Fe, esperanza y carnicería
Libros / Nick Cave Y Seán O’Hagan

Fe, esperanza y carnicería

7 / 10
José Martínez Ros — 24-01-2024
Empresa — Sexto Piso

“Tiendo a pensar que mis discos se construyen sobre un anhelo inconsciente de algo. Si es un anhelo de caos o de paz depende mucho de lo que sucedía en ese momento”. Esta es sólo una de las muchas citas memorables de este libro que recoge una sucesión de conversaciones entre Nick Cave y el periodista y crítico musical británico Seán O’Hagan. Unas charlas con un grado genuinamente asombroso de intimidad; es obvio que se trata de dos viejos amigos. Sus diálogos tienen, por así expresarlo, una dinámica socrática: O’Hagan se encarga de proponerle temas, de recordarle anécdotas o fragmentos de canciones, y deja que su interlocutor se explaye, lo cual agradecemos. El responsable de discos tan maravillosos como “Murder Ballads” o “Put The Sky Away” es un conversador elocuente y reflexivo. Y con una mirada cargada de lucidez sobre nuestro mundo, ya hable del COVID-19 o de la llamada cultura de la cancelación (“creo, como regla general, que el elemento vital del arte es aquel que nos deja perplejos o desafía nuestra indignación. Pienso que el arte debe confrontar e incomodar…”).

O’Hagan y Cave van saltando entre infinidad de temas: la infancia de este último en un apacible rincón de la Australia rural (“ fue como una de esas niñeces idealizas de las novelas de Stephen King y de las películas de Steven Spielberg”); la relación con sus padres, un profesor de literatura y una bibliotecaria, que por supuesto le legaron su amor por los libros; su adolescencia rebelde y sus años salvajes con The Birthday Party; su larga adicción a la heroína (“me arrestaron muchas veces y me dieron a escoger entre la rehabilitación o la cárcel”); su esposa, Susie, que le convenció para dejar definitivamente las drogas (“me dije: amo a esta mujer y voy a fastidiarlo todo si no hago algo radical”); sus encuentros y desencuentros con otros músicos, incluidos los exmiembros de The Bad Seeds como Blixa Bargeld (“no me metí al rock and roll para tocar rock and roll”); su relación de amistad y compañerismo con Warren Ellis; y mucho más. Sorprende, o quizás no tanto, la intensidad de sus inquietudes religiosas: uno de los muchos aspectos que convierte a Cave en el sucesor de otro “hombre de negro”: Johnny Cash.

Hay, sobre todo, una figura, una circunstancia, que aparece una y otra vez: la muerte de su hijo, Arthur, en un trágico accidente. Al respecto, Cave relata una fábula budista, que también recoge en una de las canciones de “Ghosteen”:“Kisa tiene un hijo que está enfermo y corre por el pueblo en busca de ayuda, pero los aldeanos se dan cuenta de que el bebé ha muerto y le dicen que lo entierre en el bosque. Abatida, Kisa consulta a Buda, quien le dice que vaya de casa en casa y recolecte semillas de mostaza para que pueda curar al bebé. Pero la avisa de que solo puede obtener las semillas en casas donde nadie haya muerto. Así que Kisa se pone en camino, pero, desde luego, en cada casa que visita ha muerto alguien. Regresa con el Buda sin ninguna semilla de mostaza, pero habiéndose dado cuenta de que la muerte es parte del gran río de la humanidad, que todo el mundo ha experimentado pérdidas. Entonces acepta que su bebé ha muerto. Y puede enterrarlo”.

 

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