Set My Heart On Fire Immediately
Discos / Perfume Genius

Set My Heart On Fire Immediately

9 / 10
Raúl Julián — 16-05-2020
Empresa — Matador / Popstock!
Género — Pop

Mike Hadreas ha evidenciado siempre lo ambicioso de su creatividad, en una cualidad que, lejos de extinguirse, ha continuado creciendo con el paso del tiempo y materializándose en cada nuevo disco de Perfume Genius. Es así como el norteamericano ha trazado una discografía casi intachable que puntúa siempre por encima del notable. Sucede desde aquél estreno que fue Learning (Matador, 10) o su continuaciónPut Your Back N 2 It (Matador, 12), además de en los brillantes Too Bright (Matador, 14) y “No Shape” (Matador, 17). Un proceso en el que Hadreas nunca ha dejado de mirar hacia adelante, manteniendo intacta la base de su identidad, pero aprovechando cada entrega para asumir retos inéditos y sumar tonalidades adicionales a la paleta. Un proceso que, sin duda, continúa en el que ya es su quinto álbum de estudio, en el que el autor se muestra más inquieto pero también sofisticado que nunca.

Perfume Genius regresa con un disco imponente en cuanto a sensaciones se refiere, pero también logrando la exquisitez de todos y cada uno de aquellos sonidos dispuestos en la entrega. El músico templa y somete a puro antojo esa teatralidad implícita a su obra, propiciando así una serie de escenas coherentes pero bien diferenciadas entre sí, en lo que resulta ser un amplio abanico de recursos. “Set My Heart On Fire Immediately” se abre con el clasicismo apabullante de “Whole Life”, pieza creciente y bellísima que noquea al receptor con sus violines, antes de que “Describe” cambie de tercio y apueste por distorsiones igualmente efectivas, en un medio tiempo de rock que muta en descripción ambiental. Por su parte, la inmediata y deliciosa “Without You” completa el trío de ases que abre el elepé, y “Jason” es una canción de formas extremadamente delicadas –con sus arreglos clásicos (casi barrocos)– aunque sórdida en contenido. “On The Floor” se acerca con acierto al synth-pop ochentero (en lo que cabría entender como una versión depurada de Boy George o Cyndi Lauper), enlazando con otra destacada como es “Your Body Changes Everything”, en donde el autor utiliza diferentes modulaciones de su voz.

También puntúan al alza la solemnidad de “Just A Touch” y la inquietante “Nothing At All”, antes de que el disco se cierre con la jugosa bruma esparcida de “Some Dream” y la desoladora “Borrowed Light” como epílogo definitivo. En uno u otro caso, la profundidad poética de su lírica se mantiene constante, en unas coordenadas donde nostalgia, belleza, tristeza y un halo de esperanza se entremezclan repetida e irremediablemente. Ya sea a través de arreglos orquestales o tradicionales, pedales o sintetizadores, el de Iowa materializa su objetivo principal, que no es otro que el de compendiar emociones en espacios concretos de cinco minutos. Mike Hadreas vuelve a abrirse en canal para exteriorizar sentimientos y presentarlos en forma de canciones bellas y en ocasiones tensas, pero siempre elegantes y elaboradas, que terminan por descansar en el propio sentir del oyente. El músico parece retroalimentarse a sí mismo, aprendiendo de trabajos previos y afrontando una vuelta de tuerca adicional con la que conformar el presente lanzamiento.

El único error que cabe señalar en el presente álbum debería ser de cálculo. Henchido en su empeño, el norteamericano dispone un total de trece temas y, si bien ninguno rebaja el nivel de forma estridente, la inclusión de piezas algo menos trascendentes como “Leave”, “Moonbend” o “One More Try” parecen frenar esa euforia absoluta. De haberse concretado en diez piezas, bien podría llegar a afirmarse que “Set My Heart On Fire Immediately” sería casi perfecto. En cualquier caso, ésta es seguramente la mejor obra hasta la fecha con la firma de Perfume Genius, ya que su barroquismo compositivo empieza a alcanzar cotas extraordinarias de desborde imaginativo y ejecutivo. Y aunque este juegue en la misma liga que Anohni, Rufus Wainwright, Peter Broderick, Owen Pallett o John Grant, la forma en la que canaliza su dramatismo comienza a consolidarse como algo único y excepcionalmente valioso.

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