Cuando una voz cuenta con fuerza, no necesita de máscaras para sostenerse. Eso mismo es lo que ha sucedido con la de Juicy Bae en El Secreto. Después de más de un lustro cantando y rapenado con autotune, en su segundo LP de estudio, la sevillana se desprende del autotune para mostrarnos que el secreto de su éxito siempre había estado en su interior.
Quince cortes en el que podemos ver un ejercicio consciente de técnica y composición que la alejan de ese estigma de bases prefabricadas y letras improvisadas siempre vinculado con sus orígenes más trap. Sin llegar a ser pop, se convierte en su disco más asequible, como un para toda la familia, pero sin que lo quieras escuchar aún en la misma habitación con tus padres, aunque sabes que ellos también se lo gozarán. Una mezcla de las vertientes más asequibles del reggeaton, y del R&B pop, que nos puede trasladar al universo de Kali Uchis, però también su aceleración rap sobre bases que podrían ser dream cloud, momentos de pureza hip hop noventa y una celebración de sus principios trap junto a La Zowi.
Una vuelta a lo orgánico para hacer brillar lo esencial. Del mismo modo que disminuyen los retoques en la voz, las bases de las canciones nacen de pequeños acordes en piano o progresiones a la guitarra rehuyendo, en cierta manera, la hiperdigitalización. De esta manera, Juicy Bae recobra el control de hasta el más mínimo detalle. Una idea de pureza que también se mantiene en su narrativa. Con una sinceridad arrebatadora nos abre su corazón, su deseo y las contradicciones que allí se encuentran. Poco queda de su visión más tóxica y niñatera que la había convertido en una de los pilares de la escena urbana nacional. Más reposada y segura, ahora dirige su vida. Toma las riendas de su deseo y de su autopercepción y celebra aquello que anhela mientras que pone límites a todo lo que le ha dejado de interesar.
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