"Queríamos un disco con mucha energía y con un punto maleducado"
Entrevistas / Jungle

"Queríamos un disco con mucha energía y con un punto maleducado"

Marta Terrasa — 29-08-2023
Fotografía — Arthur Williams

El cuarto disco de Jungle, Volcano (AWAL/Popstock!, 23), es sin duda el más enérgico, rabioso y liberador de toda su carrera; un trabajo de arqueología sonora en el que se añaden capas y sedimentos a la esencia soul, neo-funk y electrónica del dúo británico.

Hablamos con Josh Lloyd-Watson de la necesidad de otorgarle sentido a la música de baile, de intentar recrear éxitos pasados (y fallar), de alienar a los fans y de la importancia de aceptar el camino que marca la música.

No esperarías tanta intensidad y mentalidad zen de alguien que crea música para electrizar la pista de baile. Pero, ¿por qué no? Puestos a tirar de clichés y estereotipos –y a querer derribarlos–, hagámoslo con alguien que tenga algo que decir. Al otro lado de la pantalla, Josh Lloyd-Watson, cincuenta por ciento de Jungle –aunque en realidad la órbita de colaboradores en el colectivo se extiende mucho más allá– se queda pensativo mientras discutimos sobre el sentido de Volcano, su nuevo trabajo. Los ecos a Junior Boys, Daft Punk o The Avalanches siguen ahí, reposando cómodamente sobre esa base de neo funk y soul sedoso. “Daft Punk siempre será una gran influencia para nosotros” asegura el músico y prosigue: “pero el sonido del disco está basado en el feeling que te queda cuando has escuchado algo antes. Es rememorar ese sentimiento y el camino que recorres, que es la esencia de nuestros proyectos. Creo que Jungle siempre ha ido sobre escapismo; un lugar en el que poder desinhibirse, crear un espacio distinto y transportarse de nuevo a ese estadio”.

"Escribir es un proceso muy íntimo, en el que tienes que cerrar los ojos y dejarte llevar, como al hacer el amor”.

Su disco anterior,Loving In Stereo (21), apareció en un momento en el cual el mundo volvía poco a poco a salir al exterior y quizá por ello se sintió celebratorio aunque no terminó de implosionar como podría esperarse, pese a temas indiscutibles como “Keep Moving”, “Romeo” o “All Of The Time”. “Creo que la mayoría de la prensa quiere que todo tenga un sentido y, a medida que me hago mayor, veo que nada tiene ningún significado. Tampoco el resto de nuestros discos. El auténtico valor, el significado de este trabajo es que queríamos hacer un álbum y divertirnos en el proceso, porque para mí esa es la mejor parte de ser músico. Es como pintar; hay algo meditativo en hacerlo. Eres libre en ese mundo y por eso lo haces. Y es la misma razón por la cual nos juntamos y hacemos canciones”. Quizá sea la tendencia de los que estamos al otro lado, haciendo preguntas y una lectura mientras analizamos letras, arreglos y composiciones. “Pienso que le otorgamos sentido a las canciones una vez están hechas y no sabemos de qué van realmente hasta años más tarde. También es cierto que algunas son muy obvias y que las puedo relacionar con emociones específicas que he sentido, pero cada vez que hemos intentado hacer un tema en plan: ‘vale, esta canción va sobre esto’... ¡Nunca pasa! Tienes que fingir que las musas no te miran para poder crear. No puedes usar una fórmula en la música. Cada vez que lo he intentado, que he intentado recrear ‘Busy Earnin’’, ¡nunca ha funcionado! Tengo tantas canciones que han intentado ser una segunda versión de esta. Escribir es un proceso muy íntimo, en el que tienes que cerrar los ojos y dejarte llevar, como al hacer el amor”.

Así que básicamente, intentamos añadirle capas de sentido a la música de baile porque sin ello, ¿nos parece demasiado vanidosa? ¿Vacía? Como si esta fuera un placer culpable en comparación con el pop o con otros géneros como el metal. “Creo que sí, porque siempre buscamos el significado en todo y no creo que exista. Bueno, quizá hay algún tipo de gran orden universal que no podemos ver”, asegura Lloyd y recostándose levemente sobre la silla del comedor iluminado, frunce el ceño y prosigue: “Mi viaje personal va precisamente de eso, de dejar de buscarle el sentido a todo, de dejar de justificarlo todo y es casi una cosa budista en tanto a estar presente en el ahora, en ser. Como cuando estás en una playa y simplemente estás ahí, escuchando las olas… Es liberador”. Sentir. Punto. El músico habla de su infancia en una familia desestructurada con problemas de adicción y de cómo uno arrastra todo el peso del trauma hasta su vida adulta. Choca esa escena con la levedad con la que aparece sobre un escenario, como tantas veces antes lo hemos visto, capaz de hipnotizarnos y apoderarse de cada uno de nuestros músculos, nota a nota, falsetto a falsetto.

"Si nosotros no disfrutamos tocando, escuchando la música, entonces estamos aquí por las razones equivocadas”

Es por eso que describe “Volcano” como el disco más liberador de su carrera, por esa capacidad de simplemente estar presente. “El proceso fue mucho más rápido, como en la música de antes, donde tenías un presupuesto y un tiempo muy limitado. Y ha sido muy interesante porque ese elemento de la presión nos ha empujado a terminar las cosas y que no puedas retocarlo todo y cambiar cosas cada día. Al final, las mejores canciones las escribimos en una hora o así, como ‘Casio’. Algunas de las canciones más molestas que tenemos, nos han llevado unos siete u ocho meses escribirlas, como ‘House In LA’”.

Catorce canciones continuistas pero que se construyen sobre bases en las que la electrónica es más evidente, más dura, como “Us Against The World” tema que abre el disco y se convierte en toda una declaración sónica de intenciones. “Puede que haya un lado más agresivo, más oscuro”, confiesa Josh. “Es como si… you know… [gesticula delante de la cámara, aprieta el puño y la mandíbula]. Quizá la palabra sea frustración. Queríamos un disco con mucha energía y con un punto maleducado”, asegura. ¿Puede ese sonido más duro alejar algunos fans? “Seguro que sí. Y tampoco me preocupa, la verdad. Nunca me ha importado demasiado y ahora menos, porque no lo hago por ellos. En realidad somos los únicos que experimentamos Jungle en el escenario, no a través de los ojos de los seguidores. Si nosotros no disfrutamos tocando, escuchando la música, entonces estamos aquí por las razones equivocadas”, sentencia el británico. Temas como “Holding On” ejemplifican que las bases continúan ahí pero hay una vuelta de tuerca más. “Volcano” cuenta también con colaboraciones como las de Crystal Clear, Channel Tres o Roots Manuva. “Cuando sabes que alguien viene al estudio, hay un punto en el que quieres chulear un poco; sacar lo mejor de ti y eso te da un chute de energía”, comenta Josh entre risas. “Es como ir a una primera cita; intentas ser tu mejor versión. Ser el más divertido, el más inteligente…”. Sonríe con cierta picardía y aguanta la mirada solo para añadir: “Aunque sabes que esa no es la verdad”.

El cuarto esfuerzo de los británicos cuenta con alguna de esas citas en canciones como “Candle Flame” –junto a Erick The Architect–, grabada originalmente 20bpm’s más lenta que la actual [se pone a cantarla brevemente] y muestra también parte del proceso creativo del grupo, basado en reciclar, repensar y el collage. “‘Candle Flame’ nos costó un montón. Era un bajón tan lenta pero la melodía era tan infecciosa que no la podíamos descartar”, afirma el músico y prosigue: “Siempre son los temas grandes los que más cuestan. Igual que ‘Keep Moving’”. ¡Pero si parece que fuera creada esperando el autobús! “Esa es la magia de la música; que algo que ha costado tanto parece que lo creaste sin importarte”, sentencia. Solo un detalle: de ‘Keep Moving’ se hicieron veinticinco versiones y la que se publicó en el disco contiene trocitos y beats de muchas de esas versiones, como un pequeño Frankenstein bailable.

De nuevo esa idea de contraste, de dicotomía. Como canciones que han sido arrastradas por el barro creativo, construidas y deconstruidas hasta convertirse en una pesadilla para sus creadores, se convierten en pequeños himnos abrazados por los seguidores con la ligereza de un lienzo en blanco. La pista de baile como elemento transformador. “Siempre imaginas las canciones de una manera muy distinta a lo que eran en tu cabeza. ‘Beat 54’ la grabamos tantas veces que al final la publicamos sin que estuviera terminada. Me pasa lo mismo cada vez que pinto. Lo visualizo en mi cabeza y después es algo totalmente distinto. Es diferente. Y tienes que aceptarlo, porque sino, te quedarás atrapado. Porque en última instancia, el disco...”. Su agente de prensa entra en la videollamada. El tiempo se ha agotado y me quedo pensando cuál sería esa reflexión final. Quizá es la mejor manera de terminar esta entrevista, por aquello de no estar buscándole el sentido a todo, todo el tiempo. Mejor vamos a bailar.

 

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