“Estamos comprometidos a cuidarnos para que la fiesta siga durando”
Entrevistas / Descendents

“Estamos comprometidos a cuidarnos para que la fiesta siga durando”

Fran González — 11-06-2024
Fotografía — Archivo

El pasado verano, Milo Auckerman, vocalista de Descendents, sufría un leve accidente cardiovascular en nuestro país a escasas horas de actuar en Barcelona. Por suerte, aquello ha quedado atrás y podremos verles en concierto en Gijón (19 julio, Tsunami Xixón) y Barcelona (20 julio, Paral·lel 62).

Auckerman me recibe al otro lado de la pantalla como si de una representación en imagen real del icónico emblema de su banda se tratara. Tan parlanchín, cercano y humano como nos lo habíamos imaginado, el vocalista y líder la banda estadounidense rompe el hielo y nos habla sobre su casa en Delaware y de cómo todos los miembros de la banda abandonaron su California natal a principios de los noventa. Bromea incluso con la posibilidad de abandonar el barco por entero, si este año se produjera el temido regreso de Trump a la presidencia.

Su compañero , Bill Stevenson, batería y miembro fundador de la banda, no da señales de vida y parece haberse olvidado de nuestra cita, pero no pasa nada. Tan pronto como el bueno de Milo decide arrancarse a hablar y contarnos más sobre su celebrada recuperación (el cantante sufrió un ataque al corazón leve mientras se disponía a prepararse para un concierto en Barcelona el pasado verano), nos basta y nos sobra con su maravillosa compañía. Además de su experiencia hospitalaria en Barcelona, Milo nos habla sobre su actitud frente a las adversidades, el futuro de la banda y sus respectivos planes de volver a España en plena forma en 2024

¿Cómo fue sufrir un ataque al corazón en un país extranjero, Milo? ¿Qué sentiste durante aquellos días?
Si te soy sincero, lo que más me jodió fue saber que pasar por esto iba a significar que íbamos a tener que cancelar la gira. Ya cuando aterrizamos en Barcelona comencé a encontrarme raro, así que fui a urgencias y decidí hacerme unas pruebas allí mismo. Y tío, créeme que esos tests no tenían buena pinta en absoluto. Le comenté al doctor que tenía un concierto esa misma noche y me dijo que bajo ningún concepto debíamos de darlo. Ahí fue cuando me di cuenta de que no solo el concierto de aquella noche iba a tener que ser cancelado, sino también todos los posteriores. Y bueno, ahí vino otro tipo de dolor en el corazón, ya me entiendes [risas]. El dolor físico que esto te causa es chungo, pero el dolor de tener que cancelar una gira es casi peor que un infarto.

"Lo cierto es que tenemos bastante material nuevo y podríamos perfectamente subir alguna novedad a Spotify hoy mismo si quisiéramos"

A todos nos tranquilizó ver que Bill estuvo contigo todo el tiempo y que ambos ibais informando a vuestros seguidores de cómo avanzaba la cosa por Instagram.
Bill se portó conmigo de forma increíble. Se quedó junto a mí durante todo el transcurso de la hospitalización y me tranquilizó diciéndome que mi salud era lo primero y que tarde o temprano ya daríamos esos conciertos. Después de la cirugía vino a visitarme a diario y comenzamos a hacer aquellos famosos vídeos para Instagram, con los cuales nos divertimos mucho. Bill y yo tenemos una habilidad innata para sacarnos una sonrisa mutuamente hasta en las situaciones más desasosegantes.

¿Siempre habéis sido así, o es una actitud sobrevenida por la edad?
Es algo que nos ha definido desde siempre, sí. Recuerdo dar conciertos a principios de los ochenta con la sala completamente vacía y, en lugar de venirnos abajo, nos animábamos pensando que al menos tendríamos más espacio para volvernos locos y disfrutar de nuestra propia música en directo [risas]. A día de hoy todavía recordamos aquello y nos reímos. Llenar de luz ciertos momentos de oscuridad hace que, con los años, lo que recordemos sean precisamente esos chispazos de humor y de ligereza en lugar de la miseria y el mal rollo. Siempre he apreciado eso de él y si no hubiésemos aprendido a quedarnos con el lado divertido de las cosas habría sido muy difícil para nosotros continuar con la banda.

Me consta que, incluso en esas circunstancias hospitalarias, también hubo tiempo para algo de creatividad musical.
Oh, ¿lo dices por aquello de “Purplemint Patty”, no? Fue divertido, sí. Aquello comenzó estando en la UCI, después de la cirugía. Pasé muchas horas rodeado de monitores cardiovasculares que emitían ese enervante pitido durante horas y horas a mi alrededor. Así que para evitar morirme de aburrimiento empecé a ponerle letra a esas notas que los monitores emitían. Otra de las posibles melodías decía “get me out of here”, por razones obvias [risas]. La cosa es que se lo comenté a Bill en una de sus visitas y nos pusimos en plan nerds musicales, tratando de ver dónde estaba exactamente el énfasis de la cadencia y cosas así. Ya te he dicho que me aburría mucho. De hecho, cuando salí del hospital volvimos al día siguiente para grabar aquel vídeo en el que salíamos cantando “Purplemint Patty”, hasta que una enfermera nos echó a patadas de allí y con razón.

Bueno, se ha quedado definitivamente como un símbolo de lo que vivisteis.
Es lo que te decía, al final lo que prevalecen son nuestras chorradas. De hecho, y en agradecimiento a lo bien que se portó Bill conmigo durante aquellos días, decidí grabar la melodía en una especie de caja de música customizada y se la mandé a casa cuando regresamos a Estados Unidos.

Tan pronto como regresasteis, de hecho, ya hablabais de giras nuevas y en pocas semanas volvisteis a los escenarios, ¿verdad?
Bueno, la realidad es que yo ya me encontraba en bastante buena forma incluso antes de sufrir el ataque al corazón. Camino a diario muchos kilómetros y me cuido. De hecho, antes de volar de vuelta a los Estados Unidos le dije a Bill de ir a pasear por la playa de Barcelona, para al menos aprovechar así nuestra visita. Y tendrías que haberle visto, se ahogaba y era incapaz de mantenerme el ritmo [risas]. Con esto lo que trato de decir es que volver a la rutina no me fue especialmente difícil. Tenía las ganas y las energías. Además, me tiré como 16 semanas haciendo cardio y yendo a rehabilitación. Me pusieron sobre una cinta de andar y me expusieron a movimientos del todo acelerados para comprobar hasta dónde podía llegar mi corazón. Después de un mes y medio de pruebas me dieron el visto bueno para poder volver a subirme a un escenario. Nuestro primer concierto desde lo ocurrido fue en Seattle y recuerdo sentirme incluso en mejor forma que antes de sufrir el ataque al corazón. Así que no hay vuelta atrás, volveremos a Europa este año y saldaremos cuentas.

Algo que se puede apreciar en vuestros conciertos recientes es cómo habéis conseguido mantener fresco y renovado vuestro fandom, con mucha gente joven yendo a veros.
La verdad es que estamos agradecidísimos de que eso esté pasando, pero es algo bastante inesperado para nosotros. Quiero decir, nunca planeamos que nuestra música pudiera conectar con la gente joven de ahora o les pudiera resultar atractiva, pero supongo que hay algo en aquello que hacemos que irremediablemente se mantiene fresco. Ya sabes, tocamos deprisa y nuestras letras han tenido siempre un toque muy juvenil y agresivo. Se podría decir que nunca hemos madurado del todo, ni lírica ni musicalmente. De hecho, canciones como “I Don’t Want To Grow Up” siguen siendo como un mantra para nosotros.

Realmente, no ha cambiado tanto vuestro espíritu desde que teníais la edad de ese público joven, de ahí que se sientan tan cómodos en vuestros conciertos.
Exacto. Nosotros seguimos sintiéndonos como unos chavales y no entenderíamos hacer música de otro modo. Si bajásemos el ritmo o nos las diéramos más de maduros sobre el escenario, definitivamente esto dejaría de ser divertido. Así que lo que hacemos es inflarnos a café hasta que alineamos nuestros tempos con el público y les damos lo que quieren. Por eso no nos ven como unos viejos, porque un día dijimos aquello de que no queríamos crecer y aquí seguimos. Espero que podamos mantener ese espíritu durante algunos años más. El día que vayamos en silla de ruedas será difícil engañar a nadie [risas].

¿Escuchas música nueva, Milo? ¿Te gusta ir siguiendo lo que las nuevas generaciones de punk van sacando?
La verdad es que escucho de todo. De hecho, curiosamente casi de lo que menos escucho es punk per sé. Pero últimamente estoy enganchado a una banda joven de punk que me tiene absolutamente obsesionado. Son un grupo muy pequeño de Los Ángeles, apenas tienen escuchas en las plataformas, pero me vuelven loco. Se llaman Force Model y me recuerdan mucho a bandas como los Minutemen o No Means No. Son mi particular joya desconocida que me gusta descubrirle a la gente, pero estoy muy lejos de ser un experto en qué se cuece dentro del nuevo punk, desde luego.

Hablando de música nueva, ¿ha estado entre vuestras prioridades grabar material nuevo en los últimos años?
Lo cierto es que tenemos bastante material nuevo y podríamos perfectamente subir alguna novedad a Spotify hoy mismo si quisiéramos. El problema es que no queremos entregar nuestros temas con cuentagotas, ¿me explico? No nos gustan nada estos rollos de ahora de tener que mantenernos en activo de forma regular para que la gente se acuerde de nosotros cada semana. Somos de la vieja escuela, y cuando nos veamos preparados ya sacaremos un disco completo como tal. Además, pasa otra cosa. Queremos que todo lo que se publique con Descendents lleve la firma de los cuatro. Ahora mismo tenemos como 25 canciones nuevas, las cuales han sido escritas entre Stephen (Egerton) y yo, pero no han contribuido el resto de miembros. Y si de repente publicásemos un disco en el que solo hemos contribuido Stephen y yo la gente definitivamente se preguntaría cosas.

No es la primera vez que eso pasa, si no me equivoco, ¿verdad?
No, de hecho nuestro álbum “Cool To Be You” de 2004 no tiene canciones escritas por Stephen y francamente, eso se nota. No contar con su punto de vista en las letras es algo que hizo que el disco se resintiera. No queremos que eso nos vuelva a pasar. Queremos que cualquier disco nuestro lleve la seña de identidad de los cuatro y desde luego, ese ha sido nuestro principal reto como banda en los últimos años. Definitivamente tengo que hablar con Karl (Alvarez) y Bill sobre ello. Bill está teniendo varios problemas últimamente para terminar canciones. Tiene muchas a medio hacer. Obviamente, es productor y tiene mucho curro. Cada cierto tiempo aparece una banda nueva que le pide producir su música y él tiene sus prioridades, es normal. Lo jodido es que él es muy bueno y sabemos que, tan pronto como se ponga a escribir sus respectivas canciones nuevas, por seguro éstas van a ser las mejores del disco. Así que ya sabéis, si queréis un nuevo disco de Descendents escribidle todos en masa a Bill, a ver si reacciona [risas].

De momento, os seguimos teniendo en activo, que ya es bastante. En los últimos años os hemos visto muy revisionistas, eso sí. Con “9th & Walnut” y la reedición de “Milo Goes To College”.
Bueno, ¿qué puedo decir? Sé que esto puede sonar un poco petulante, pero “Milo Goes To College” está en nuestro propio top 3 de discos favoritos. No hay palabras para describir lo mucho que significa para nosotros ese álbum. Fue nuestra particular ventana al mundo. Un trabajo que, cuarenta años después, se sigue sintiendo muy relevante. Resume muy bien la manera en la que nos hacían sentir nuestros referentes de aquella época, los pioneros del punk californiano. Y, en cierto modo, marcó una mentalidad y una manera de hacer las cosas en la banda que desde entonces continúa definiéndonos. Al mismo tiempo también hemos evolucionado, especialmente en las letras. Quiero decir, los temas de los que hablábamos en “Milo Goes To College” son muy diferentes de los que hemos trabajado en nuestros álbumes más recientes, pero su marca es imborrable para nosotros. Mantenemos musicalmente la esencia de aquellos días, pero actualizada con unas letras más presentes.

¿Qué me dices del futuro, Milo? ¿Será Descendents una banda eterna?
Nos encantaría, de hecho estamos rozando nuestro 50º aniversario como banda, lo cual es una auténtica locura. Aunque hemos pasado por varios momentos de parón, lo que las bandas llaman hiatos, también somos conscientes de que hemos superado muchas crisis y seguimos al pie del cañón como el primer día. Bill ha tenido sus problemas de salud. Yo también, como hablábamos antes. Y Karl, de hecho, también sufrió un ataque al corazón hace unos años. Pero todos estamos comprometidos a cuidarnos para que la fiesta siga durando. No vamos a espicharla por sobredosis, eso tenlo por seguro. No es nuestro estilo. Hemos aprendido a cuidarnos y a dosificar nuestro itinerario de conciertos con el fin de lograr que esto siga siendo divertido para todos. Mientras todos tengamos algo que decir y físicamente podamos seguir tocando, habrá Descendents para rato.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.