Cómo un ave fénix. Nadine Shah ha renacido, no de sus cenizas, más bien de sus adicciones y problemas mentales. La muerte de su madre de cáncer cuando acababa de editar “Kitchen Sink” (20), su anterior trabajo, unida al aislamiento de la pandemia, la depresión, un divorcio y el abuso del alcohol y las pastillas, la empujó a escribir un tweet en el que anunciaba su suicidio. Fue esa exposición pública de sus malsanas intenciones, lo que activó todos los mecanismos asistenciales y empujó a su manager a recomendarle que se internara en un centro de rehabilitación y salud mental en el que cuidarían de ella y disiparían todos su demonios. Lo que parecía que iba a ser un proceso de desintoxicación, de tan solo un par de semanas, se convirtió en un periodo de un par de meses de terapia, que han servido de inspiración directa para la elaboración de ese doloroso a la par que sanador álbum. Casi nada.
Tras lo expuesto, queda claro que “Filthy Underneath” no es un disco cualquiera y, justo por eso, hay que enfrentarse a él de forma diferente a como lo harías con cualquier otro álbum. Y más en estos tiempos que corren tan precipitados. El álbum es un un trabajo que requiere dedicación y una escucha muy atenta. Solo así serás capaz de extraer toda esa mierda oculta a la que hace referencia su explícito título. Solo así aflorará toda la cruda belleza que uno puede encontrar en la desesperación del ser humano; en la dureza de unas historias de personas que han tocado fondo y buscan redención y ayuda. Además el disco muestra a una Nadine Shah sobria, que parece haber encontrado su propia voz. Esa que yo mismo le reclamaba en discos más obvios e intencionados como “Holiday Destination”. Por lo pronto, en todo este proceso de redención, la propia Nadine cuenta que ha dejado de encorsetarse a la hora de cantar, alcanzando unas notas antes inéditas y eliminando cualquier limitación a la hora de proyectarse sin miedo. Lo que con anterioridad era una predilección por los tonos bajos y sombríos, encuentra ahora placer en registros más altos. Solo hay que escuchar temas como la trepidante “Topless Mother”, o la más épica “Greaters Dancer”, para darse cuenta que este nuevo registro le sienta a las mil maravillas.
Resulta obvio, por tanto, que en “Filthy Underneath” Nadine Shah ha alcanzado una nueva dimensión más expansiva, tanto en lo que respecta a la interpretación como a la composición de los temas. Un nivel con el que puede mirar de tú a tú a contemporáneas suyas como St. Vincent, Bat For Lashes o Julia Holter con las que ahora puede ser comparada sin que te tilden de exagerado. Una parte de este proceso de transformación, también es responsabilidad del productor y batería Ben Hillier, quien la ayudó para dar con esa nueva visión más expansiva, variada, alegre y rítmica de su propuesta. Un nuevo trabajo basado en la observación y las vivencias vividas junto al resto de pacientes durante esos dos meses de terapia. Semanas de sobriedad y reflexión que han dado como resultante uno de los discos más mordaces e interesantes de lo que llevamos de año. Lo dicho, escúchalo sin precipitaciones.
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