MA. Live In Tokyo
Discos / Silvia Pérez Cruz & Marco Mezquida ...

MA. Live In Tokyo

8 / 10
Toni Castarnado — 16-05-2020
Empresa — Universal Music
Género — Canción

Hay algo en Silvia Pérez Cruz que aplaudo y envidio: su libertad para decidir y tomar los caminos que más la apetecen. En un momento dado, tras el éxito y el ruido que hizo “No hay tanto pan”, otra artista hubiese ido a degüello dispuesta a comerse una industria que necesita de ejemplos como el suyo. Afortunadamente este no es el caso. Después de “Vestida de nit” ya dejó claras sus intenciones, deseaba asumir más riesgos. Lo cual, y siendo ella, no es tema menor, pues nunca se caracterizó por ir a únicamente hasta cotas sencillas. Se involucró en un proyecto, Grito pelao, actuando en teatro junto a la bailaora Rocío Molina en una representación en que todo giraba alrededor de la experiencia de la maternidad. A continuación, más conciertos, como los que hizo con Toquinho y Javier Colina, tres maneras de ver y vivir la música con formas exquisitas. Y a todo esto, su aventura japonesa junto a otro que no tiene techo, un Marco Mezquida que se mete en el bolsillo a todo el mundo, gracias a una clase y delicadeza que no pasan desapercibidas.

En octubre de 2019, tras dos años de compartir escenarios, juntos tomaron un vuelo en dirección a Tokio para registrar un directo en el Blue Note de la ciudad. Aquí no hay truco. Ella a la voz y la guitarra, él acompañando al piano. ¿Y el repertorio? Un puzle que tiene de todo, desde referencias hermosas y cálidas a las islas (“Mallorca i no tornarà”, “Na nena (tornada a Menorca)”), hasta guiños al pop aunque llevados al terreno del jazz, con “No Surprises” de Radiohead y “Sound Of Silence” de Simon & Garfunkel como bonitas sorpresas.

En este documento, y apelando a un título ambiguo (“MA”) que en realidad no tiene traducción (es lo que hay entre cosas), señalamos el respeto de los nipones a los artistas, por el silencio casi permanente y por entender que la música puede emocionar en cualquier campo, y que no importa que cantes en portugués, en castellano, o que acabes el recital con ese “Pequeño vals vienés” convertido en himno universal, el aplauso va a ser sincero.

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