Cuenta la leyenda que las tres piezas de Boneflower se conocieron en la mítica sala Wurlitzer. El primer ensayo no se haría esperar. Ese primer día de encierro en el local rompieron el hielo versionando a Basement, Touché Amoré y Balance and Composure. De eso hace ya algo más de 10 años. “Los tres venimos de ciudades pequeñas y Madrid aún no nos había quemado ni quitado esa inocencia de empezar una banda. Se sentía como el inicio de una aventura, viajando lejos para ensayar a locales por horas”. Así recuerda Eric Montejo, guitarrista y vocalista, los primeros pasos de la banda. “Creo que en los inicios hay una magia y una ingenuidad que es inevitable que se vaya perdiendo, como en otros aspectos de la vida”, interviene el bajista, Rubén Desan.
Su primera referencia fue el EP “I’ll Be the Bones, You’ll Be The Soul”, lanzado en 2015; dos estupendos largos con una notable repercusión en el circuito DIY y una década después entregan su debut para el sello estadounidense Deathwish Inc., fundado por Jacob Bannon (Converge) y Tre McCarthy en el 2000. Sin duda, un sueño en mayúsculas para una banda que se declara fan de buena parte de su catálogo, especialmente de obras capitales como el “Parting the sea between brightness” (2011) de Touché Amoré”, el “I.V.” (2012) de Loma Prieta y el “Sunbather” (2013) de Deafheaven. Para el trío, el fichaje por un sello independiente con tanta influencia es solo “un premio al trabajo y al esfuerzo”.
“Si tienen que llegar cosas grandes, vendrán y si no, no pasa nada, ya mereció la pena”
“Reveries” [ensueños, en inglés] es el onírico título de su esperado tercer largo, presentado como “el más ambicioso hasta la fecha” de una banda con un gran potencial internacional. Ellos evitan el lenguaje grandilocuente, siempre con la humildad por delante, si bien también observan una evolución positiva disco a disco. “Estamos contentos porque cada EP o álbum ha sido para nosotros un paso adelante respecto al anterior, eso quiere decir que evolucionamos y mejoramos”, celebra Rubén. “No me parece ambicioso a nivel musical porque no hay cosas locas -puntualiza Eric-, pero sí es un disco muy variado por la cantidad de cosas distintas que suceden”. Y no le falta razón, porque en su nuevo largo tocan muchos palos, del post-rock más ambiental al black metal más bruto, sin dejar de sonar a ellos mismos.
Su incorporación al catálogo del prestigioso sello Deathwish Inc. es un auténtico hito para el 'underground' estatal. Para la banda, el fichaje supone el inicio de una ilusionante nueva etapa y, seguramente, una presión extra. “No hay nada que nos guste más que girar, pero lo que no queremos es acabar desconectándonos de nuestra vida real y acabar odiando salir a tocar”, razona el batería, Jaime Díaz, en referencia a los malabares que ya están haciendo para compaginar los conciertos —ya han girado por Europa unas ocho veces— y sus actuales trabajos. “Últimamente vemos muchas bandas grandes que a costa de forzarse a tener que llegar a ciertos objetivos como banda ni se hablan en los camerinos y parecen odiar donde están. No queremos llegar a eso”, añade el batería.
En una de esas giras por el viejo continente conocieron a los integrantes de Touché Amoré y fraguaron una verdadera amistad que se mantiene en el tiempo. De la banda californiana, formada en 2007, aprendieron mucho porque, como dice Rubén, “de repente era como jugar en otra liga”. Compartir escenario y ver cómo trabajaban les vino bien para comprender la importancia de aspectos del directo que antes les podían parecer secundarios. Eric pone un ejemplo: “Fue un antes y un después como cantante. No puedo desgañitarme 17 fechas seguidas como en la gira con SeeYouSpaceCowboy sin ningún tipo de control. He empezado a prestar atención a muchos detalles como el escuchar especialmente bien mi voz por los monitores, calentar unos 30 minutos antes del concierto y darme cuenta de cuándo estoy forzando la voz demasiado para relajar la presión”.
El cantante de Touché Amoré, Jeremy Bolm, una de las personas más queridas y respetadas en la escena screamo y post-hardcore global, además, es su principal valedor fuera de nuestras fronteras. Antes de su gira conjunta ya les había invitado a participar en el recopilatorio “Balladeers, Redefined”, editado por su sello, Secret Voice, en 2023. Esto supuso, sin duda, un pico en su carrera en cuanto a visibilidad a nivel internacional. Pero ¿cómo dio con ellos? “Pues la verdad es que no se lo preguntamos nunca, no teníamos ningún tipo de contacto”, asegura el bajista. “Le vamos a estar eternamente agradecidos por todo lo que ha hecho por nosotros”, remata el batería.
Precisamente Bolm colabora en uno de los temas de su nuevo álbum, “Pomegranate”, un trallazo de dos minutos escogido primer adelanto. “Irónicamente es uno de los temas que menos nos motiva del disco, pero no podíamos no sacarlo como sencillo cantando Jeremy en él”, confiesa Eric, aludiendo a la estructura convencional del tema, algo poco habitual en una banda que huye de las repeticiones en sus composiciones. Sus favoritas, coinciden los tres, son la envolvente “Nocturnal” y la adictiva “Sal en mis pestañas” (una de las tres canciones en español del lote). En esta última, por cierto, también grita el productor del disco, Borja Pérez (Saïm, Sandré, Monteperdido), convertido en una pieza clave del sonido —ya reconocible— del trío desde su participación en el segundo largo, “Armour” (Dog Knights Productions, 2020).
Solo estos tres amigos saben el esfuerzo y los sacrificios personales que hay detrás de su inmaculada trayectoria, con un crecimiento totalmente orgánico, sin saltarse ningún paso, a base de picar piedra y estar siempre dispuestos a quemar kilómetros. Hacen lo que hacen para pasar un buen rato, sacar sentimientos que tienen dentro y compartir momentos con amigos, subraya Jaime, quien solo entiende la banda desde la amistad y la honestidad. “Si tienen que llegar cosas grandes, vendrán —añade—, y si no, no pasa nada, ya mereció la pena”.

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