El jardín de las delicias
Entrevistas / Zero 7

El jardín de las delicias

Lara Sánchez — 08-06-2006
Fotografía — Archivo

Tras un intenso año de gira, Zero 7 emergen de su nuevo estudio en las afueras de Londres con la prueba de una lograda madurez musical. “The Garden” (Dro), su tercer álbum, plagado más que nunca de lúcidos colaboradores, sirve sutilmente como respuesta a las voces que aún se empeñan en recordarles como los “Air británicos”. Hoy sólo coinciden con los franceses en lo de ser dos.

El chill-out, término a veces asociado a bermudas y puestas de sol, sufre de malentendidos imperdonables. Alimentados por una potencial explotación recopilatoria, acabamos perdiendo de vista detalles y creaciones de impecable curiosidad sonora, ya que algunos se empeñan en meter bajo esa misma sombrilla a todo el que elabore un tema electrónico de tempo más pausado. Quizás la herramienta para disfrutar mejor de muchos de los que supuestamente lo representan es ponerse en la piel del ingeniero de sonido, como es el caso con Henry Binns y Sam Hardaker, componentes de Zero 7. Un dúo inglés que, como algunos de similar estilo, puede ser conocido a través de la usual compilación “Late Night”, pero que se sitúa ya en el pabellón de los más respetados de la electrónica anglosajona.

"Nos gusta el contacto con el público casi tanto como trabajar en el estudio"

No en vano estos chicos, que empezaron llevando tazas de té a las estrellas que pasaban por Rak Estudios, cuentan para su tercer trabajo con una lista de casi treinta colaboradores, entre los que se identifica a Phill Brown (Talk Talk, Brian Eno, The Rolling Stones), el cantautor de moda, José Gonzalez, o la cantante Sia Furler. Trombones, flautas, acústicas y eléctricas, clarinetes, trompetas o saxofones son solamente algunos de los instrumentos que, sumados a una gran diversidad de voces, se combinan en “The Garden”, título que alude al laboratorio sonoro que Henry está construyendo en la campiña de Somerset y por el que han pasado todos los músicos para dar forma a la música que más les apetecía. “Sentí la necesidad de salir de Londres y apartarme a un ambiente algo más tranquilo, lejos de la industria musical. Me tomé un descanso construyendo un estudio en el jardín de casa, distrayéndome con tornillos y maderas. En la primavera comenzamos a grabar el disco, Sam, Sia y los demás se quedaban en casa durante días, hacíamos barbacoas, charlábamos y paseábamos relajadamente... Creo que lo pasamos estupendamente y eso se refleja en el álbum”. Ciertamente, el disco transmite un tono de adulta felicidad por el que las flores brotan, los gatos se relamen y el vino es exquisito. Sus temas respiran del soul, del funk e incluso del latin y el acid jazz. Pero, no nos engañemos, el éxito de Zero 7 no sólo se cimienta en la rica herencia musical de sus componentes (cuando se conocieron, con quince años, Henry bebía de Philadelphia y a Sam le gustaba el hip hop), sino en su labor conjunta. “Es curioso, sí... cada uno parte de su propia idea pero, al final, el resultado poco tiene que ver. Todo lo que hacemos tiene algo del otro”. Ese equilibrio parece el requisito indispensable para funcionar tan bien, desde sus primeras remezclas de Radiohead o Terry Callier, al éxito de su primer Ep (agotado en escasos días), y la admiración final que despertaron en gurús de la talla de Gilles Peterson o Jools Holland con su primer álbum, “Simple Things”. Al triunfo le siguió “When it Falls”, un disco ante el que hoy admiten sentirse algo tensos. “Nos costó hacerlo. Fue algo más duro, pero nadie se atreve a criticarlo. Y ahora ni sentíamos presión, ni estábamos obsesionados con el resultado de un tercero”. Claro que no, porque con ese currículo y la ayuda de amigos, Zero 7 acaban por sorprender hasta a sus seguidores, creándose un estilo propio definitivo y haciendo de las comparaciones con Air un asunto caduco. “Por favor... ¡hace ocho años de aquello! La gente se cree que con usar un piano electrónico ya eres como ellos”. A pesar de que algo de ese aire queda en los temas “Futures”, “If I Can´t Have You” o la instrumental “Seeing Things“, “The Garden” va más allá y nos enseña que la luz, como en Inglaterra, puede salir por cualquier lado y cuando menos te lo esperas. Así, lo que comienza con un sentido nostálgico acaba con un juego de in crescendos, especialmente en “Today” y en “Crosses”, una composición tomada de Gonzalez y mezclada para lanzarse, finalmente, a bailar (algo que esperamos logren contagiar al público que asista a sus próximos directos). ¿Y esta vez? ¿Podrán salir del jardín? “Acabamos de ver a Flaming Lips en Nueva York. Llevan un show realmente impresionante. ¡No he visto nada igual!”. En el tono emocionado de su respuesta, Binns parece confesar su ansia por pisar de nuevo grandes aceras y escenarios. “Nos gusta el contacto directo con el público casi tanto como trabajar en el estudio. Estamos deseando que comience la gira”. Vale, pero ¿cómo hacer del downbeat un espectáculo? Para su nueva gira, aún sin fecha española, prometen “que nos acompañarán muchos de los colaboradores en el escenario. Predominará más la electrónica y lanzaremos una descarga de trucos visuales”.

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