Caminando en línea recta
Entrevistas / Interpol

Caminando en línea recta

Javier Pulido — 11-07-2007
Fotografía — Jelle Wagenaar

Con “Our Love To Admire” (Emi/Virgin), Interpol dan un paso adelante, aunque tímido, a la hora de arriesgarse con nuevos experimentos sonoros. Eso sí, mantienen intacta su capacidad de crear canciones tan pronto hipnóticas como adictivas.

La fiebre del revival post-punk que nos ha asolado durante los últimos años ha acabado provocando delirios de grandeza en algunas bandas, como en el caso del segundo disco de Bloc Party, y numerosas bajas por defunción y/o incapacidad manifiesta. De momento, y hasta nueva orden, Interpol se salvan de la quema gracias a un tercer disco en el que siguen dando muestras de su buen olfato a la hora de componer canciones. Paul Banks, vocalista de la banda, entiende el nuevo material como un punto de inflexión en la carrera de los neoyorquinos.

"Es inevitable que la ciudad en la que vives afecte a tu forma de pensar y expresarte"

“Escribimos algunas de las canciones de ‘Antics’ cuando aún estábamos de gira con “Turn On The Bright Lights” por lo que, en cierta medida, formaban parte del mismo proceso creativo. Tras una gira de casi tres años decidimos tomarnos por primera vez un descanso de unos meses antes de afrontar la creación de nuevas canciones. Cuando empezamos a componer las canciones de ‘Our Love To Admire’ partimos prácticamente de cero. Se trataba de un material totalmente nuevo en el que, de alguna manera, queríamos que se plasmara todo lo que hemos aprendido durante todos estos años, es decir, el proceso de maduración de la banda”. Para conseguirlo, la banda recurrió por primera vez en su carrera a la opinión de alguien externo para coordinar con ellos el trabajo de producción. El elegido fue Rich Costey, que ha trabajado con bandas como Franz Ferdinand, Bloc Party o Nine Inch Nails.

"Nunca hemos tenido la impresión de sonar a nada que no fuera a nosotros mismos"

“Su rol en el disco no fue precisamente el de productor al uso. Cuando contactamos con él nosotros ya habíamos compuesto las canciones y sabíamos cómo sonaban en directo, así que no buscábamos tanto reinterpretarlas como encontrar la forma más eficaz de trasladar su energía al estudio. Rich se convirtió en otro miembro de la banda que nos asesoraba a la hora de, por ejemplo, elegir las baterías adecuadas para cada canción. Más que asesorarnos para rehacer las canciones, aportó energía creativa al proceso de traducción de las composiciones al lenguaje de estudio, que era exactamente lo que pretendíamos”. La apuesta por Costey se ha visto acompañada por la llegada de nuevos instrumentos que hasta ahora no estaban presentes en la música de la banda de Nueva York, como la inclusión de un octeto de metal o una mayor presencia de los teclados en composiciones como “Pioneer To The Falls”. “Siempre ha habido teclados en nuestra música, aunque desde un punto de vista casi ornamental, no tan esencial como en algunas de las nuevas canciones. Hasta ahora, componíamos con la guitarra y después Carlos incorporaba los teclados. Aquí hemos podido hacerlo directamente con la ayuda de un ordenador. En realidad siempre fue nuestra intención hacerlo así, aunque hasta ahora no hayamos podido por razones tecnológicas o meramente circunstanciales”. Banks me asegura en nuestra entrevista telefónica que durante las sesiones de composición y grabación de “Our Love To Admire” la banda sintió un grado de libertad similar al de sus inicios, aunque lo cierto es que el disco no se aleja demasiado de la fórmula que tan bien funcionó al grupo en ocasiones anteriores. De hecho, el single de adelanto, “The Heinrich Manuever” podría haber encajado sin problemas en cualquiera de sus dos discos previos. Siguen presentes los desarrollos dramáticos, las guitarras dolientes y los bajos elásticos, además de la costumbre de introducir el disco con la ya clásica canción-río. “En contra de lo que nos han dicho en ocasiones, no pretendemos marcar el tono del álbum con ese tipo de canciones. No son una carta de presentación para lo que vendrá después. Lo que queremos con este tipo de canciones lentas y atmosféricas que abren los discos es tratar de trasladar al oyente a un estado mental determinado, en lugar de golpearle con canciones mucho más directas como en su día ‘Obstacle 1’ o ahora ‘Mammoth’”. En realidad, “Our Love To Admire” se deja lo mejor para el final, con la sorprendente “The Lighthouse”, un recitado fúnebre de Banks montado a lomos de una guitarra hipnótica que augura, esperemos, cambios para el futuro. “No tuvimos muchas oportunidades de ensayar la canción antes de entrar al estudio. Tan sólo contábamos con el esqueleto instrumental compuesto por Danny con una guitarra de más de cincuenta años de antigüedad y no sabíamos qué resultado iba a adoptar al final. Finalmente, acabamos la letra y los arreglos a última hora en el estudio, en contra de lo que solemos hacer habitualmente. Se trata de un tipo de canción sin percusión muy complicada y diferente a cualquier cosa que hayamos hecho antes; una de las que más nos gusta”. A diferencia de discos anteriores, grabados en una casa en Connecticut, el tercer disco de Interpol se ha registrado en los estudios Electric Lady, en el West Village de Nueva York. La presencia de la ciudad se deja sentir en unas letras algo más sarcásticas que de costumbre. “Es inevitable que la ciudad en la que vives afecte a tu forma de pensar y expresarte. Nueva York es un sitio muy intenso para vivir, que afecta de las maneras más extrañas que te puedes imaginar. Dicho lo cual, me es muy difícil precisar el tipo de relación exacta entre el contenido de las letras y el lugar geográfico en el que te mueves. Aunque es cierto que la presencia de la ciudad ha influido en las letras, pienso que muchas de las mismas seguirían siendo las mismas aún viviendo en otro lugar”. Con los años, parece que de algún modo Interpol han conseguido instalarse en la cómoda posición de la que disfrutan bandas como Depeche Mode o The Cure, que aún obteniendo notable éxito comercial, siguen siendo consideradas como bandas de culto. “Esa cuestión tiene una doble vertiente. Por un lado parece que la etiqueta de grupo ‘de culto’ está asociada a la idea de banda pequeña o underground. Al menos en mi caso, no tendré ningún problema si nos convertimos en una banda grande; me parece bien. Pero por otra parte, ser una banda de culto implica contar con un grupo incondicional de seguidores que aprecian y analizan al dedillo lo que haces. Se trata de algo que nos sucede y de lo que estamos muy orgullosos. Me parece que, como banda, nos encontramos en una posición envidiable”. Y es que, en apenas cinco años, Interpol ha pasado de ser objeto de comparación constante con bandas como Joy Division o The Chameleons a convertirse en un referente para nuevas bandas que calcan literalmente su sonido. “Nunca hemos tenido la impresión de sonar a nada que no fuera a nosotros mismos, aunque no nos importan las comparaciones con ciertas bandas. Al principio era incluso excitante. Ahora hemos llegado al punto en que prensa y público comparan nuestros discos entre sí y no en relación a otros grupos, que es lo que pretendíamos conseguir. De todas formas, si formas parte de una banda considero que es mejor no estar racionalizando ni pensando demasiado en lo qué significa tu grupo en relación con el resto de la escena”.

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