Andrew Bird formó parte de una de las bandas más particulares de la movida neo-swing, Squirrel Nut Zippers, aunque realmente jugasen en otra división y sus influencias tomasen otros caminos. Por eso no extraña que su carrera en solitario tampoco sea excesivamente convencional.
Polifacético e inclasificable músico (compuso una banda sonora para Tim Robbins, a la vez que le daba clases de folk en una modesta escuela), su música combina el influjo de Nueva Orleans, el folk de los años treinta y el pop clásico estadounidense. Sus dos primeros discos en solitario (en los que contaba con la estrecha colaboración de su compañera Katherine Whalen) seguían una línea similar a la de aquellos, para, a partir de "The Swimming Hour", orientar su música hacia terrenos más pop. En este caso y como si se tratase de un Howe Gelb en alza o una mutación de Jolie Holland, Bird firma un álbum muy lírico que sabe sacar provecho de los ambientes, de arreglos sutiles y en el que la instrumentación resulta más importante que su propia voz (excelente en "Measuring Cups"). A destacar la vibrante "Banking Of A Myth" y esa joya de mambo y salsa que es "Skin Is My".
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