The Young Team

Graeme Armstrong se ha convertido el nuevo autor tocado por la varita de lo excepcional dentro de la escena narrativa escocesa, en base a las virtudes que destila la que es su primera y ya venerada novela, sumando un sinfín de alabanzas que incluyen no pocos premios. “The Young Team” es una obra con extensa base autobiográfica, en la que el de Airdrie reproduce, cabe suponer que a medio camino entre realidad y ficción, las que fuesen sus propias experiencias como miembro de una banda inmersa en plena lucha territorial sita en la peligrosa zona de Lanarkshire en Glasgow.

El firmante vuelca el peso de la narración sobre el personaje de Azzy Williams, un quinceañero que funciona –con pretendida ausencia de disimulo– como alter ego del mismo escritor a lo largo de diez años. De este modo, el argumento transita entre el inevitable consumo y tráfico de drogas, sexo, delincuencia, música (rave y trance en su mayor parte), violencia, hermandades, cigarrillos, ansiedad y la no menos obligatoria ingesta de alcohol. Una suerte, efectivamente, de “Trainspotting” (93) actualizado al siglo veintiuno, que descoloca por su incómodo realismo e implicación –quizá en dosis mayores que el clásico de su compatriota Irvine Welsh–, al tiempo de dibujar cierta esperanza (en forma de madurez) que potencia su magnetismo. “The Young Team” no es una lectura sencilla dado el argot empleado por sus protagonistas (con una traducción titánica a cargo de Carolina Santano), pero tampoco por ese contenido capaz de agitar conciencias y estómagos con su capacidad reflexiva. El fondo y la forma conformando esa doble singularidad en donde prende el arrasador atractivo de la lectura en cuestión.

La amalgama de elementos deriva en un relato fascinante y adictivo, con áspero aroma urbano cubriendo sus casi quinientas páginas al mismo tiempo que presenta un halo de luz al final del camino. Es verdad que procede esperar al siguiente (y esperadísimo) título con la firma de Armstrong, para saber si el talento que borbotea incesante en “The Young Team” tiene continuidad y va más allá del (por otro lado) cegador destello que ha supuesto la referencia. Pero lo que es indudable es que el británico ha dejado, con la intensidad narrativa y gran emotividad de su estreno, un poso difícil de ignorar.