"El oficio de músico es un ejercicio constante de resistencia"
Entrevistas / Quique González

"El oficio de músico es un ejercicio constante de resistencia"

Bruno Corrales — 18-10-2019
Fotografía — Juan Pérez Fajardo

No estamos ante un disco más de Quique González. En gran estado de forma tras convencer con uno de sus mejores discos y giras, llegaba el momento de embarcarse en un proyecto distinto, ambicioso y deseado desde hace años. El músico madrileño sorprende con un vuelco a su dinámica habitual en “Las palabras vividas” (Cultura Rock/Varsovia!!!, 19), un disco cuyas letras escribe exclusiva e íntegramente el poeta granadino Luis García Montero, y al que conviene enfrentarse con predisposición y calma. Hablamos con él sobre las peculiaridades de esta aventura conjunta.

¿Había llegado el momento de hacer algo diferente?
La verdad es que sí. Ya el hecho de trabajar con un material que no era el mío, en este caso las letras de Luis (García Montero), es algo que te empuja y te pone más fácil el buscar otros caminos, porque lo condiciona mucho. Sí que me apetecía probar algo diferente, distintos sonidos y distinto formato de canción. Aunque haya nexos de unión con otras cosas que he hecho sí que creo que el paisaje sonoro es diferente.

Después de la larga y exitosa gira que conllevó la publicación de “Me mata si me necesitas” (16), ¿existía algo de agotamiento? ¿El carácter y la intención de este nuevo disco es consecuencia de aquello?
Los tres discos anteriores, cuatro contando el directo que hicimos en el Mad Cool, fueron años de mucho trabajo, muy seguido. Me apetecía no sé si llamarlo levantar el pie del acelerador pero sí estar en otros sitios. Esta gira que vamos a hacer es en teatros. Me encanta tocar en este tipo de sitios y sobre todo con este tipo de repertorio. En los teatros las canciones todavía siguen siendo lo más importante, cosa que lamentablemente no sucede en muchos de los festivales en los hemos estado, donde se difumina la música. Creo que todavía hay un público para el que lo más importante es la música y tener un sitio donde sentarse y vivir la experiencia de una forma más íntima. También es muy agradecido para el que está encima del escenario. He tocado en muchos teatros pero no había hecho una gira exclusivamente de teatros como ésta desde hace muchísimo tiempo.

Es algo que pide el disco.
El disco tiene mucho espacio y silencio, es bastante minimalista. Muy crudo y acústico también. Hay un poco de guitarra eléctrica y de batería, pero casi como colores, no son tan importantes como en los últimos discos. En este disco todo es contrabajo, hay mucha madera, mucha guitarra acústica, violín, trompeta, mandolina italiana… Creo que esto también se escucha y se disfruta mejor en un teatro.

Vamos un poco atrás en el tiempo, al momento en el que conociste a Luis García Montero. ¿Qué es lo que te atrajo de su obra y cuál crees que es la conexión que existe entre vosotros?
Es como cuando lees algo de alguien y piensas que tiene que ver contigo, o que lo está escribiendo para ti. He aprendido mucho leyendo a Luis y creo que ha sido una influencia clarísima a la hora de escribir mis propias canciones y de crear mis imágenes. De hablar de las cosas que me importan.

Luis García Montero ofrece una poesía a pie de calle con la que uno puede sentirse identificado. ¿Crees que existe un paralelismo con lo que es tu música para tus seguidores?
Bueno, es que sería como reducir los seguidores a un espectro de gente y eso siempre es peligroso, pero sí que es cierto que este disco habla de la pedagogía del suburbio. De lo importante que es la educación y de lo que condiciona tu futuro. Para mí eso es importantísimo, es algo de lo que Luis ha hablado muchas veces. Del sentido de colectividad, lo social, el nosotros más que el yo, aunque exista una intimidad en su poesía y también en mis canciones.

Tiene además ese punto de accesibilidad, de hacer por evitar convertir la poesía en algo elitista.
Sí, no creo que Luis sea elitista. Uno de sus grandes logros es que es un tipo de sesenta años que sigue conectando de una forma brutal con los jóvenes poetas, que le siguen teniendo como una referencia absoluta. Las imágenes del disco no tienen un lenguaje rebuscado, no hay piruetas estilísticas. Bajo mi punto de vista, tiene una pátina de sencillez y una simbología que creo que puede entender todo el mundo. Como dice un amigo, la poesía nunca debería buscar el aplauso fácil.

¿Cómo ha sido el proceso exactamente? Él escribía las letras y tú componías las canciones pero, ¿existió algún tipo de conversación o negociación previa?
No, no tuvimos conversación previa respecto al aire del disco, ni sobre los temas a tratar. La intención fue simplemente hacer unas canciones juntos. Y Luis, en otra muestra de generosidad absoluta, se propuso escribir pensando también en mi forma de escribir, en el mundo y en las imágenes de las que hablo en mis propias canciones. Mi trabajo era hacer un traje musical, crear un ambiente sonoro que no distrajera a nadie de lo que él estaba contando. Que no llamara mucho la atención. Que acompañara y que ayudara como ayuda la música a entender ciertas cosas. Y a mí me interesaba mucho la idea de que no sonora a poema musicado. Luis ha escrito canciones como género poético, pensando que iban a ser musicadas aunque él no supiese cómo era la música con la se iban a vestir.

"Ha habido máximo respeto por ambas partes, por el trabajo que estaba haciendo el otro"

¿Crees que los poemas musicados tienen algunas características comunes, algunos vicios?
A veces acaban siendo como un Frankenstein, un monstruo de dos cabezas. Cuando coges un libro de poemas y tienes la intención de musicarlo (aunque por supuesto hay muchos ejemplos buenos), tienes que adaptarte a la libertad que tienen los poemas. Y ahí existe un afán de protagonismo de los músicos, que acaban haciendo algo que distrae de lo que se está contando en realidad. Yo quería hacer algo que acompañara, que fuera muy discreto, muy orgánico y muy crudo. Para mí era importante que incluso parecieran canciones mías. Si se las enseñaba a amigos y les parecían mías era un indicador de que íbamos por el buen camino.

No hubo reunión previa pero, ¿tampoco un trabajo posterior conjunto, cuando las canciones iban cogiendo forma?
No, yo no le he pedido a Luis “oye, necesitaríamos un estribillo para esta canción”, o “me haría falta un puente aquí, que esta estrofa fuera un poquito más larga”. Para mí uno de los dogmas era no cambiar nada. Luego, involuntariamente, he cambiado dos o tres cosas pero ha sido porque la memoria las ha cambiado y al grabarlas las he cantado sin leer la letra. De llevar casi tres o cuatro años tocándolas yo solo van cambiando involuntariamente. No son cosas sustanciales, un “de” o simplemente una letra, aunque luego por supuesto las he incluido en el libreto tal y como Luis me las envió. Me daba un poco de vergüenza pero me alivió diciéndome que la memoria siempre mejora a la poesía.

¿Cómo se trabaja con alguien a quien admiras? Entiendo por otro lado que de no existir un trabajo realmente conjunto, mano a mano en el espacio tiempo, tampoco ha podido darse algún posible conflicto.
Ha habido máximo respeto por ambas partes, por el trabajo que estaba haciendo el otro. Algunas canciones no han llegado a fructificar porque igual estaban en un ambiente un poco distinto al que tenían otras. Había una que casi parecía una copla de Carlos Cano, con música de César Pop, que se quedó fuera porque yo no me veía cantando en ese estilo. Es un estilo que admiro desde fuera pero no forma parte de mi educación musical, no me veía con la capacidad de cantarlas sin que se desvirtuara la historia y el espíritu de la canción. Espero que no le haya supuesto ningún conflicto a Luis. En todo caso, ya digo que es increíblemente generoso y dudo que me lo hiciera saber.

Lo que dices va en la línea de lo que comentabas antes, evitar ante todo que el resultado final sonara impostado.
Esa era para mí la clave, que tuviera conexiones con otras cosas que he hecho pero que fuera distinto, y también que los sonidos no se acercaran tanto a lo anglosajón, a lo yankee, y un poco más a lo mediterráneo. De ahí la mandolina italiana y este tipo de instrumentos.

Además de César Pop, han trabajado en el disco músicos como Toni Brunet o Diego Galaz. Supongo que ha sido un proceso bonito, el hecho de construir las canciones con ellos y poder añadir este tipo de instrumentación.
Superbonito, Sí. No he nombrado a la guitarra española, igual había metido una en todos mis discos anteriores y en éste hay unas cuantas que ha tocado Brunet. El poder contar con estos pedazo de musicazos tan bestias, que tienen dentro otra música que yo no tengo, ha hecho que el disco se acercara a algo más nuestro, más de aquí. Europeo, mediterráneo, español, no sé cómo llamarlo, más que algo con influencia norteamericana.

Es un disco muy reposado, otoñal. ¿Piensas en cómo puede ser su acogida? Sobre todo por parte de los que tengan como referencia anteriores trabajos. Porque es un disco que pide tiempo en una época de consumo ansioso, y en cierto modo supone un riesgo.
Sí pero, bueno, a mí me gusta el riesgo en los conciertos y en los discos. Que haya algo un poco distinto que no hayas hecho. Igual este es un cambio un poco más radical respecto a otras cosas que he hecho pero al final son canciones. Sí que es cierto que en esta cultura de lo inmediato, en la que la gente no escucha un disco entero no encaja mucho, pero yo sigo confiando en los discos de diez canciones y en el disco como concepto. A veces, para entender bien una canción te ayuda escuchar el resto. Y no me da miedo, lo he hecho de corazón y como he querido. Respetando al máximo la figura de Luis y de su obra. Para mí el riesgo es casi obligatorio. Si no, sería un poco aburrido.

No forma parte de tus ambiciones gustar por gustar, de una manera digamos facilona.
Claro, no. La gente que busque una canción como “Charo” en el disco no la va a encontrar, o como “Vidas cruzadas”. Va a encontrar otras cosas. Es un disco de trago largo, y que solo con la información de las letras de Luis exige una escucha más reposada. Si le das el tiempo te vas a llevar unas cuantas sorpresas, y puede que esa lluvia fina ahí te acabe calando.

“La nave de los locos”, tema que abre el disco, da la sensación de ser una especie de declaración de intenciones (“la consigna hoy es resistir”) y un aviso, advirtiendo de que no vas a encontrar en el disco lo que esperas. Pero también una invitación a unirse, si hay predisposición por parte del oyente (“corazones sencillos y barrocos, aquí cabe cualquiera”).
Sí, yo creo que sí. Recuerdo que cuando empezamos a hablar de esta canción, antes de que la escribiera, estábamos hablando del nosotros. De lo importante que es sentirte parte de algo, desde la intimidad a la colectividad. Como empezar la canción tú solo y acabar bailando con otra gente. Creo que también la idea de Luis iba un poco por ahí.

Un concepto clave a lo largo del disco es el de resistencia. Como el aferrarse a un modo de hacer las cosas pese a las tendencias o ritmos de vida. No sé si lo compartes.
Por supuesto, ya solo el oficio de músico es un ejercicio diario de resistencia, y creo que la poesía también. Lo que tiene que ver con el compromiso con tu oficio. Creo que, sí, es una idea que sobrevuela todo el disco y que es inherente al oficio de los dos.

El proceso de composición ha sido muy diferente a cualquier cosa que hayas hecho anteriormente. ¿Lo has disfrutado?
Lo he disfrutado y lo he sufrido también mucho, porque para mí era un reto al que nunca me había enfrentado. Ni siquiera en mis propias canciones he puesto música a una letra que había escrito previamente y que no tenía música. Yo siempre que he tenido dos versos que me gustaban ya en mi cabeza estaba poniéndole música, y enseguida cogía la guitarra y continuaba para que la música y la letra fueran en el mismo carril. Ha sido también difícil por el respeto que le tengo y porque con lo de uno sabes más o menos hacia donde vas, aunque solo sea por intuición, pero con las letras de Luis había muchos caminos distintos hacia dónde ir.

Puede darse el caso de componer una música demasiado alegre que cambie el sentido al poema, por ejemplo.
Claro, sin duda. Nunca he escrito una rumba, no creo que fuera capaz (risas). Pero, por ejemplo, había cosas que anulaba en mi cabeza por mi propia incapacidad de ir a ciertos estilos, como te contaba antes.

El grueso de la composición previo a la grabación imagino que fue en solitario.
Sí, picando mucha piedra en casa solo y mirando la letra desde todos los ángulos, a ver si me daba algo nuevo, y buscando. Cogiendo la guitarra, probando cosas, yendo de un instrumento a otro, con la suerte de tener a César con el que me entiendo de una forma acojonante a la hora de escribir canciones. Tenemos el mismo lenguaje y él además es capaz de llevarme a sitios distintos, por la frescura de entrar de nuevas en algo que estoy haciendo.

Creo que se te valora principalmente como escritor de canciones, quizá porque destaca tu manera de contar y de cantar las cosas. Siendo cómo ha sido el proceso de este disco, ¿puede ser una oportunidad para reivindicarte como músico?
No lo sé, no es esa mi intención, la verdad. A mí cualquiera con quien toco, cualquiera que coge una guitarra delante de mí, me parece muchísimo mejor músico que yo. No es mi intención reivindicarme como músico o que la gente piense que soy más músico de lo que soy, porque ni siquiera me considero un superletrista. Creo que me manejo un poquito en los dos sitios, pero no es mi intención reivindicarme ni como una cosa ni como la otra.

En el proceso de hacer totalmente tuyas estas canciones falta quizá un parte, el directo. ¿Crees que aún queda margen para que crezcan?
Yo creo que todavía van a crecer algunas de las canciones en directo, sobre todo por la forma en la que las grabamos. Fue algo muy libre, muy directo, con mucho diálogo entre los músicos. El disco está ahí y es un buen punto de partida para lo que vamos hacer, y la mayoría de los músicos que lo han hecho van a estar.

¿Ya está definida la banda para la nueva gira?
Está bastante planteado. Boli (Alejandro Climent) pasa de tocar el bajo al piano y el acordeón. Del bajo se va a encargar Jacob (Reguilón). Hace seis o siete años que no tocamos juntos. Está Toni Brunet, que va a compaginar la gira de Coque Malla con la nuestra, y Diego Galaz, que también va a compaginarlo con Fetén Fetén. César (Pop) no va a poder estar porque está con Leiva y tiene muchísimo trabajo. Edu Olmedo va a estar a la batería, no sé si lo he dicho, y habrá probablemente alguna sorpresa más.

Ahora que te acercas tanto a la poesía de la mano de un referente, recuerdo casos como el de José Ignacio Lapido y la cuestión recurrente de si publicará o no un libro de poemas o un disco de blues. Habitualmente contesta con reparos por el respeto que le tiene a unos ámbitos que no son originalmente los suyos. Sin embargo, otros artistas con menos recorrido parecen hacerlo con cierta facilidad…
Creo que sé por dónde vas. Es que yo, de verdad no considero que tenga alma de poeta. Creo que no podría hacerlo, que no estoy capacitado. El hecho de escribir un libro de poemas no me iba a poner al lado de Luis. Para mí, Luis es Dios, y José Hierro, y eso tiene muy poco que ver con la poesía que busca el aplauso fácil.

¿Podría considerarse en parte intrusismo?
Para mí, sí. Tengo muchos amigos poetas y realmente he tenido ofertas para publicar libros con editoriales pero no tenía que ver con que yo hubiera enviado algo lo suficientemente valioso como para ser publicado. De hecho, les daba igual lo que yo hubiera escrito, lo hubieran publicado porque saben que existe un tirón por parte de la gente que hacemos canciones, y les va mucho mejor en algunos casos que a poetas insignes, célebres. Le tengo mucho respeto. O igual también les tengo envidia porque yo no sería capaz de escribir ese tipo de poesía. Es otra disciplina, es otro lenguaje, me tendría que dedicar a ello muchos años para editar algo que mereciera la pena. Por ejemplo, José Ignacio (Lapido) lleva escribiendo un libro muchos años, igual 8 o 10 años, y le tiene tanto respeto que no lo ha publicado. Y tiene un alma de poeta de verdad, estoy convencido de que lo escribe sería un regalo para sus seguidores y para lectores de poesía. Yo ni siquiera lo he intentado, sigo centrado en escribir canciones que me dejen satisfecho, y muchas veces dudo si realmente valgo para esto o no. Ya no te digo escribir una novela o un libro de poemas.

Realmente tu carrera no se entendería sin ciertos valores a los que nunca has renunciado, con varios encontronazos con la industria musical. Actualmente, ¿te sientes más en paz?
En ese sentido, desde hace mucho tiempo. Desde que no me peleo con las compañías discográficas. Me siguen preguntando por ello pero es algo que he dejado atrás. Gasté mucha energía en pelearme con ellos y prefiero gastarlo en hacer cada vez mejores canciones, en hacer buenos discos y buenos conciertos. Afortunadamente tengo una gente y un equipo pequeño, en Cultura Rock, que me ayudan a que eso sea posible. Y con eso estoy satisfecho.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.