Playing Robots Into Heaven
Discos / James Blake

Playing Robots Into Heaven

8 / 10
Fran González — 12-09-2023
Empresa — Republic Records
Género — Electrónica

El británico James Blake nos presentó su sexto álbum de estudio a principios de verano de la mano de “Big Hammer” y ese infame cuarteto de temerarios delincuentes que viven la vida al límite mientras siembran el caos al volante. Una pista completamente alejada de lo que el artista venía haciendo hasta la fecha y que hizo saltar todas las alarmas sobre la posible calidad de su nueva propuesta. Ahora que “Playing Robots Into Heaven” (Republic/Polydor, 23) ya ha sido publicado formalmente y por completo, podemos quedarnos tranquilos al reconocerle a Blake la virtud de este giro de guión, tan imprevisto como exquisito, y que fácilmente puede haber terminado salvando su carrera.

En el año en el que su álbum “Overgrown” (Polydor, 13) cumple nada menos que diez primaveras, y poco después de la publicación de un totalmente prescindible Friends That Break Your Heart (Republic/Polydor, 21), Blake se redime apretando el acelerador de su particular Delorean, viajando a un remoto y enraizado pasado del que traernos de vuelta las mieles de aquel primigenio sonido post-dubstep de principios de la década pasada que tan buen lugar ocupa en el podio de sus primeras composiciones. Son los años de sus primeros EPs, aquellos firmados con los sellos independientes Hessle Audio o R&S Records y que ahora son tan raros de encontrar. Una antesala de lo que posteriormente se terminaría traduciendo en ese pop melódico y sentimental que conformaría el toque de distinción del cantante, y que ahora termina pasando por una licuadora de glitches, samples, recortes, y tramos deconstruidos que refuerzan más que nunca la faceta experimental del londinense.

Muchas cosas han cambiado con respecto a su previo “Friends That Break Your Heart”; para empezar, el aciago y lánguido sino de su engolada verborrea es sustituido ahora por una brillante y versátil producción de música de club que brilla con luz propia en cada corte, contando con voces más tratadas y letras más reducidas, en favor de crear en torno al álbum un aguacero de bases que beben de la electrónica más minimal (“Asking To Break”) y el dancehall más indomesticable (“Big Hammer”), pasando por el techno más tórrido (“Fall Back”).

Aunque no es explícitamente a lo que ha venido James Blake, éste tampoco prescinde del todo de firmar temas pegadizos y coreables, como es el caso de la destacada “Loading”. Pero estas propuestas, más vocales y líricas, casi terminarán pasando a un segundo plano tan pronto como su voz se desdibuja y se retuerce hasta convertirse en una línea rítmica disparatada y discontinua (“I Want You To Know”) o evoluciona entre agolpadas y sincopadas cadencias que levantan la veda para quemar zapatilla en esa pista de baile improvisada a golpe de euforia y máquina (“Tell Me”). La bajada de revoluciones del LP, reservada para su último tramo, nos recuerda lo ducho que el británico puede llegar a ser también a la hora de crear instrumentaciones relajantes y mesmerizantes (tal y como nos demostró con su narcótico “Wind Down”), aconteciendo entre agradecidos y sofisticados cortes de tipo ambient que no hacen sino subrayar la polivalencia sonora del disco (“Playing Robots Into Heaven”).

Como si de un encuentro común entre todas sus versiones se tratara, “Playing Robots Into Heaven” rompe con el monótono curso en el que había entrado la carrera de James Blake en los últimos años, y nos ofrece un singular capítulo que levantará nuestros pies del suelo al mismo tiempo que remitirá a sus mejores tramos artísticos. Un acercamiento inesperado a su vena más DJ, que nace entre bocetos de pinchadas espontáneas y descansos entre giras, con una actitud naíf como telón de fondo que lo hace todo aún más especial.

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