The Big Mess
Discos / Tanlines

The Big Mess

7 / 10
Fran González — 30-05-2023
Empresa — Merge Records
Género — Indie pop

¿Se puede hacer balance de los recientes e intensos años acaecidos, sin caer en tentadoras y traicioneras trampas emocionales? Ésta es la muy ambiciosa línea intencional que Eric Emm y Jesse Cohen se han propuesto seguir para dar forma a su regreso como Tanlines, ocho años después de que nos ofrecieran su último álbum de estudio con “Highlights” (True Panther Sounds, 15). No es de extrañar que, como consecuencia de lo mucho que han cambiado tanto ellos como el mundo que les rodea desde la última vez que se les vio juntos, su tercer trabajo reciba ahora el título de “The Big Mess” (Merge Records, 23), pues pocos enunciados más sucintos y precisos se nos ocurren para resumir lo que ha supuesto enfrentarse a la presente realidad.

Con tiempo y distancia de por medio, Emm y Cohen no solo han logrado que el proyecto no se resienta, sino que éste ha terminado siendo objeto de atención para la casa discográfica Merge Records (The New Pornographers, Superchunk, The Mountain Goats), suponiendo este tercer LP su debut con la misma y una expectante nueva etapa para Tanlines, marcada por esa incesante mirada al pasado (“It’s been a long time…” comienzan cantando en la homónima “The Big Mess”) que se termina convirtiendo en el fuel perfecto para prender la mecha de su mejor sonido.

Pese a esa cierta melancolía que se presume protagonista a lo largo del álbum, con cortes en los que sus artífices recalan en el hecho de haber superado los cuarenta o con los que tratan de aceptar el nuevo mundo que les rodea (“I'm just trying to be me, in this new reality”, cantan en “New Reality”), hay algo en la energía de las once piezas de “The Big Mess” que nos lleva a confirmar que el parón de la formación neoyorquina, extendido a razón de la obligatoriedad exigida por la pandemia, no les ha podido sentar mejor. Una sofisticada reverberación en las formas, sumada a la profundidad tonal de sus líneas, nos revela una producción brillante que acoge bajo su seno no precisamente pocos temas con potencial de himno, ya bien sea a golpe de sensualidad rasgada y estival (“Burns Effect”) o tirando de ritmos de indie-pop arquetípico que endulzan al más pintado (“Outer Banks”).

El talento multinstrumental del dueto logra que ciertas pistas firmadas a cuatro manos terminen sonando con una fuerza capaz de llenar estadios, y de paso nos facilita la posibilidad de ver a Emm y Cohen moverse con comodidad entre elegantes líneas estilísticas que miran desde la pasión hacia ciertos sonidos retro de color añil y pretérito (“Hold On”, “Clouds”). La guinda la pone la lacónica mirada de la dupla, empeñada en hacernos ver su pertinaz esfuerzo por lograr que su vida funcione o comprender mejor hacia dónde va la misma, echando mano de un discurso que bien recordará a los más recientes The National (“Speed”) y abrazará cuestiones de elevada enjundia, como la masculinidad frágil o la política de extremos. Un pop sesudo, no exento de ser juguetón cuando toca, que nos regalará momentos de introspección y baile a partes iguales.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.