“Lo de ser un borracho era una realidad sangrante”
Entrevistas / Ilegales

“Lo de ser un borracho era una realidad sangrante”

Jesús Casañas — 17-01-2023
Fotografía — Juan Fajardo

Jorge Martínez siempre tiene cosas que contarnos, y más cuando tienen que ver con la reedición de ese clásico ya que es “Ilegales (Edición Deluxe)” (Warner, 22), publicado originalmente en 1982 y que ahora vuelve al mercado con material extra.

Lo cierto es que Ilegales ya habían celebrado su cuarenta aniversario mirando hacia delante grabando “La lucha por la vida”: un álbum de duetos nutrido por canciones nuevas o recientes que llevan presentando sobre los escenarios desde marzo pasado. Pero tampoco han desaprovechado la efeméride para reeditar por todo lo alto su homónimo disco debut, que regresa al mercado en cuatro formatos (digital, doble CD, vinilo y box set) con los temas originales remasterizados y todo tipo de material extra. “Caramelos podridos”, “Problema sexual”, “¡Hola, mamoncete!”, “Heil Hitler!”…

Aquella ópera prima no tenía ningún desperdicio, como tampoco lo tiene nunca una conversación con Jorge Martínez, a quien no se le caen los anillos a la hora de recapitular aquellas batallitas de hace cuatro décadas. Fiel a su obra, se muestra en todo momento inquieto, excesivo y mordaz, sin dejar de soltar frases lapidarias ni de demostrar su ingenio para el humor negro. Lo hace en las nuevas oficinas de Warner en Príncipe Pío, hasta donde se ha desplazado para las labores promocionales…

Vamos a recapitular la historia del disco. 1977, montas el trío Madson junto a tu hermano Juan Carlos Martínez y a David Alonso, que dos años más tarde cambiaría su nombre a Los Metálicos. “Nadie creía que este grupo, formado con expulsados de otras bandas, llegara a durar más de unas pocas semanas, pero ha terminado siendo el más longevo”, dices en la nota de prensa.
Estábamos en un festival en Avilés, con Bloque, Asturcón, Crack y nosotros. Nosotros hacíamos rock, mi hermano tenía quince años y tocaba el bajo muy bien, el batería era un poco mayor, en la entrevista nos dijeron que hacíamos rock muy duro, como estos suecos de ahora. “Tengo un problema sexual” era una de las canciones, “Delincuente habitual” mucho más dura, “Soy un macarra” estaba también, “Lavadora blues”… Muy punk, volumen máximo, los amplificadores en ese límite donde ya empiezan a quejarse… “Soy un macarra” la compuse cuando le robábamos el coche al padre de Paco para ir a Oviedo a ver a un tío que reparaba altavoces. “¡No los forcéis de esa manera, que se rompen!”. “Ya, ya, tú arregla”. Ese era el clima, no había otra forma de sonar. Volviendo al festival, había un ambiente muy de rock sinfónico, de cosas muy pretenciosas. Ahora entran las campanillas, ahora el piano, ahora la guitarra acústica… Era una ñoñería y una cursilería. En la entrevista nos decían: “¿No creéis que lo vuestro ya está pasado, esto del rock así…?”. Yo le dije: “No, yo creo que dentro de dos años todos estos señores van a desaparecer y nosotros somos los que vamos a sobrevivir a todo esto”. Se echaron a reír: “Jajajaja, bueno… Imposible”. Y efectivamente, se cumplió palabra por palabra. El entrevistador me ponía como arrogante… ¡Claro que soy arrogante! Es que practico rock’n’roll. ¿Cómo no voy a ser arrogante? ¡Si es parte del cóctel! Si fuese humilde, esa falsa humildad tan repugnante, sería un hijo de puta tío. El r rock’n’roll requiere arrogancia, hay que estar en el escenario de esa manera, tienes que estar muy seguro de lo que haces para hacer rock’n’roll. Nos habían descalificado antes de este disco de un concurso por eso, por arrogancia, por decir cosas por el micro. Y porque bueno, también reconozco que destrocé una guitarra con cierta peligrosidad para el jurado allí presente [risas].

“¡Claro que soy arrogante! Es que practico rock’n’roll”

Dos años después de hecho es cuando nace Ilegales. Se va tu hermano y entra Íñigo Ayestarán en el bajo.
Eso es. Hay un vídeo, que está en el documental, con cámaras de la época y tal, se ve cómo destrozo la guitarra y directamente el cuerpo de color rojo sale disparado y le pega en los huevos al que está grabando. ¡Ahhh!, se ve cómo la cámara va al suelo. En fin, mala suerte tuvo, estaba mal situado. Pero es que cuando estás rompiendo algo estás en un momento en el que el paroxismo triunfa de tal manera que no puedes calcular a dónde van a ir a parar los pedazos. Una vez aquí [en Madrid] rompí en el Astoria, cerca, una Kramer Pacer Deluxe, la primera que llegó yo creo a España. El cuerpo se fue por un lado, haciendo unos ruidos…

Pero en 1981 sí que ganáis el concurso rock Ciudad de Oviedo, que es justo la génesis de este disco.
Sí, si al final el concurso ese del que me querían descalificar lo ganamos. Se impuso el criterio de gente que tenía estudios de grabación, de profesionales, de músicos, en vez del criterio del cura, el alcalde y las fuerzas vivas de la zona.

Como premio, en aquel disco colectivo, “Primera Muestra de Pop Rock en Asturias”, metéis tres temas: “Europa ha muerto”, “La fiesta” y “Princesa equivocada”.
Sí, los tienes incluidos en el disco de extras. También “Revuelta juvenil en Mongolia”, y se han incluido cosas de directo. He elegido los directos más diferentes, incluso asumiendo que son deficientes, porque está saturada la grabación. Hemos seleccionado el rock’n’roll, los que crujen más. Hay incluso una versión de “Heil Hitler!” que es una tralla. “Europa ha muerto” acelerada, mucho más punk… El rock’n’roll es eso. Están peor tocadas a lo mejor, por la anfetamina o por el momento, porque el público también participaba en el concierto, poniendo las cosas difíciles… [risas].

El caso es que gustasteis mucho al productor, Paco Martín, y os dice: “Chicos, os vamos a grabar vuestro primer disco”.
El disco estaba grabado. Dos miembros del jurado [René de Coupaud y Pedro Bastarrica], los que dieron el vuelco, tenían un estudio de grabación, y dijeron: “Este grupo sí suena”. Porque aquellas primeras tres canciones las habíamos grabado y mezclado en siete horas. Sabíamos lo que queríamos, sabíamos manejar una mesa de mezclas, sabíamos todo… Entonces dijeron: “Estos sí se merecen grabar. El resto de concursantes lo que se merecen son unas clases de instrumento, pero no grabar un disco”. Se meten a la aventura, y Paco Martín les paga la grabación, les dice: “Yo lo edito”. Es el que se atreve. Tenía un sello, MR, no tan independiente porque era de Ariola, pero en ese momento le habían echado, le habían cortado el grifo. Pero Paco tiene el valor y la visión de decir: “Esto lo voy a editar porque me gusta mucho y ya está”. Y lo hizo. Paco es así, un tío muy entusiasta, con gran ojo para descubrir artistas.

¿Cómo se grababa en aquella época? Imagino que todos a la vez…
Todos al tiempo. Ahí [en el disco de extras] hay tomas en estudio todos tocando y cantando al tiempo, se distinguen de las otras porque la voz está un poco más oculta. Disponíamos del estudio para hacer esas maquetas. Se creó muy buena relación con los dueños. “La casa del misterio” y “Caramelos podridos”, la que dice lo de “soy un borracho”, las estábamos componiendo allí. Yo tenía un box azul de treinta vatios y estaba enseñándole los acordes a los demás. Llega Pedro Bastarrica y dice: “Que haga yo las canciones aquí vale, pero vosotros podíais traerlas del local”. Y el otro le dijo: “Déjales que hagan lo que sea, que esto es muy bueno”. Tenía oído absoluto, y cuando oyó “La casa del misterio” le encantó, dijo: “Es muy diferente al resto del disco, pero hay que incluirla porque es muy buena”. Y ahí está.

Aquellas canciones de “Heil Hitler!”, “Soy un borracho (Caramelos podridos)”… ¿Cómo sentaron en aquella España de 1983? ¿Hubo algún tipo de censura?
Lo de ser un borracho era una realidad sangrante. De hecho, al batería y a otro miembro de una orquesta les habían echado por cogerlas tan grandes. Aunque David podía tocar borracho perfectamente, llevaba el tiempo como un reloj. Con Ilegales de hecho tocaba a veces bastante colocado y muy bien. A Íñigo también le habían desprovisto de su puesto en una banda [risas]. Y bueno, yo venía expulsado de montones de cosas. Me había propuesto entrar en una orquesta de baile, pero ya estábamos metidos en este proyecto, quería dar salida a todas estas canciones. Ese era el clima. Vivíamos en pisos compartidos, porque en esa época lo primero que quería hacer un joven era irse de casa. Ya llevábamos años viviendo por nuestra cuenta, ganándonos la vida como se podía, a veces con la ley y a veces contra la ley. Todos llevábamos una vida un poco bohemia, a veces comíamos un día de cada dos. Eso nos mantenía delgados, muy en forma. Cambiábamos de vivienda cada poco, yo llegué a vivir en un barco abandonado que iban a desguazar en la zona de desguaces, cuando la marea coincidía de noche que estaba el mar enfadado y movía el cascarón… No se dormía mucho, me daba un paseo. O compartíamos pisos, como todos los bohemios, a veces con miembros de otras ramas de las artes (pintura, literatura…), o que practicaban otro tipo de música, algunos locos de la alta fidelidad, o de la modernidad, del diseño…

“Siempre he sentido un gran respeto por los suicidas”

Hablando de diseño, la icónica portada es de Ouka Lele, ¿le disteis alguna pauta?
Ya estaba hecha. Paco Martín me ofreció varias portadas, y aquella parecía hecha para este disco. Hablé hace como un año con Ouka Lele, antes de su fallecimiento, para que me ayudase con el remake que hicimos. Yo me puse un traje parecido y una pistola parecida, diciendo que los que hacen ese gesto acaban suicidándose. Hombre, morir por propia mano… Yo siempre he sentido un gran respeto por los suicidas.

El éxito os desborda, al grupo y a Paco Martín, y empieza el baile de discográficas. Empieza a reeditarse en varios sellos hasta que acabáis en una multinacional.
Aparecen tres sellos diferentes en tiempo récord. A Paco le compra la grabación la Sociedad Fonográfica Asturiana (SFA), con Víctor Manuel dentro, que siempre estuvo muy metido en el mundo de la cultura. Pero es un tipo tan honesto que ve que nos están frenando, y decide que hay que traspasarlo a quien pueda mover eso. Entonces entra la multinacional del momento, que era la CBS nada menos. Y deciden sacarlo con su sello de rock, Epic Records. Ahí es cuando la cosa se desborda. Ya antes había una gran tensión, se pedían discos, me llamaban los grandes distribuidores y me decían: “Oiga, ¿quién mueve esto?”. Yo les decía: “Yo no lo tengo”. Y me decían: “Quien tenga la grabación no sabe lo que se está perdiendo, me están pidiendo constantemente el disco de todas las tiendas. Y no hay ni un puñetero disco en toda España, es el disco más buscado del momento”. Cuando aparece se empiezan a vender muchísimos, de hecho cuando entramos de manera fraudulenta y poco ortodoxa en los ordenadores de la compañía vimos que se había vendido mucho más de lo que nos daban a entender [risas]. Alguien estaba a cargo en ese momento, pulsamos la tecla adecuada y ¡ras!, salieron todas las cifras, cifras que aún conservo. Este es el disco de rock en español más vendido de la historia hasta el momento. Superado luego por el segundo disco de Ilegales. Lo que hicimos fue travestirnos un poco de pop para poder llegar a un público más amplio. Dijimos: “Lo hacemos solo en este disco, en el siguiente volvemos al rock”.

En esta nueva reedición, las canciones han sido remasterizadas por uno de sus técnicos de directo, David Gutiérrez. ¿Qué ha hecho con ellas?
Hay un sistema con un software. No teníamos la grabación por pistas, porque las reciclaron para otra cosa, no nos consideraban tan importantes como para conservarlas. Y de todas formas las cintas acaban degradándose mucho. Lo que hizo David fue generar pistas a partir de esa grabación, extraer batería, guitarra bajo y tal, y luego a la grabación original añadirle las frecuencias que faltaban. Recuperar cosas que estaban ahí pero que no habían salido en el disco original por problemas diversos. Se ha mejorado considerablemente. Las maquetas esas que suenan tan mal, distorsionadas, las hemos dejado así como están porque al final sonaban mejor que la grabación original, había que dejarlas un poco más crudas, eso sí que perdería un poco de gracia si las arreglásemos. Tienen ese punto espontáneo de rock, algunas suenan a lo mejor menos los graves, otras son actuaciones diversas de los ochenta grabadas en casete de la mesa de mezclas, pero tienen una cosa rock que es casi imposible de transmitir de otra manera. A veces conseguir muy buen sonido va en contra de esa chispa, de ese fuego eterno que no debe extinguirse jamás. Hay que tener cuidado, caminamos por una línea muy estrecha y se puede caer a un lado o a otro con muchísima facilidad, o en el sonido de mierda o en que la cosa quede muy relamida.

Se trata de la primera reedición de vuestros discos clásicos.
Sí, se va a reeditar la totalidad, queremos reeditarlo todo. Llegaba a las tiendas de discos hace años, miraba en la “i” y no había ningún disco de Ilegales. Sí estaban los discos de Inhumanos, pero nunca encontraba Ilegales. Nosotros no tenemos ninguna conexión con Inhumanos, no es el tipo de música que queremos hacer ni remotamente ni nada, pero en la “i” solo veías Inhumanos. Pues ahora tenemos unas ediciones cojonudas. La caja, el vinilo con fotografías de la época dentro… Máximo lujo. Se hace en cuatro ediciones diferentes, para que cada uno pueda elegir según su presupuesto, y toda la gente que no tenía el disco va a poder disponer de él. Habíamos intentado paliar ese hueco, y de hecho hará como ocho años sacamos una caja con todas las grabaciones en CD. Pero yo creo que nos merecíamos esto, ¡qué cojones! La arrogancia que no falte.

Vosotros, no obstante, ya habíais celebrado el aniversario del grupo con un álbum nuevo de duetos, “La lucha por la vida”.
Esta vez con refuerzos, aquí no todas las medallas corresponden a Ilegales, porque de manera muy generosa y muy eficiente han colaborado un montón de invitados de lujo. Hay un listado ahí tremendo. Y algunos que nadie identificaría con Ilegales jamás. Eso demuestra que son canciones tan versátiles, vamos en tantas direcciones, con tantos caminos musicales diferentes, que pueden encajar con artistas que practican estilos casi opuestos. La conexión que puede haber entre Novedades Carminha y Luz Casal es escasa, y sin embargo están dentro del mismo disco y es congruente.

 

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