Mi trabajo todavía no está acabado
Libros / Thomas Ligotti

Mi trabajo todavía no está acabado

7 / 10
José Martínez Ros — 10-01-2024
Empresa — Valdemar

Thomas Ligotti (1953) saltó a la fama como consecuencia del fenómeno global que significó la primera temporada de “True Detective”. El creador de la serie, Nic Pizzolatto, explicó que, para construir el fatalista personaje de Rust Cohle, se inspiró en los escritos de este oscuro autor de culto, que vio cómo su obra, publicada hasta entonces en pequeñas editoriales independientes, atraía por primera vez a numerosos lectores.

Como sus antecesores, Poe y Lovecraft, se trata de un autor –fundamentalmente– de relatos. Aparte de estos, recopilados en varios volúmenes, sólo ha publicado un ensayo, cuyo contenido está resumido a la perfección en el título “La conspiración contra la especie humana”; tal vez el manifiesto literario más elocuente jamás redactado con la intención de convencernos de que nuestra existencia sobre la faz de la tierra es un error imperdonable, uno que sólo podríamos mitigar con una extinción masiva y voluntaria. Por el contrario, no tiene nada en común con su contemporáneo, Stephen King, un novelista de ambiciones dickensianas que, en su última página, suele salvar a su protagonista y detener al monstruo. En los cuentos de Ligotti –como en los de Lovecraft-– el destino de sus principales personajes es mucho más ominoso: la locura, la conversión en otro monstruo o la muerte. No importa lo que hagamos: en su universo narrativo, nadie merece algo mejor. Y mientras que King es, en sus mejores momentos, un soberbio escritor realista, claro y luminoso, a pesar de todos los horrores que contengan sus libros, Ligotti es barroco y onírico. El escenario de sus cuentos es Norteamérica, en algún punto del siglo XX, pero, en realidad, podrían transcurrir en cualquier parte o, quizás más probablemente, en ninguna: son siempre descripciones de una pesadilla.

Valdemar ha ido trayendo a nuestro país los libros de cuentos de Ligotti. Ahora le ha tocado el turno a este singular volumen “Mi trabajo todavía no está acabado”, que reúne tres relatos, el primero de los cuales, además de dar título al libro, tiene la extensión de una novela corta. Uno de los atractivos es ver a su autor alejarse –hasta cierto punto– de sus paisajes y protagonistas acostumbrados: de las sectas y los rituales esotéricos, de las pequeñas ciudades aisladas, de los estudiosos que se topan con un mal inmemorial. En este caso, nos enfrentamos a “horrores corporativos”. En este primer cuento, de hecho, estamos en el interior de una gran empresa. El narrador, Frank, es alguien que desempeña un puesto de cierta responsabilidad, pero se esfuerza muchísimo en no destacar, en parecer alguien anodino, en no dejarse vampirizar por las dinámicas laborales. Todo cambia –a peor– cuando, por primera vez en su carrera, toma la iniciativa y plantea una nueva idea a su jefe, Richard. El problema es que esta idea es realmente buena y Richard hará todo lo posible para apropiársela y negarle a él cualquier mérito. Las consecuencias serán tan inesperadas como, por supuesto, terribles.

En el segundo cuento, “Tengo un plan especial para este mundo” la compañía Blaine se instala en una ciudad apodada La Ciudad del Crimen, por su altísima tasa de criminalidad, un lugar sombrío envuelto en una permanente neblina amarillenta. La reputación del lugar se revela como merecida cuando distintos empleados de la compañía empiecen a ser víctimas de unos enigmáticos asesinatos. Mientras, en “La red de pesadillas” encontramos al Ligotti más experimental: el cuento se construye a través de anuncios, comunicaciones comerciales, guiones de anuncios publicitarios, etcétera, para relatarnos el auge y caída de una particular corporación.

Pero, además, en Valdemar han incluido un muy curioso extra en esta edición: el guion de un capítulo nunca rodado de “Expediente X” que Ligotti y Brandon Trenz escribieron y que acabó siendo rechazado por la productora. Es una lástima, porque, siendo fiel a la esencia de la serie de televisión, y a las personalidades de Mulder y Scully, es una muy buena muestra de terror cósmico. “Por aquel entonces, alrededor de 1996, ya no era un espectador habitual de ‘Expediente X’ y no me interesaba en lo más mínimo escribir para ese o para otro programa de televisión”, nos dice. “Al mismo tiempo tampoco estaba escribiendo mucho en el campo de la ficción de terror, y pensé que tal vez dejaría de escribir del todo. Esta situación me dejaba sin nada que hacer para el resto de mis días… En otras palabras, no tenía ninguna distracción de importancia que se interpusiera entre la certeza de mi muerte y yo”. Puro Ligotti.

 

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