Con la versión de estudio de Jay-Jay Johanson viene sucediendo, desde hace tiempo, lo mismo que con sus conciertos: esquivan cualquier tipo de sorpresa y siguen una evidente línea continuista, pero, al mismo tiempo, aún derivan en experiencia enriquecedora. El presente “Backstage” (29 Music, 25) no supone excepción alguna con respecto a, por ejemplo, discos como “Kings Cross” (29 Music, 19) “Rorschach Test” (29 Music, 21) o “Fetish” (29 Music, 23), incidiendo sin disimulo en unas cualidades sonoras de sobra conocidas y extendidas a lo largo de cincuenta minutos.
Una referencia cocinada y servida a un fuego tan lento que su cocción llega a resultar tangible, además de determinante en el perfil de la obra en cuestión. El sueco maneja ese tipo de magia de aspecto etéreo con la que toma la obra, a ritmo mecido y marcado por trip-hop, electrónica, indie-pop, downtempo o jazz, en trazos al servicio de esa matizada ejecución vocal que supura la misma esencia del autor. Un reguero que queda de manifiesto en “The Caretaker”, los sencillos “Ten Little Minutes” y “How Long Do You Think We’re Gonna Last?”, los siete minutos de “Rimbaud”, “We've Only Just Begun” o la propia “Backstage” que da título al lanzamiento.
Jay-Jay Johanson susurra, en todas ellas, historias cargadas de melancolía, romanticismo y querencia cinematográfica, en este caso a través de una docena de nuevas canciones ataviadas con sedosidad y elegancia, haciendo vistosos equilibrios entre vanguardia y clasicismo. Una familiaridad que en la mayoría de casos apuntaría a la reiteración y falta de ideas, pero que referida al menudo músico escandinavo continúa mutando en experiencia con personalidad propia y efectos claramente alentadores. Es el superpoder del tipo más cool de mundo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.