Kelly Jones ha demostrado, con cierta frecuencia, ser un solvente compositor apto para concretar mayoría de medios tiempos de corte clásico. Una habilidad que, combinada con su bonita y característica voz rota, viene dando empaque a la carrera de Stereophonics desde que la banda apareciera en escena en los noventa, optando, con el cambio de siglo y discos como “Just Enough Education To Perform” (Universal, 01), a un éxito generalista capaz de desbordar la (teórica) escena indie. Casi tres décadas después de la formación del grupo, Jones sigue liderando Stereophonics en un empeño que, por el camino, ha perdido cualquier atisbo de sorpresa, al tiempo de dejar en el casillero obras prescindibles del tipo de “Keep Calm And Carry On” (Universal, 09) o “Kind” (Parlophone, 19).
Una tendencia algo inerte que, en términos generales, no parece mejorar de cara a “Make 'em Laugh, Make 'em Cry, Make 'em Wait” –decimotercer disco ya en el haber del combo galés–, pero que al menos (y sin duda) se sitúa algún peldaño por encima de la marcada por los títulos señalados. No en vano, la presente referencia incluye un pequeño puñado de canciones capaces de rememorar que, en efecto, Kelly Jones puede ser un creador interesante que sigue teniendo en Faces y Rod Stewart su principal piedra de toque. Son cortes como esa “Make It On Your Own” que abre el fuego, “Seems Like You Don’t Know Me”, “Eyes Too Big For My Belly” o “Colours Of October” (la mejor del lote) que, al menos en periodos de cuatro minutos, devuelven la fe en el combo con origen en Cwmaman.
En cualquier caso, “Make 'em Laugh, Make 'em Cry, Make 'em Wait” vuelve a incidir en un error recurrente desde hace tiempo en el cuarteto, que remata el asunto con una producción excesiva capaz de limar aristas hasta presentar un producto domesticado y apto para el gran público. Es así como las mencionadas canciones adquieren un exceso de azúcar que resta credibilidad a esa esencia compositiva que, en pleno contraste y al mismo tiempo, supone el principal activo de la referencia. Cabe suponer, por tanto, que las maquetas de “Make 'em Laugh, Make 'em Cry, Make 'em Wait” –todavía sin el envoltorio de esa parafernalia que lastra a este salvable conjunto de canciones–, ganarían en credibilidad y pegada. Precisamente, los males endémicos que suelen señalar (por su ausencia) los detractores de Stereophonics.
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