Lorca. Spanish Songs
Discos / Mariola Membrives Y Marc Ribot ...

Lorca. Spanish Songs

8 / 10
David Pérez — 20-06-2019
Empresa — Karonte
Género — Flamenco

Hay personajes con un universo artístico tan magnético y desbordante que, si entras en contacto con ellos, te acompañan para siempre. Eso le pasó a la cantaora, bailarina y actriz cordobesa Mariola Membrives con Federico García Lorca, figura familiar desde su infancia, cuando su abuela le cantaba algunas de las canciones que revisita hoy en este “Lorca. Spanish Songs”.

La Luna es un pozo chico / las flores no valen nada / lo que valen son tus brazos / cuando de noche me abrazan”.

Del ‘Zorongo Gitano’ que bailó con cinco años y ahora (acompañada de guitarra eléctrica y pandero de Peñaparda) canta a corazón abierto en un intento de cerrar el círculo, a sabiendas que el poeta granadino es una suerte de pozo de estrellas infinito; al ‘Anda jaleo’ inicial, puro quebranto de un quejio aterciopelado y valiente que, entre palmas y la crudeza eléctrica y contenida de seis cuerdas que no tardaran en desbordarse, nos empuja y atrapa en una travesía que deja marcas. Y si en su anterior álbum y notable debut “Llorona” (14), en el que sus raíces flamencas se fundían con el jazz y clásicos del cancionero latino americano renacían con vida propia de su boca, Mariola tuvo de escudero al genial contrabajista japonés Masa Kamaguchi; en este llameante “Lorca. Spanish Songs” soñó y el deseo se tornó carne, aullido y desgarro real con Marc Ribot como galáctico compañero de viaje.

Cuenta Membrives que vio un vídeo de Ribot versionando el ‘Dark was the night, cold was the ground’ de Blind Willie Johnson y quedó totalmente hechizada, en bucle. Mariola quería entrar en contacto con la autenticidad y radicalidad que transmitía el músico de New Jersey, se lo planteó y Marc, conocedor y admirador de la poesía de Lorca, acepto la propuesta. Hablar de Marc Ribot es hablar de uno de los guitarristas más influyentes y superlativos de las últimas cuatro décadas, una referencia indiscutible en la vanguardia del rock, el jazz y la improvisación. Su destreza y personalidad le han llevado a trabajar con un sin fin de músicos, de Wilson Pickett a Chuck Berry pasando por ser pieza fundamental de varios discos legendarios de Tom Waits, como el mítico “Rain Dogs” (85), o en tantos otros de Elvis Costello, Robert Plant y Allen Toussaint. Por esa adaptación inagotable que le corre por las venas es requerido por artistas tan dispares como Marianne Faithful, Susana Baca, Caetano Veloso, The Black Keys, Jeff Bridges, Sun Ra, Norah Jones o Andrés Calamaro. Además de ser clave en la escena subversiva y experimental neoyorquina desde sus inicios, surcando y explorando cada recoveco, de la “no wave” al avant-garde, formando parte de los Lounge Lizards de John Lurie y tejiendo sonidos en decenas de aventuras capitaneadas por su amigo John Zorn.

Como el incombustible Marc Ribot no para quieto ni un segundo, sumando la marciana cifra de casi 200 álbumes entre proyectos personales y colaboraciones con los aún humeantes y reivindicativos “YRU Still Here?” (18) como Ceramic Dog y su “Songs of Resistance: 1942-2018” (18) bajo el brazo, este recorrido por el universo lorquiano junto a Mariola Membrives tuvo que fraguarse en la lejanía. Las once canciones que conforman “Lorca. Spanish Songs” se crearon por correspondencia, en las que el guitarrista de Newark fue introduciendo su guitarra siguiendo las indicaciones especificas que Mariola y el productor Daniel García Diego les iban indicando.

Si en “Anda Jaleo” (10) Josephine Foster abrazó el folclore desde las Alpujarras, aportándoles un halo de magia a esos cantos de los campesinos junto a The Víctor Herrero Band, y después la banda Ibérica Suite hizo una relectura de los mismos en clave de flamenco-jazz en “Lorca y La Argentinita” (18); Mariola Membrives crea en “Lorca, Spanish Songs” un espacio único, íntimo y especial en cada pista. Filtra cada emoción por sus cuerdas vocales, desnudándose y erizándonos la piel con la sutileza de las más grandes, sustituyendo el piano del poeta de Granada por las cuerdas afiladas de Marc Ribot, haciendo que ganen una vida extra esos cantos del pueblo que en 1931 poetizó, recopiló e inmortalizó, en seis discos de pizarra, Federico junto a la cantaora argentina.

Mariola, antes de meterse en la piel de Encarnación López Júlvez “La Argentinita”, demostró que lleva en la sangre la poética y dramática lorquiana en dos últimos acercamientos de altura al autor: Reversionando jazzísticamente el “Omega” (96) de Morente y Lagartija, en “Omega 20.16”, y en la obra “Federico García”, del director teatral Pep Tosar, en la que se sumerge en la naturaleza del mundo interior de Lorca. Ahora, con los restos del poeta, tristemente para vergüenza de todos, perdidos aún bajo alguna cuneta, resurgen estas viejas melodías en el canto de Membrives, con energía redentora que deja entrar luz en la tierra herida.

De la electrificada y poderosa ‘La Tarara’, en la que el tándem Membrives/Ribot firma una de las cabalgadas sónicas más vibrantes y tormentosas del disco, a la belleza cegadora de la ‘Nana de Sevilla’ y ‘Los cuatro muleros’, retomando el galope en unos ‘Sones de Asturias’ fronterizos, con sabor a desierto americano y alma de jota. La conexión de los protagonistas es total en cada pieza y la separación física durante la grabación es más que imperceptible. En canciones como ‘Las Morrillas de Jaén’ o ‘Agua ¿Dónde vas?’, con la sutileza y honestidad que desprenden las guitarras y el canto, se hace difícil no imaginar a Ribot a escasos metros de Membrives, en la misma habitación, rasgando sus cuerdas mientras los sentimientos brotan y cobran vida propia, se extienden y unen como enredaderas por esas paredes compartidas que, en realidad, están separadas por un océano y más de 6.000 kilómetros. El amor por Lorca vuelve a ser el catalizador perfecto para disipar distancias y fusionar universos personales y colectivos en una obra que rezuma sensibilidad y arte por los cuatro costaos.

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