"La intención final de mi música es empoderar"
Entrevistas / Lala Hayden

"La intención final de mi música es empoderar"

Fran González — 27-08-2023
Fotografía — Archivo

Su vida es un viaje entre transiciones y el reflejo de una inconformista empedernida que no ha descansado hasta dar con su lugar. De it girl de referencia a empoderarse sobre un escenario, Lala Hayden nos descubre “Girl Becomes” (Seven Hundred Little Records/Luup Records, 23), su debut en solitario.

Su vida es un viaje entre transiciones y el reflejo de una inconformista imparable y empedernida que no ha descansado hasta dar con su lugar. De it girl de referencia y protagonista de campañas para grandes firmas de moda a cara principal de medios musicales; de vocalista y líder de una banda de rock independiente a coach y entrenadora de yoga, hasta finalmente encontrar el equilibrio perfecto a todas sus facetas profesionales y personales bajo la identidad de Lala Hayden, su más ilusionante propuesta hasta la fecha y su particular milagro.

Se dice que un clavo saca a otro clavo, y en el caso de esta cantante británico-española no podría ser más cierto, pues todo lo que precede a “Girl Becomes” (700 Little / Luup Records), su EP de debut en solitario, parece obra de un destino caprichoso pero benévolo que le tenía guardado este especial obsequio. Ahora, la que fuera cantante y cara principal de Anteros, clama su merecida porción de pastel tras haber presenciado las caras menos amables de una industria siempre cuestionable y decide no callarse ni ahogar más sentimientos en su debut en solitario.

Quizás es interesante empezar por el momento en el que la música cambia tu vocación profesional, Laura.
La cosa es que mi trabajo como modelo me llevó en 2008 y 2009 a pasar un tiempo en Japón, donde comencé a estar en contacto con la gran explosión de la música alternativa. Descubrí a los Strokes, a Arctic Monkeys,… Me pasaba la vida escuchando música nueva. Recuerdo empezar a editar mis vídeos de experiencias como modelo con música que me iba encontrando en los blogs de hype machine y que me ayudaron a definir mi personalidad. Por eso, cuando regresé de Japón no dudé en coger de nuevo los bártulos e irme a Londres, porque mi gran sueño era convertirme en la nueva Stevie Nicks.

"Aprendí a las malas que la industria musical es muy patriarcal y si no marchas al tambor de ésta, se te anula"

Un sueño con mayúsculas.
Y tanto, y así fue, que me llevé una gran hostia. También hablamos de una época en la que para las mujeres, dedicarnos a esto se volvía tremendamente complicado y competitivo. Apenas teníamos un trozo de pastel para todas y debíamos de repartírnoslo como buenamente podíamos. Ahora siento que eso ha cambiado, estamos creando nuestros propios pasteles y repartiendo los trozos entre nosotras, tal y como los hombres han hecho históricamente.

Y después, volviste a España y tu voz comenzó a oírse, pero en los backstages.
Exacto. Sentí que la oportunidad para MTV era como mi destino, algo para lo que me había estado preparando durante mucho tiempo. Lo disfruté muchísimo y aprendí mogollón. Pero a su vez sentía que no me llenaba del todo, que tan solo era un paso intermedio más en mi vida. Yo quería estar al otro lado del backstage, ¿me explico? Y con 23 años sabía que o me ponía manos a la obra ya, o el tren pasaría. Así que jugué una carta muy arriesgada y me volví a marchar a Londres, donde conocí a Joshua Rumble y poco a poco le dimos forma a Anteros, pero créeme que no fue una apuesta para nada segura.

Me imagino que el paso de it girl a artista musical no es un camino de rosas.
En absoluto. Tuve que decir que no a muchas oportunidades laborales, muy bien remuneradas, en el campo de la moda para precisamente comenzar a ser tomada en serio en el sector musical. El problema es que la música, como bien sabrás, no está muy bien pagada y hay que comer. Recuerdo los primeros años como un periodo muy duro, sin apoyos e inmersa en un mundo enteramente gobernado por hombres donde prácticamente todos los contactos que hacía se convertían en citas que, si las rechazabas, también éstas perdían, curiosamente, el interés en tu faceta como artista. Esto fue algo que me generó un conflicto moral muy grande, pues tenía claro que no quería pasar por determinados aros pero la presión de perder oportunidades que no volvería a tener jamás también estaba ahí. Aprendí a las malas que la industria musical es muy patriarcal y si no marchas al tambor de ésta, se te anula.

Aun así, Anteros despegó y “aterrizó”.
Considero mi tiempo en la banda como una experiencia maravillosa, pero fue muy duro sacarla adelante. La banda comenzó cuando yo tenía 23 años y el disco no salió hasta que cumplí los 30, así que imagínate. Fueron muchos años de pelear, tocar en bares, girar, estar alejada de mi familia y amigos, sentirme muy aislada… Para la llegada de nuestro debut, mi salud mental ya estaba muy debilitada. Todo esto llegó incluso a tener consecuencias en mi salud física, pues no me estaba nutriendo apropiadamente y llegué a sufrir de anorexia. Comencé a no estar presente, a estar del todo disociada y a estar más preocupada por lo que vendría después que por disfrutar de lo que estaba viviendo en ese momento. Volví a estar desconectada de mi intuición y a sentir que ponía por delante de mi voz la del resto de personas de mi entorno, simplemente creyendo que cualquier persona antes que yo misma sabría cómo gestionar la situación de mejor forma.

"Quiero quitarme todas esas casillas de encima en las que me han metido durante estos años"

Y entonces se produce la transición de Anteros a tu carrera en solitario.
Antes de la pandemia comencé a trabajar en nuevas canciones con Ben Christophers, que había producido a grupos como Bat For Lashes, precisamente por esa necesidad que te comentaba de querer darle una vida futura y urgente a Anteros y no dejar que la rueda parase. Fue una época de muchísimos cambios en la que, definitivamente, comencé a ser más consciente que nunca sobre qué cosas me representaban como mujer y qué cosas no. Redescubrí artistas femeninas como Kate Bush o Donna Summer que cantaban sobre temas con los que realmente me identificaba y que, de alguna forma, me ayudaron a dibujar el tipo de voz y puesta en escena que quería que me definiera. La cosa es que al escuchar las nuevas canciones que había escrito, nuestros representantes me dijeron que “esto sonaba a mí”, y me animaron a que lo publicara por cuenta propia. Al principio me negué y me costó verme a mí misma con la capacidad suficiente para enfrentarme a un proyecto en solitario, pero poco a poco lo fui viendo más posible, hasta el punto de que fui a Los Ángeles a grabar algunos temas. Todo parecía ir encarrilado, hasta que surgió la pandemia.

Ya estaba tardando en aparecer la dichosa pandemia en esta historia.
Honestamente, me siento muy afortunada por el timing en el que todo sucedió, pues la banda ya tenía pensado tomarse 2020 como año sabático tras el arduo trabajo que habíamos desempeñado meses atrás y lo necesitábamos. En mi caso, supuso un momento de catarsis absoluta que me ayudó a entender mejor quién era yo fuera de la banda. Aprendí a meditar, a reconectar con mi cuerpo, hice trainings en yoga y encontré un equilibrio que había perdido. Lo dejé con mi pareja de aquel momento, pues la relación se había tornado muy co-dependiente y tóxica, y sentía que tenía que practicar el desapego absoluto. Ya no me sentía con fuerzas ni ganas de estar dentro de ese “club de chicos” que me dio la espalda a la mínima que pudo y que me exigía fingir sobre mi edad para ganar una oportunidad. Llegó un punto en el que aprendí que si quería llegar a algo en esta industria de la manera en la que yo quería hacerlo, debía de ser a través de otros métodos.

Fue ese momento en el que apareció en tu vida la industria del bienestar.
Así es, me certifiqué en coaching y desarrollo personal y gracias a las redes sociales comenzaron a contactar conmigo muchas mujeres que habían pasado por situaciones similares a la mía, y entre todas generamos una comunidad muy especial, realizando sesiones de yoga y de meditación. Después de tantos años estando rodeada de hombres, fue una experiencia única encontrar mi lugar en una industria liderada principalmente por mujeres. Era curioso, porque con mis clientas comencé a hablar de las mismas cosas de las que había hablado anteriormente en mi música, solo que ahora el soporte era otro. En cierto modo, el universo comenzó a darme señales que me reconectaban, de algún modo, con la música. Y de hecho, fue en ese momento cuando encontré las maquetas que había realizado años atrás y que estaban en un dropbox, cogiendo polvo. Me emocionó mucho volver a escucharlas y se apoderó de mí un sentimiento irrefrenable de querer sacarlas, pero no tenía cómo y no quería invertir más tiempo en fingir sobre mi edad o en aparentar algo que no soy para agradar al productor de turno.

Ahí apareció esa súper-mujer de la que nos hablaste en tus redes sociales hace un tiempo.
Correcto, la gran Paula, que después se convertiría en mi representante. Era una amiga de una amiga y contactó conmigo porque tenía entre manos un proyecto de subvención artística. Literalmente me dijo que mi historia le había parecido interesante y quería escuchar mi música. Apareció justo en el momento en el que yo ya estaba harta de picar a más puertas y siempre digo que sin ella, todo esto no estaría pasando ahora mismo. Mi música le encantó, le gustó mi propuesta, y me dijo que ella tenía los recursos para sacarla adelante, así que antes de que me pudiera dar cuenta, estábamos en el estudio dándole forma a “SLICE”, el primer tema de este EP.

El cual, me atrevería a decir que marca el tono general del resto de canciones de “Girl Becomes”, ¿no?
Sí, me tomo cada una de las canciones de “Girl Becomes” como una muestra de los diferentes estados de ánimo que he atravesado en los últimos años. Me interesaba explorar esa dualidad entre chica buena y chica mala, a través de un rollo más punk y sassy. Hay pistas, como “MONSTER”, en las que ahondo en temas muy personales, como no sentirme suficiente o tomar anti-depresivos, pero desde un plano más atrevido y menos autocomplaciente. Siempre he sido partidaria de cantar y bailar mis penas, si eres capaz de darles la vuelta y convertirlas en una canción bailable y empoderadora, lo tienes todo. Ahora, cuando camino por la calle escuchando las maquetas del EP, lo hago con el pecho y los hombros más erguidos. Con estas canciones busco representar la realidad, la vulnerabilidad, el no presentarme como una chica buena o mala, sino como una persona entera que acepta todas sus partes. Quiero quitarme todas esas casillas de encima en las que me han metido durante estos años. Quiero sentirme suficiente siendo yo. La intención final de mi música es empoderar y si logro que una de mis canciones haga que el día de una sola persona sea mejor, entonces ya habré triunfado.

Con “Girl Becomes” fuera, ¿qué más podemos esperar?
Ante todo quiero tomarme las cosas con calma. Estoy en un momento muy bonito que no quiero arruinar cayendo en esos errores del pasado que me forzaban a anticiparme o a pensar en qué viene después, aunque obviamente mi intención es darle continuidad a esto, pues tengo muchas ganas de volver a girar y de subirme a un escenario. Además del concierto de presentación de la sala Apolo el próximo día 20 de mayo, tenemos un par de bolos cerrados, haremos alguna cosita este verano y estamos viendo de hacer algo también en Reino Unido. Pero ya te digo, quiero disfrutar de cada momento del proceso. La intención y el propósito ahora van primero. He logrado reunir un equilibrio muy sano de mujeres y hombres en mi equipo y creo que lo que procede ahora mismo es reconocer lo afortunada que me siento de que este proyecto haya logrado ver la luz, algo que sinceramente llegué a pensar que no sucedería jamás.

 

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