Nos extinguimos

Tiburona manejan algo que las diferencia de otras militantes en esa sección femenina que está oxigenando de testosterona la escena patria de guitarras, en una sección afortunadamente cada vez más numerosa en la que militan, entre otras, Las Odio, Cariño, Shego, Ginebras, Aiko el Grupo o Melenas. No es que el trío formado por Laura del Amo, Rita Dolores y Supercarmen Merino sea mejor o peor que cualquiera de sus compañeras de liga, pero cuentan con esa chispa específica que orientan en beneficio propio con credibilidad y convencimiento.

Se trata, ante todo, de ese marcado aroma retro yeyé con preferencia por garaje-pop, vitaminado adicionalmente con elementos del surf y el power-pop al servicio de unas composiciones de aspecto muy atractivo. Unas cualidades que resplandecen, en primer plano y sin interrupción, a lo largo del presente “Nos extinguimos”, un disco de ideas claras, orgulloso y con actitud, además de aderezado en base a un ritmo apresurado que, en apenas veinticinco minutos, despacha con rabia nueve pildorazos de aspecto macarra y alma pop.

Unos temas afilados e irónicos que beben del espíritu maldito de The Cramps, The Shangri-las, The B-52s o Undershakers, y lo mismo apuntan a los sesenta que a los noventa, mientras no pierden de vista una actualidad reflejada en todas aquellas historias contenidas en las canciones. Sucede con la narrativa de “Pensando en ti”, el hit “Brebaje de amor”, “Horizonte de sucesos”, “Almuerzo desnudo” (que nos recuerda cuánto molaban Dum Dum Girls), “Relación abierta”, una “Errante” con ecos a las colombianas Elia y Elizabeth, o la mala uva final de “Que mueras bien”.

“Nos extinguimos” es un firme paso al frente de Tiburona con respecto a aquel debut también valioso que fue “Sola y feliz” (Auto, 21) y algún EP previo; y también (y sobre todo) luce como declaración de intenciones en firme por parte de las madrileñas. Un álbum que cunde exponencialmente y esconde algunas de las mejores canciones con la firma del grupo hasta la fecha. Del tipo de esas que, en los conciertos del power-trío y cuando prendan al contacto con el escenario, acabarán a buen seguro convertidas en clásicos de su repertorio tras el desparrame del público.