Venas al frente, festines de sangre y mal gusto
Libros / Lester Bangs

Venas al frente, festines de sangre y mal gusto

8 / 10
Tomeu Canyelles — 28-11-2023
Empresa — Libros del Kultrum

Por pasional y excesivo; por insobornable y lúcido. La huella de Lester Bangs (1948-1982) en la historiografía del rock es insondable no sólo por lo que escribió, sino por cómo escribió; un magma torrencial de pasión irracional por la música, en su dimensión más amplia; un amasijo de filias y prejuicios que interpelan al lector hasta arrinconarlo y noquearlo por KO técnico y, así, contagiarle ese amor enfermizo que despierta una canción, un disco o un artista.

Exponente ineludible de ese periodismo gonzo que inició Hunter S. Thompson, Bangs fue, muy posiblemente, uno de los críticos más solventes de su generación. Lo fue por sus conocimientos enciclopédicos, por su verborrea hipnótica, por su militancia audaz y por su pluma irreverente, incendiaria y, a veces, desternillante. Esas cualidades fueron fundamentales para que medios como Rolling Stone o Creem ganaran devotos porque, al final, Lester no te hablaba como un comercial dirigido por las mismas discográficas, sino como ese colega que, entre cogorza y cogorza, te habla con el corazón. Sin embargo, la barrera idiomática ha sido determinante para limitar su influencia en los países no anglosajones; de ahí, pues, la importancia de [re]descubrir a Lester Bangs en castellano gracias a la impagable labor de Libros del Kultrum que, mucho antes de crear un catálogo en el que se dan la mano Keith Jarrett y The Clash con Nina Simone y Roger Daltrey, inició su singladura editorial con el deslumbrante “Reacciones psicóticas y mierda de carburador” (18). Para muchos –entre ellos, el que escribe estas líneas– esa primera recopilación a cargo de Greil Marcus fue una toma de contacto verdaderamente memorable, por la importancia de los textos y el amargo poso que quedaba tras su lectura: ¿Porqué llegamos tan tarde a los textos de Lester Bangs? ¿Porqué los críticos ya no escriben así? ¿Qué hubiera pasado si el autor hubiera vivido, no sé, diez, veinte años más?

"Reacciones psicóticas y mierda de carburador” pudo haber sido un ejercicio de revisión aislado y poco más pero, por suerte, el proyecto tiene su continuación gracias a una nueva miscelánea de Lester Bangs a cargo de John Morthland (1948-2016) –crítico musical y, además, albacea testamentario del propio autor– que permite seguir escarbando tanto en su propia vida como en una época de luces y sombras para la industria musical.

¿Segundas partes nunca fueron buenas? Depende. Igual el error sería entender “Venas al frente, festines de sangre y mal gusto” como un simple añadido al volumen predecesor porque, de hecho, tiene los suficientes elementos para ser leído –y, por supuesto, disfrutado– como una obra independiente. Y a pesar que parte de los protagonistas que aparecen en esta nueva entrega ya fueron ensalzados y/o pisoteados en “Reacciones psicóticas y mierda de carburador”, es especialmente interesante ver como Bangs expande su visión hacia otros personajes, obras y/o estilos mediante su singular maestría narrativa. Estas quinientas y pico páginas son otro triunfo más de la subjetividad iconoclasta frente a la objetividad, entendida como algo frío, aséptico, gris, impersonal; eso es lo que hace que sus relatos sean una substancia casi viva y extremadamente cercana. Lo podemos comprobar en esa semana de pura humareda que vivió –y relató, en forma de crónica– en Jamaica o en la entrevista que hizo al fantasma de Jimi Hendrix, años después de su fallecimiento: “Jimi ha llevado un estilo de vida bastante monástico estos últimos años”, asevera el hijo de puta.

Engancha –y mucho– esa “sempiterna búsqueda de raíces” de estilos como el punk, en los que Bangs pone a la disposición del lector sus recursos más hilarantes porque, para él, el punk “no sólo es estar dispuesto a comer coños mientras sueñas con algún disco que quieres comprar” sino también “vomitar sobre tu precioso ejemplar de ‘Kick Out The Jams’ sin que te importe lo más mínimo”. En otro de sus textos, Lester ya se encarga de dejar bien clara su animadversión hacia MC5 y su debut, un álbum que entendía como “un desguace de clichés y horrísonos ruidos”. Queda claro que la leyenda de Bangs se forjó, también, por su mala flema contra todo/s. Para él, Dead Boys eran “absolutamente inofensivos” y Cannet Heat una banda tenía una “rampante falta de imaginación”, al tiempo que Paul McCartney, esa leyenda que adolece de “déficit de credibilidad”, lastraba su talento haciendo “preciosas cintas de boutique, decidido a set tan intrascendente como los Carpenters”. Desde luego hay hostias como panes en “Venas al frente, festines de sangre y mal gusto” –incluso para las revistas que otrora le dieron de comer como Creem, que “se ha convertido en un repositorio de torpes galimatías escritos por gente que no tiene agallas”- pero, también, piezas tan memorables como los “vínculos” artísticos de Bob Dylan con la mafia o el provechoso retrato humano que hace sobre Lou Reed el mismo año que publicaba “Berlin”.

“Venas al frente, festines de sangre y mal gusto” resulta extenuante y/o exigente en cuando a desarrollo, pero también fascinante por el trasfondo de su contenido; ejercicios de pura libertad periodística, audaces en su momento e impensables en los tiempos que corren. El camino que nos lleva de vuelta a Lester Bangs implica un empacho de crónicas groseras, críticas trasnochadas y ensayos breves, pero memorables, que hacen de éste uno de los títulos musicales más provechosos del 2023.

 

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