Ahora estamos todos igual de lejos

Ni la pandemia, ni trastornos de hiperacusia, ni el simple hecho de que montar un grupo hoy no sale a cuenta les han frenado. Y eso es porque la música es necesaria y las bandas de barrio tienen muchas veces esa magia especial que muchos gigantes de la escena han ido perdiendo. Tras “Nunca nadie hizo tan poco en tanto tiempo” y “Noche de Valpurgis”, los de Leganés han vuelto con un sonido profundamente evolucionado, que a mi parecer se asemeja a bandas del calibre de Mala Reputación, en su vertiente más melódica y de actualidad, y a Gabinete Caligari, en su lado más clásico y cómico. Jesús Casañas y sus compañeros conocen bien todo este rodaje de la historia del rock estatal y lo reflejan a su manera pero con un gran conocimiento de causa. 

Se marcan el video de “Los cacos ya no visten a rayas” en la piscina abandonada de Solagua, que es como un símbolo de las falsas promesas políticas. En ese sentido crítico, y con ritmo rockero-latino “El Mundo” nos trae uno de los mejores estribillos del album: “Todos los días luchamos por salvar el mundo que habitamos, pero a veces solo queremos reventarlo”. Y aunque la premisa de “Ver el mundo arder”, sea un poco cliché, en boca de Palabras Necias suena con la legitimidad moral de Robe Iniesta en medio de un calentón en una rueda de prensa. 

Con cuidado detalle en la calidad y la variedad, estos siete cortes exploran la cara más atemporal del rock urbano, con mogollón de añoranza acumulada por las canas que peinamos muchos de nosotros, y todos esos garitos que recordamos, pero que ya han cerrado. “Trece” es sin duda un alegato a todo esto, incluido el timbre de una armónica, el más apropiado para algo así. Y dan “Gracias” a la vida, como es costumbre de un buen rockero, tener palabras de sincera emotividad, y en este punto ya tenemos claro que nos vamos a guardar este disco en el cajón de los recuerdos de esta época. La mejor muestra es ese cierre con “Igual de lejos” una canción contextualizada en las sensaciones que tuvimos durante la pandemia, que les queda como un anillo al dedo para este disco que me ha sonado tan abrumadoramente dulce en su profunda nostalgia.