Hay autores que imaginan y escriben historias y otros que hacen historia y luego nos la cuentan. Nada que reprochar a los primeros, siempre que sepan crear relatos interesantes, pero no me negarán que la narración de los segundos aporta un valor añadido evidente. Este último es el caso de Loquillo, que con este tomo -continuador de los ahora reeditados “El chico de la bomba” y “Barcelona ciudad”- describe en primera persona su salto del anonimato a la popularidad, del servicio militar a los platós de televisión, de la adrenalina de Los Intocables a la solvencia de Los Trogloditas, de las turbulencias provocadas por el 23-F al éxito de “El ritmo del garaje”, de su hastío en Barcelona ciudad, al desenfreno de unas calles de Madrid en las que había muerto el silencio a golpe de guitarra y mucho colorido.
Con un estilo directo y sin pelos en la lengua, el Loco no olvida relatarnos su delirante paso por el ambiente rural de Vic, localidad de origen de tres de sus Troglos. Tampoco se corta al hablar de sustancias prohibidas, al criticar a parte de la fauna que se exhibía en La Movida o al hacer valoraciones políticas -por supuesto discutibles- sobre los tiempos de auge del felipismo y el pujolismo. Quienes vivieron esa Barcelona o ese Madrid todavía en agitada transición, notarán aquí cómo sus recuerdos vibran a ritmo de “Rock and Roll Star”. Quienes hayan llegado a la música de Loquillo a posteriori, por su parte, descubrirán un ambiente urbano caótico y emocionante que se fue hace mucho para no volver. Ni unos ni los otros sentirán que hayan malgastado su tiempo con esta lectura.
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