Maria Rodés ha hecho siempre lo que le ha venido en gana. Y en parte, eso tiene un gran valor, como artista y también como persona. Si bien, con tanto mareo y cambios de planes, igual acaba por confundir a quienes la siguen. Sin embargo, y a pesar de estar montada en esa montaña rusa, este es uno de sus encantos, un aspecto diferencial que la define. A veces tan cerca y otras tantas, tan lejos. Es decir, nunca sabes dónde va a poner el huevo. En cambio, y a su favor, apuntar que ella no ha parado de producir y ese es un buen síntoma: siempre hay una novedad, ya sea una colaboración o un proyecto propio. A veces en forma de disco conjunto (como el que hizo con La Estrella de David) o con la confección de una banda sonora (“También esto pasará”). De hecho, la trilogía que va de 2018 a 2022, empezando por el extraordinario “Eclíptica” (quizá su mejor obra), ese “Lilith” en el que se reunía con sus brujas o “Fuimos los dos” con esas letras tan sinceras y al mismo tiempo tan dolorosas, es una buena muestra de sus múltiples texturas.
Por tanto, con ese juego entre el amor y el desamor que siempre se ha traído entre manos, para “Lo que me pasa” la temática rebasa esos límites, lo explora hasta el fondo sacando tenedor y cuchillo. Aunque aquí, la mezcla de estilos (nunca antes había tocado tantos palos) y la ristra de colaboradores (Delafé, BRONQUIO, La Bien Querida, Soleá Morente, Laaza…) enmascara el resultado.
Ante este batiburrillo de sonidos, yendo del flamenco a la rumba y de la electrónica al reggaetón, donde Maria brilla es en esos temas nostálgicos y cantando con ese susurro tan característico (el que tiene en canciones como “Pienso en ti”). Así que, es lícito que experimente y explore, pues es aburrido caer en la reiteración, con lo que la aventura se da por buena (“Chico bueno”, por ejemplo, es una gran canción). Eso sí, dudo que en un rescate de urgencia, este fuese el disco que recuperaría de la Rodés.
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