La Ruina
Podcasts / Ignasi Taltavull Y Tomàs Fuentes

La Ruina

Fran González — 05-12-2023
Empresa — rtve

No hay nada que nos una más como seres humanos que la desgracia, la vergüenza ajena y la inoportuna adversidad. Un lugar común en el que Tomàs Fuentes e Ignasi Taltavull han visto un filón a explotar y la excusa idónea para petarlo en salas y teatros de toda la península a través de “La Ruina”, su particular circo de las vergüenzas y una invitación abierta a que asistentes y seguidores lleven a cabo su singular terapia de shock, contando directamente y a las bravas su experiencia más traumática, incómoda, y en ocasiones, inconfesablemente bochornosa.

Acogidos originalmente en las inmediaciones de La Llama Store (librería barcelonesa especializada en humor y comedia), Ignasi y Tomàs han presenciado ante sus ojos cómo el fenómeno crecía inesperada y exponencialmente, hasta tener que migrar su residencia regular a espacios más holgados –no hay sitio para tanta ruina, parece ser–. Así pues, y desde hace la friolera de cuatro años, la dupla invita a sentarse a su mesa a una celebridad que hace las veces de maestro de ceremonias y posterior juez, con el peaje a pagar de tener que desnudar sus entresijos más íntimos y humillantes al respetable, abriendo así la veda y sirviendo de ejemplo para los posteriores participantes.

Por el respectivo micrófono de “La Ruina” han pasado numerosos nombres consagrados en esto de hacer reír (Berto Romero, David Suárez, Venga Monjas, Ana Morgade, Jorge Ponce, Silvia Abril, Raquel Sastre, Valeria Ros, Dani Rovira), así como valores al alza de la comedia y la comunicación en los últimos años (Eva Soriano, Victoria Martín, Carolina Iglesias, Inés Hernand, Esperansa Grasia, Daniel Fez, Yunez Chaib, Lala Chus, La Pija y la Quinqui), artistas musicales (Ladilla Rusa, Joan Dausà, Suu), actores y actrices (Betsy Túrnez, Miki Esparbé, Nacho Vigalondo, Darko Peric, Laia Manzanares, Judit Martín), y un buen saco de inclasificables que consiguen inesperadamente dar el do de pecho en un contexto como el planteado (El Hematocrítico -recientemente fallecido-, Rodrigo Cortés, Òscar Dalmau, Marc Pastor, Elisenda Pineda, Jordi Évole, Marc Giró).

Pero por supuesto, y a pesar del peso y el renombre del invitado o invitada en cuestión, los verdaderos protagonistas de la velada terminan siendo los ciudadanos de a pie, quienes por voluntad propia apuntan su nombre en un listado de tributos que posteriormente se verán comprometidos a poner a disposición del público la historia de la que menos orgullosos se sientan (con el reconfortante estímulo de competir por la primera baratija que a Ignasi y a Tomàs les haya dado tiempo a comprar la tarde de antes, así como un pack de veinticuatro botellines de una popular marca de cerveza). Y es que entre invitados y participantes se ha logrado construir en torno a “La Ruina” un lenguaje propio (lo que los centennials llamarían hoy día “lore”) con el que identificar de inmediato a sus seguidores y devotos (desde el eye-contact de Modgi, el beef salmantino de Javi García o el famoso secuestro en taxi, pasando por la mona Patxi, las confusiones más atípicas en tanatorios, la flexibilidad sadomasoquista de Tiggerman o el icónico “ya sé quién es” de Tomàs).

Con particular gustera comprobamos que, a pesar de la simpleza del formato, éste continúa creciendo y ofreciendo momentos memorables para sus oyentes y espectadores –recientemente, sin ir más lejos, Tomás e Ignasi tuvieron la inesperada suerte de rememorar el famoso meme de la novia celosa con una de sus protagonistas como sorpresiva participante en pleno directo. Además, durante la primera mitad del presente 2023 la pareja de cómicos logró evolucionar el concepto de “La Ruina” a un formato televisivo, con un comedido espacio en RTVE emitido en catalán que por el momento parece pendiente de renovación. Sin embargo, donde su continuidad no admite dudas es en la podcastfera, donde no solo pueden presumir de ser uno de los programas más escuchados en plataformas, sino también uno de los shows de comedia en vivo que más aforo mueve. Lejos de perder fuelle, la suicida fórmula de Ignasi y Tomàs que les lleva a plantarse ante una multitud sin guión y depositar en las manos de una hornada de participantes desconocidos casi el control total del programa parece no desacelerar en absoluto y el surrealismo confesional que acoge el mismo no baja el listón ni encuentra fondo, fortaleciendo así, y emisión a emisión, este ejercicio de liberación comunal en el que han terminado convirtiéndose sus vidas.

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