La Tempestad
DiscosSable Starr

La Tempestad

8 / 10
Holden Fiasco — 22-11-2025
Empresa — Autoeditado
Género — Rock

Quién fue Sable Starr, más o menos, lo sabemos todos; pero quiénes son ahora, menos. Y conviene hacerlo. El nombre de aquella mujer ha sido tomado como denominación por una banda de músicos de Iruña que, este año, han publicado su segundo trabajo.

Del primero al segundo, ha habido cambios en la banda, y no parece claro que la formación que lo ha grabado vaya a ser la que lo defienda en directo. El grupo, según Ruperto Mendiri, el único que permanece desde el principio junto con Egoi Saraldi, está “en punto muerto”. Esperemos que encuentren pronto uno vivo, porque verles defender estas canciones es algo que apetece.

Apetece, primero, y empezamos con lo subjetivo, por el atractivo de la mezcla: del pop al powerpop, desviándose hasta la costa Oeste de los Estados Unidos, rendidos a la psicodelia, pasando del surf y del wéstern al garaje y el rock and roll tan fácil como se pasea por la senda del Arga. El disco incluye ocho temas, con un par de instrumentales, una versión de Big Star, y temas en inglés y castellano. Lo han titulado La tempestad, que casi recuerda a las diez plagas de Egipto, aunque la conexión venga inspirada, en parte, por el arte del disco, con detalles pictóricos de “El martirio de San Eugenio” y la “Coronación de espinas e improperios”. Este trabajo ha sido producido por Txetxu Brainloster, a quien quizás recuerdes por haber estado antes en Mermaid o Green Manalishi - o por ese álbum que sacó en solitario hace tres años, “Gloria a los vencidos”, y que, casualidad, andábamos últimamente escuchando en casa. Su mano se aprecia no solo en la acción de la mesa y los aparatos, también en la guitarra o el bajo que ha tocado en algún tema.

Las dos instrumentales del álbum son “Jingle Jungle” y “Toreador”. Esta última juguetea entre fronteras, a medio camino entre el surf y el pasodoble. Esa querencia por la música surf ya la habían mostrado antes, porque recuerdo el pegadizo “Surfin’ Baztan” de su anterior trabajo. “Jingle Jungle” - que no jingle jangle, eso es otra cosa – va por otros derroteros. Empieza paseándose por las tinieblas del pospunk para acabar siendo más luminosa y juguetona, embellecida por los punteos elásticos de la guitarra y con algún grito.

El resto del repertorio incluye dos versiones. Una, ya la he mencionado antes. Es el “Thirteen” de Big Star, que ellos hacen más luminosa y expansiva. A mí, casi, más que a Alex Chilton, me flipo, me recuerdan a algo que no puedo recordar porque no existe, que yo sepa: a The Go-Betweens adaptando a los Big Star. Ostias, cualquier canción de los australianos les quedaría bien a los navarros, se me ocurre. La otra adaptación que se encuentra en el texto es suya, tanto la original como la versión, que no sé cuál es cuál. El disco se abre con “La tempestad” y se cierra con “Crowd”, que es la misma canción. La primera está escrita en castellano y la segunda en inglés. La canción empieza deslizante, como arrastrándose por un paisaje dolorido, después de que ocurra la tempestad. La guitarra parece melancólica y la percusión granulada anticipa un estribillo que trae más color. Recuerda, si necesitas estas cosas que se hacen a veces en la prensa musical, a la línea compositiva de varios autores del oeste peninsular: los Aritz Sertucha, Jay Martin o Rui Díaz.

En otras ocasiones, vuelven a los 90, a las guitarras que encabritan las melodías, a lo que se hacía a la derecha de los 160 metros. Ahí se pueden colocar las que cantan en inglés, como “That’s All I Got” o “Xpress Loving”. No incluiría aquí a una “It’s Christmas Time” que definiría como un villancico del camino de Santa Fé, como el final apocalíptico de un cotillón que acabó en gaupasa. En mi retorcida imaginación, visualizo a Shane McGowan, Blaze Foley, Johnny Thunders y hasta aquel Billy Mack de la popular comedia abriendo la puerta del bar para encontrarse con la cegadora luz del día siguiente. No les impide, sin embargo, que se despidan entre abrazos, mientras se declaran amigos para siempre. Esa voz doblada, al final, que casi ves las guitarras al aire, invita a sumarse a la celebración. Si esta parece, dentro del disco, algo así como un verso libre, lo mismo se puede decir de “Te has hecho mayor”, que canta Egoi Saraldi. Toda la canción está marcada por las cuerdas saltarinas e hipnóticas que contribuyen a la redondez y fluidez de una canción maciza y efervescente. Una canción que, además, depende desde que generación la escuches, te puede doler con su revelador impacto.

En líneas generales, no duele decirlo, un gran disco, lleno de variedad, matices, canciones redondas y efectivas, con esa cualidad que hace que la música sea universal y tan embriagadora como lo fue, lo es y lo será.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.