Let’s Go Eat The Factory

Eh, Bob, hijo de la gran puta, ¿pero cómo nos haces esto? ¿Acaso te hemos hecho algo? Sé que quizás no somos tantos como en tu país, pero por aquí los que te seguimos y amamos tu música formamos un pequeño culto secreto. A veces incluso tengo la impresión de que nos reconocernos silenciosamente. Simplemente lo sabemos, compartimos algo, una ciencia inexacta que afecta a nuestra forma de entender la vida y el amor y la muerte y todo lo demás. Somos los que creímos que el 1 de enero de 2012 como el Día del Segundo Advenimiento del Señor, porque ese día apareció “Let’s Go Eat The Factory”, el primer disco después de quince años de nuestra formación preferida de nuestra banda favorita –la que grabó “Bee Thousand” (94), “Alien Lanes” (95) y “Under The Bushes Under The Stars” (96)-. Somos los que durante todos estos años nos hemos mantenido más o menos fieles a ti a pesar de la incontinencia. Porque lo entendemos: sabemos que hay un mensaje ahí, sabemos que hay una belleza en la derrota, que hace años decidiste que si no podías componer la mejor canción del mundo al menos compondrías un millón de pequeños esbozos de lo que esa canción era en tus sueños. Ni siquiera juzgamos tu nuevo disco. Sólo podemos acogerlo, interpretarlo, disfrutar de lo bueno y esperar encontrar algo valioso entre lo no tan bueno, porque al fin y al cabo no es más que otra pequeña piedra en el gran monumento a tu genio.