecho, “Himno vertical” ha salido el día de su cumple, es un trabajo que está cargado de simbología y de muchos recuerdos. Por ejemplo, el fandango que canto en el disco, lo aprendí de ella, bueno, de hecho ella es la persona con la que yo aprendí a cantar, ella cantaba superbién, y me enseñó mis primeros fandangos y mis primeras letras, entonces era una necesidad vital y artística, para mí era algo justo, que necesitaba”.

Exploración creativa y acompañamiento en busca de cura, vertebrando el disco con la idea de “dictado”, de aquello que le llega al artista, funcionando no como un demiurgo creador, sino como un vaso comunicante, como un canalizador por el que se expresa, se transmite el arte. “Cuando nos juntamos Pedro y yo, llevábamos ya tiempo diciendo, oye tenemos que juntarnos, o sea, porque nos teníamos en el radar, habíamos coincidido en algún proyecto, pero no llegamos a tocar juntos, sino que él estaba con otra vocalista y yo con otros músicos. Y el verano pasado se dio la situación y empezamos a quedar y, de repente, vino con una fuerza que, en la primera quedada, en las improvisaciones que tuvimos, fue tan fuerte como fluíamos que nos íbamos a interpretaciones de veintitantos minutos, de treinta minutos, una locura, a mí eso nunca me había pasado. Y en mes y pico ya teníamos definido el disco, o sea, como que vino solo, por eso también un poco la idea del dictado, la reflexión sobre la autoría, sobre ese Ser Superior que puede iluminarnos en los procesos creativos”.

“En el arte, lo que llega está por encima tuya, tú simplemente intentas estar disponible para dar lo mejor de ti”

Un fluir sin rumbo, sin metas prefijadas, dejando que el arte hablara y marcara el camino, ese andar sin buscarse, pero sabiendo que andaban para encontrarse: “Aunque los dos estábamos atravesando duelos, no hablamos ni dijimos vamos a hacer un trabajo sobre esto, de hecho, al principio había otras ideas sobre la mesa, por ejemplo, contemplamos un trabajo sobre Nanas a los hijos que no íbamos a tener… contemplamos varias ideas y trabajamos en distintas líneas, y al final lo que fue naciendo, más que desde lo conceptual, desde la propia experimentación fue este concepto de dictado, de canalización que, a su vez, después nos dimos cuenta de que, claro, y fue muy bonito, porque se fundía con la idea de conectar con lo invisible de ese Ser Superior, esa energía que trasciende a lo físico y a la muerte, entonces, al final es como que nos estaba llevando la propia obra para un sitio que, obviamente, tenía mucho que ver con nosotros en este momento y ahí fue cuando ya vimos que el círculo se completaba”.

Esa circularidad eterna de “Himno vertical” en la que la vida y la muerte se abrazan una y otra vez, en cierta forma recuerda y se hermana con otra obra maestra contemporánea, “Toda la vida, un día” (23) de Silvia Pérez Cruz. “Yo creo que, en el pensamiento colectivo, es donde suelen estar las ideas y, después, lo bonito es como, incluso entre contemporáneos y entre personas que hemos podido escuchar artistas similares y podemos tener referencias comunes, al final, cada uno desde su unicidad y desde su autenticidad, pues aporta matices y creo que al final de eso va un poquito el juego. De algún modo esto también enlaza con lo que hablamos antes, de no sentir que la obra nos pertenece, sino sentir que va más allá, que nosotros estamos en la disposición y que lo único es que quizá por el filtro que cada uno tiene, que a la vez creo que es lo que hay que acallar, pero es inevitable; entonces, a través de ese filtro se va a ir manifestando la obra, con unos matices u otros, y eso al final es lo que va a marcar los distintos colores. Pero el fondo, pienso que lo lógico es que esté cercano entre coetáneos, entre artistas que hemos vivido experiencias similares, que tenemos referencias parecidas”. Una, ojalá, futura colaboración entre dos voces y creadoras que están por encima del bien y el mal y que, desde aquí, le pedimos a los astros que, antes que tarde, unan sus caminos. “Yo siempre estoy receptiva y abierta, lo que la vida vaya mandando, estamos aquí para servirla. Tenemos mucha gente en común, Alex Sánchez, por ejemplo. Sin embargo, es verdad que, más allá de la admiración que siento por ella, nunca ha surgido lo de, oye, ¿nos juntamos y hacemos música? Ojalá, si se da en algún momento sería genial”.

Los surcos de “Himno vertical” siguen su curso y el arte “Arde” para volver a renacer por seguiriya, con explosión y enjambre de distorsiones final que dejan atrás las penas que antes afligían y que ya, si vuelven a ser, serán por elección. “Esa parte de la letra creo que marca mucho, porque es como transmutar, permitir que a través del grito, del llanto, del quejío se transmuten las emociones, y lo que antes ha oprimido, pues pueda llegar a liberarse y a convertirse en una nueva realidad”.

Una luz sanadora que van reconquistando, poco a poco, tras vivir la necesaria “Sombra” desde adentro, con una magnífica soleá y en el “Dictado 2 - Interludio” que le sigue: “Esa parte de la soleá, la que dice: “La sombra es un fruto que ha madurado a destiempo y al apretarla da el jugo de la luz que lleva dentro…”. Muchas veces es como que percibimos, asociamos algo negativo a esa sombra, cuando realmente lo negativo es instalarse en ella, pero no atravesarla, de hecho atravesarla es lo necesario para poder ponerle luz y convertirla en conciencia”.

Otra de las marcas de identidad del trabajo la encontramos en la cuidadísima poética de sus letras, a cargo de Rocío, con la colaboración de Carmen Camacho: “Sí, las firmo yo todas, con la corrección de Carmen, con su supervisión que para mí es un lujazo, porque la admiro tanto, la leo tanto y que, de repente, ella me pueda corregir y de algún modo enaltecer cualquier cosita que le pase, pues es un privilegio enorme. Y también es cierto que en estos textos se han filtrado muchas ideas y muchas formas del poemario de Roberto Juarroz, “Poesía vertical”, de hecho, por eso el título, “Himno vertical”, es un guiño. Yo me quedé prendá con este poemario, para mí ha sido como de esas lecturas que te cambian la vida y que se convierten un poco en libro de cabecera durante años. Y después hay cosas varias, porque a mí siempre me gusta como ir metiendo retales de un lado y de otro, por ejemplo, en el tango “Aire”: “Luego pesan pesares ya pasados, / y apunto pena a pena lentamente, / triste cuenta de llantos ya llorados, / que pagados, hoy pago nuevamente”. Ese fragmento, por ejemplo, es del Soneto n.º 30 de William Shakespeare. Luego en la guajira “Vuelo”, hay un par de guiños a Juan del Encina, a Friedrich Schiller… hay distintos nombres ahí”.

En la Cara B la luz se desborda a borbotones, desprendiendo verdad, desgarro y sentimiento en piezas maestras, como esa “Ausencia” que tenemos que sentir y sanar poco a poco, por malagueñas, tras esa pérdida irreparable que nos deja descalzos en la vida: “Sí, permitirnos sentir ese dolor que a veces está y hay que atravesarlo… y también en cierto modo, en esto de los duelos, también muestra el amor que hay, que sigue habiendo. Atravesarlo más, sí desde el dolor, no desde el sufrimiento… con ese carácter, que hablábamos antes, sanador. También esa sensación de apoyarte en los tuyos, en tu familia, en la gente que te quiere. En saber sostener la ausencia, que muchas veces, en la sociedad que estamos, es como muy fácil evadirte, con distracciones, entretenimientos o adicciones, pero para mí era muy importante intentar sostener todo lo que fuera capaz esa ausencia, ese abismo. Es decir, no solo hablar de la necesidad de permitirnos ese momento de conectar con el dolor, con la ausencia, con el abismo, sino también todo lo que eso nos puede aportar, regalar a nivel de profundidad… El otro día escuché a alguien, no recuerdo ahora a quién, hablando así de maestros, de personas iluminadas, y decía que, realmente, una persona más iluminada que otra, simplemente es que ha experimentado más y ha fallado más. Porque aprendemos así, de los errores, de las oscuridades y de los momentos de dificultad… Esto se puede extrapolar, el fallar que decía esta persona, a momentos duros, es decir, igual es que simplemente esa persona, pues se ha permitido atravesar ciertas zonas oscuras y ponerle luz”. Porque al final, la vida es eso, no solamente luz, sino también lo oscuro, los momentos malos. “Por eso me conecta esto mucho con una sensación de honestidad, de decir, bueno, vamos a pintar el cuadro completo. Si en otro momento de la vida lo que me está llegando son otros tonos, pues pintaré con esos tonos, que son los que me llegan en ese momento, pero como en este trabajo había llegado el cuadro tan completito, pues quería compartirlo”.

Magia que sigue esparciéndose por las pistas y Rocío salta de sus propias manos, como un colibrí sin nido que vuela libre hasta el tercer cielo y más allá, borrándose y creándose, un, de nuevo, parirse a sí misma, parirse a ellos mismos, una nueva Rocío y un nuevo Pedro, por guajira: “Pasó una cosa muy bonita, yo creo que esa letra es la que más ha tocado Carmen (Camacho), esa tiene mucho de ella, y hace muchos guiños preciosos a “Tercer cielo”, a ese “Ala rota”, a esa ave, a ese vuelo… Entonces, me parecía muy bonito porque era también como crear puentes con el trabajo anterior, que gracias a “Tercer cielo” también “Himno vertical” es “Himno vertical”, de ahí esa gratitud a la otra obra, a los otros compis. Por ejemplo, todo el tema del juego de voces, yo creo que toda esa parte más experimental de este nuevo trabajo, ha sido gracias a dos cosas: por un lado, a mi tesis de “Técnica vocal en el flamenco”, que me abrió mucho la cabeza y me aportó mucha información; y después, por otro lado, al trabajo con Santi (Bronquio), como él juega muchísimo con mi voz, la manipula, la filtra, la loopea y hace lo que considera, en el mejor sentido, eso a mí me muestra colores que, por mí misma, hasta el momento no había usado; entonces, eso hace que después yo quiera buscarlos por mi cuenta. Por ejemplo, en el directo de “Tercer cielo”, un juego que tenemos es como que se desdibuje la frontera de qué es lo que la hace él y que es lo que hago yo; hay cosas que un poco el juego es ese, que no se sepa bien cuando está accionando él desde la máquina o cuando, a lo mejor, estoy yo haciendo una repetición con mi propia voz o intentando buscar otro matiz en el color. Todas esas experiencias de directos, se han expandido en este trabajo por todo el tema de recursos vocales y de ahí sale esta vertiente más experimental, muy basada en esas dos experiencias anteriores”. Y si en la obra, desde el principio, los rayos de sol siempre encuentran recovecos y grietas para ir abriéndose paso y ganando cada vez más presencia, es en la recta final donde dejan la sombra vencida, con esos “Aires” por tangos como otra cumbre cegadora: “Una idea que teníamos, tanto Pedro como yo, es que queríamos que el final fuera muy luminoso, que tuviéramos que atravesar lo que tuviéramos que atravesar, pero que, tanto nosotros mismos como el público, como el oyente de la grabación, tuviera esa sensación un poco de decir, ah, vale, es que atravesando la oscuridad, después se conquista la luz”

Los tres puntos suspensivos se acercan por bulerías, con esas flechas arrepentidas que remarcan que el “Destino” está en el vuelo y no trae cuenta clavarse. Un disfrutar del proceso creativo, del camino hasta la siguiente mutación, hasta el siguiente renacer: “Normalmente, le damos mucha importancia al resultado, ponemos la visión en un montón de expectativas y nos perdemos al final el camino, que es dónde está el aprendizaje y dónde puede estar la gracia de la película, porque lo otro a lo mejor te da un subidón en el momento que logras algo, pero al final eso tiene las horas contadas, esa sensación te dura poco. Lo que tiene más sentido es sacarle el jugo al proceso, y eso como forma de vida, más allá del arte”.

Camino transformador, eterno retorno y latido circular de la obra que nos lleva del “Finale” al principio: “Volvemos a ese dictado, a ese Ser, a esa energía que está por encima nuestra… Un poco no creernos tan importantes, no creernos el centro de todo, y que en este caso, en el arte, lo que llega está por encima tuya, tú simplemente intentas estar disponible para dar lo mejor de ti”.

 

 

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