Set The Night On Fire. Tocando la guitarra con The Doors
Libros / Robbie Krieger

Set The Night On Fire. Tocando la guitarra con The Doors

8 / 10
Xavier Llop — 16-01-2023
Empresa — Alianza Editorial

La historia de The Doors nos la han contado ya unas cuantas veces. Recuerden, desde la lejana biografía de Jim Morrison llamada “No One Here Gets Out Alive” (1980), pasando por el biopic de Oliver Stone (“The Doors”, 1991), diversos documentales e, incluso, las autobiografías de Ray Manzarek (“Light My Fire”, 1999) y John Densmore (“Riders On The Storm: My Life With Jim Morrison And The Doors”, 1991). Así que faltaba la versión de los hechos de Robbie Krieger, el guitarrista que siempre estuvo ahí, el hombre que creó algunos de los riffs sin los que The Doors serían inconcebibles. Y aquí la tenemos.

¿Qué aporta su relato a lo ya conocido y asumido sobre la banda californiana? Pues no pocas aclaraciones y nuevas perspectivas. Además, bastante interesantes. Para empezar, señalemos el estilo directo y nada pomposo de Krieger al narrar sus vivencias. Muchos capítulos, pero muy cortos y directos al grano, junto a las numerosas fotografías intercaladas en el texto, hacen que la lectura sea especialmente amena. Mientras, la cantidad de valiosas anécdotas a las que recurre, con licencia auto otorgada para no seguir estrictamente un orden cronológico, nos llevan a pasar de la sonrisa a la admiración o la tristeza sin apenas darnos cuenta.

Por otra parte, en estos casos es relevante apreciar cómo maneja el autor su propio ego, así como las rencillas y cuentas pendientes con sus ex compañeros de grupo. En este sentido, cabe destacar la elegancia de Krieger a la hora de llevar a la palestra los temas más delicados. Su tono es ante todo conciliador y respetuoso, incluso al referirse a los mayores desmanes de Jim Morrison cuando éste estaba fuera de control. Lo cuenta, sí, pero se asegura de citarlo acompañado de un piropo o una referencia a alguna de las virtudes del cantante. Con todo, hacia el final del libro, cuando aborda el farragoso proceso legal de demandas que se interpusieron los supervivientes del grupo entre sí, se percibe lo doloroso que fue aquello para él.

Por lo demás, se aprecia también su afán por desmentir leyendas urbanas. En especial, las licencias artísticas que se tomaron en su momento Oliver Stone y otros que, tratando de convertir el legado de The Doors todavía más atractivo de lo que es, reinventaron la historia sin miramientos. De hecho, al propio Ray Manzarek también le acusa de inventar para mitificar en exceso al grupo, lo que nos lleva a uno de los pasajes más hilarantes del libro. Según nos cuenta Krieger, el teclista no sólo en alguna ocasión puso en duda en público que el fallecimiento de Morrison fuera cierto, sino que además, al alejarse de la tumba del cantante en una visita años después del entierro, soltó: “No está ahí. Te lo digo yo”. Krieger no pudo más que responder: “Vamos, Ray. Por el amor de Dios”.

A fin de cuentas, esta actitud realista, unida a la forma abierta y autocrítica con la que el guitarrista no rehuye temas como su adicción a las drogas, la enfermedad mental de su hermano gemelo o, musicalmente, su frustración cuando no tuvo más remedio que aceptar que la gloria de los mejores días de The Doors no volvería, le da credibilidad al autor y genera empatía en el lector. Gran historia, excelentemente contada.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.