El cambio que supuso para la vida profesional de Pedro Vallín pasar de las páginas de cultura a las de política, con especial dedicación a la vida parlamentaria española y a las idas y venidas de Podemos, le sirvió para explorar un estilo de crónica periodística híbrida, mestiza, entre ambos mundos. Vallín es un autor con una buena pluma y una inteligencia evidentemente lúcida que cree que ha dado con la tecla del fondo y de la forma y como muestra están sus dos primeros libros en dos años, ‘Me Cago en Godard’ y este ‘C3PO en la corte del Rey Felipe’.
El primero de ellos es un libro de crítica cultural que se encabalga en la política para mostrar la tesis del periodista asturiano de La Vanguardia de que las superproducciones del cine de Hollywood son netamente progresistas mientras que el cine de autor, sobre todo el europeo, es burgués y conservador, cuando no reaccionario. Este segundo es un libro político donde se sirve de sus conocimientos de cinefilia para dotar de cierto empaque intelectual a su visión de la política española de la última década.
Más allá de esta visión política (afortunadamente ese no es mi negociado) el libro es ágil y entretenido, se lee con ganas y engancha. La escritura de Vallín, la gran mayoría de las veces, es ligera y amena y, desde luego, sabe contar historias. Quizá la gran lacra del periodismo en los últimos años es que sus hacedores han dejado la narrativa en un cajón sepultada por un montón de carpetas con títulos técnicos en estrategias digitales. No es el caso de Vallín que, además, comienza su ‘C3PO en la corte del Rey Felipe’ con un preciso manifiesto sobre el oficio con el que no puedo estar más de acuerdo: el periodismo a día de hoy debe ser discursivo. Las noticias ahora llegan de mil formas mucho más rápidas que los periódicos diarios, así pues, el periodista debe ser capaz de construir una historia verosímil sobre lo que está sucediendo, mientras aporta ideas y pistas sobre qué pasará en el futuro. El periodista se funde con el storyteller, el buen periodista dota de sentido a la realidad del lector.
Es en este sentido en el que este libro es realmente interesante. Sirve para entender cosas, algo que va de la mano de los buenos libros. Estemos de acuerdo o no con lo que se nos cuenta, Vallín es capaz de armar un relato sólido sobre la última década política en nuestro país. Un relato en el que creen, gracias a Vallín, entre otros, millones de personas. Puede ser usted, su vecino o su jefe. Vivir de espaldas a las realidades de los demás es criminal; no tener referencias para explicar las tuyas es casi peor.
Sin embargo (hay quien cree que lo que va antes de un pero no vale nada), Pedro Vallín peca por exceso al querer que todas las piezas del puzzle político encajen con su versión de los hechos, en un arrebato de “todos tontos menos yo” que me parece indigno de su prosa. También peca por defecto a la hora de enarbolar argumentaciones sólidas. Comenzábamos esta reseña hablando de que Vallín cree haber dado con la tecla de su estilo. Así se ha permitido trabajar este libro más deprisa de lo que hubiera debido si entre sus objetivos -solo si sí- está el de convertirse en un ensayista de largo recorrido profesional e intelectual. ‘C3PO en la corte del Rey Felipe’ es un compendio de artículos publicados e inéditos y reflexiones a vuelapluma y de cierto calado a partes iguales, pero la pátina cinéfila que le ha ganado un espacio en Mondo Sonoro no es más que un armazón a posteriori. Mientras que C3PO sigue siendo él aunque le hayan robado su cuerpo dorado, este libro no sería viable sin la incorporación a posteriori del título que le hace brillar. Igual que con los guisos sosos, echar la sal con la comida en el plato no queda igual de bien.
La otra arremetida que Pedro Vallín hace contra sí mismo es la de hilvanar argumentaciones confiando en la velocidad de sus lectores. Recuerdo más de media docena de ocasiones en las que, al detenerme un segundo extra sobre lo que acababa de leer, me daba cuenta de que el dueño del Bígaro estaba renunciando a toda construcción lógica. En ese sentido sí que se hace necesaria su introducción sobre el estado del periodismo como arte retórica: Vallín está más centrado en ser verosímil que en ser veraz. Construye muchos de los pilares de sus ideas por superposición, dando por hecho premisas entre medias que no ha justificado previamente. Si estuviéramos hablando de cine, daría más igual que hablando de política.
Es por eso por lo que ‘C3PO en la corte del Rey Felipe’ es un libro únicamente recomendable y entretenido. A Pedro Vallín le ha podido el ansia del prestigio, ese concepto del que trata ‘El Truco Final’ de Christopher Nolan y que lleva al mago a volcar su vida y su obra para llegar al momento en el que la gran parte del público se levanta y aplaude, sugestionados por el propio ansia de ilusión y que, a veces, se vuelve en su contra cuando el ojo experto se posa sobre su engaño.

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