Sobredosis de madrugadas, orgías hasta el amanecer, romances y desencantos empapados de cine y Rock ‘n’ Roll… Si las sesenta y tres habitaciones o bungalows del Chateau Marmont de Los Ángeles pudieran narrar las historias que han visto durante sus casi noventa años de vida, nos costaría distinguir entre realidad y ficción. Jarvis Cocker, tras alojarse en el mítico hotel de Sunset Boulevard durante la última gira de Pulp, pensó que si acercaba el oído al gran piano de cola que guardaba la habitación 29, podría escuchar las historias que contemplaron aquellas cuatro paredes y hacerlas canción. Para mirar por la cerradura de esta “Room 29” y airear las miserias que se esconden bajo el glamour de la época dorada de Hollywood, se ha aliado a las elegantes teclas de Chilly Gonzales, que compone la música y es el contrapeso clásico perfecto, para la melancolía corrosiva pop que destilan las irónicas letras de Jarvis. 16 piezas que conforman un fantasmagórico teatro musicado en el que Cocker, analiza y desenmascara las mentiras en las que se sustentan las relaciones personales dentro de un hotel. Y es que, todo parece estar bien mientras descansamos en una tumbona frente a la piscina o saboreamos en silencio un suculento “desayuno incluido”, pero “¿Hay algo más triste que una habitación de hotel donde no se ha follado?”.
Mientras deambulan personajes como Clara Clemens (hija de Mark Twain) en “Clara” o la actriz Jean Harlow en “Bombshell”, Chilly Gonzales separa las estancias con delicados interludios y overturas, acompañando al desnudo fraseo del Jarvis Cocker más crooner en piezas como la exquisita “Tearjerker” o la inquietante “The other side”. Por momentos, los susurros de Cocker y la mágica atmósfera que percibimos del Chateau Marmont, nos recuerdan al omnipresente Leonard Cohen y al otro legendario hotel de la Costa Este, el Chelsea Hotel.
Al piano de Gonzales y la voz de Cocker, se une el Kaiser Quartett, la Orquesta Sinfónica de Macedonia, la soprano Maud Techa, la flautista Nathalie Hauptman, los comentarios del historiador de cine David Thomson y algunos fragmentos de películas, dándole un empaque especial a la obra y destacando en temas como “Belle Boy” o “Salomé”, con una vibrante y envolvente sesión de cuerdas.
Los más de siete minutos de la monumental “A trick of the light”, con Jarvis en estado puro, cantando y danzando sobre el piano de Chilly, mientras nos fundimos en una sinfonía que nos hace despegarnos del suelo, ya justifican este trabajo y hace que nos imaginemos y deseemos verlo interpretado en grandes óperas o teatros.
“Ice cream as main course” es otra de las joyas de la corona y el cierre perfecto, con Chilly Gonzales al mando y una orquestación que estalla junto a un Jarvis Cocker desatado, haciéndonos añorar lo que fue o pudo haber sido, bajo una lluvia de fuegos artificiales que funde con un nuevo amanecer en el Hotel Chateau Marmont.
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