“Antidepressants” es el décimo disco de estudio de Suede, quinto dentro de esa segunda etapa del grupo acontecida tras una separación que duró siete años y que, en 2010, llegó a su fin con el reencuentro de cara a un concierto benéfico a favor del Teenage Cancer Trust que ya tendría continuidad hasta el día de hoy. Se iguala así el casillero con los logros atesorados en cada una de las dos fases de vida de la formación, al tiempo de refrendar (una vez más) que el suyo es uno de los regresos más sólidos e interesantes de entre los protagonizados por grupos de su generación.
“Antidepressants” coge el testigo del también más que notable “Autofiction” (BMG, 22) y, si aquel cabía asumirse como el disco punk de Suede, la presente entrega bien podría catalogarse como el álbum post-punk del grupo. Una especie de continuación lógica que apuesta por sonido realista y directo –la producción corre a cargo del habitual Ed Buller–, en donde el quinteto mantiene su esencia a lo largo de un elepé envuelto con capa de entreverada oscuridad, nervio contrastado, líneas gruesas, agresividad y, en definitiva, tonalidades con preferencia por el blanco y negro. Una obra más visceral, en la que subyace la teatralidad y épica propias del grupo, pero alejadas de ese dramatismo más evidente, sin arreglos orquestales y con la sombra de Scott Walker difuminada. Un álbum que se lanza directo a la yugular, sin preliminares ni adornos y que, de alguna manera, asoma como la cara opuesta (y sombría) de “The Blue Hour” (Warner, 18).
El lote resulta tan convincente (en estas nuevas coordenadas) como el mencionado álbum de 2018 y, de paso, prueba la versatilidad siempre coherente del combo. La referencia es un cúmulo de las diferentes manifestaciones de Suede, que acumula canciones tan rabiosas como elegantes del tipo de “Criminal Ways”, “Sweet Kid”, “Broken Music” o “Sound And The Summer”, pero también éxitos instantáneos como “Disintegrate”, la propia “Antidepressants”, “Trance State” o ese clásico inmediato de la banda que es la optimista “Dancing With The Europeans”. Junto a ellos, pespuntes propios de discos más reflexivos, caso de las preciosas “Somewhere Between An Atom And A Star” y “June Rain” (en la que la inevitable influencia de David Bowie se hace patente), aquí brillando como excepción a la regla. El lanzamiento se cierra con la distinción tan de la casa (en este caso pasada por el tamiz de The Cure) de “Life Is Endless, Life Is A Moment”.
“Antidepressants” es otro golpe de autoridad de Suede. Un valeroso paso al frente por parte de una banda veterana a la que, a estas alturas y con un buen puñado de títulos atemporales en su haber, no cabe reclamar ningún tipo de demostración adicional. Un compromiso sito en torno a una dirección que, aun manteniendo premisas innegociables, resulta de algún modo inédita. Un disco, en definitiva, valiente y ampliamente inspirado, firmado por una banda que se intuye compactadísima y cómplice en torno a su propia (e inquieta) madurez, con la lírica y espectacular voz de Brett Anderson marcando los tiempos y señalando el camino.
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