Kazu Makino, cantante y compositora principal de Blonde Redhead, además de multiinstrumentista, se ha rodeado de Greg Saunier y Ryuichi Sakamoto como escuderos principales en este “Adult Baby”, su debut en solitario.
Nueve canciones parpadeantes que conforman una nebulosa electrónica en la noche más oscura. Una extraña y atrayente espiral de ensoñaciones, a medio camino del “Verpetine” de Björk, el “Dummy” de Portishead y una fragmentada pesadilla lynchiana. Sólo son necesarios unos segundos de la muy ganadora y enigmática “Come behind me, so good!”, con su creciente y magnética orquestación, para que nos despeguemos de toda realidad y terminemos contoneándonos hacia atrás en una habitación roja, mientras un enano baila al decirnos “there’s always music in the air” y Laura Palmer nos susurra al oído un secreto que no recordaremos al despertar.
Las hermosas cuerdas vocales de Kazu comienzan a desliar la madeja dream-pop con "Salty", haciéndonos flotar en corrientes circulares y entrecortadas de sintetizadores, como ese astronauta que perdió contacto con su nave espacial y gira, abandonado a su suerte, en la negrura melancólica y brillante del universo. Reconfortante, pero inquietante deriva en la que permaneceremos en las sucesivas pistas, donde el dulce veneno de Kazu se irá expandiendo y provocandonos un estado placentero de duermevela, del que nos costará salir incluso después de que se agoten los surcos y descarrile la aguja.
El universo de susurros, jadeos, gritos y frases a veces ininteligibles, sigue desbordándose en piezas resplandecientes como "Meo" y la titular, "Adult Baby", ambas con un delicado piano y una sobrecogedora sesión de cuerdas, entre las que Kazu vuela a sus anchas hasta el ojo del huracán.
Los bucles vocales, la vaporosa sensualidad de las melodías, las texturas electrónicas y los narcóticos paisajes sonoros no cesan hasta el despertar final, tras la desnudez y calma de "Coyote". Y sí, quizás la segunda parte del disco sea más imperfecta y escurridiza, pero ya se sabe, los sueños son diferentes e infinitos retales de deseos del inconsciente, y pocos pueden llegar a tejer una tela de araña sónica con ese material tan carnal y etéreo al mismo tiempo. Despierta… O sigue soñando. Kazu ha logrado esa milagrosa imperfección en este primer disco bajo su nombre.
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