Proceed
Discos / Orthodox

Proceed

8 / 10
Adriano Mazzeo — 14-07-2022
Empresa — Alone Records
Género — Metal

Ese inesperado producto sevillano de importación que es Orthodox vuelve a su mejor forma. “Proceed” es un nuevo disco que vuelve a presentarlos en formato de trío atendiendo al regreso de Ricardo Jiménez Gómez a la guitarra, sumándose a Marco Serrato Gallardo al bajo y voz y B. Díaz Vera a la batería.

Con la producción del todopoderoso Billy Anderson (Melvins, Neurosis, L7, Mr. Bungle), “Proceed” es otra demostración de la avidez artística del trío andaluz. Aún enmarcando sus intenciones dentro de los ideales de géneros como el doom, el sludge o el drone –y aunque aquí también hay experimentación de la buena y guiños al death– las músicas que contiene este álbum no tienen la intención de encasillarse, por el contrario, las ejecuciones y arreglos son tan rebosantes de energía y sinergia mental y sentimental que terminan ubicando a los géneros en un plano secundario cuando uno se atiene a analizar estas canciones de desarrollos copiosos.

Los temas que actúan en los límites físicos del disco (“Past Seers” abriendo y “The Long Defeat” cerrando) dan una idea global de lo que aquí se expone: pesadez extrema, climas opresivos y gran vuelo psicodélico.
En medio de ellos, edificando un desarrollo impecable, se exponen ejemplos como “Abendrot” que podría ser la banda sonora de un derrumbe edilicio en slow motion. Toneladas y toneladas de escombros que parecen inertes pero fueron el contenedor de miles de vivencias y sensaciones experimentadas dentro del aparatoso cimiento.

“The Son, The Sword, The Bread” convierte su sonido en una epopeya cinematográfica: un desarrollo oscuro en el que el grupo demuestra ser más que nunca una banda de metal con inquietudes, como alguna vez de auto definieron. Son casi diez minutos de nubes grises y bajas que caprichosamente dan forma al cielo, la forma que ofrece el ejercicio de cerrar los ojos y experimentar un riff monolítico, un contrabajo en cortocircuito y tensiones atmosféricas de infinitas índoles sonoras.

El mencionado final con “The Long Defeat” aprieta sin piedad a través de su larga duración, para luego derivar en una melodía de bajo que suena a madera, la cual logra domar a la batería mientras en espíritu drone vuelve a entrar por la puerta trasera. Las vocales que, por momentos pueden recordar a Tom Araya, suman tensión constantemente, la batería son cuerpos con voz y vida propia; impredecibles y excitantes se debaten en la dualidad de moldear el power del grupo y de divagar en el vuelo sentimental, siempre con dotes de virtuosismo destacables, muy bien llevados a destino. Así, con esta contundente vuelta al barro discográfico, Orthodox vuelve a pisar fuerte en la escena del metal underground tanto estatal como mundial. Y a recordarle a los seguidores del experimental que en Andalucía hay un ente al que prestarle buena atención.

 

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