El extraordinario debut de David Balfe, un magnífico disco entre Real Lies y Sleaford Mods que pasó demasiado inadvertido para el gran público, estaba íntimamente ligado a la muerte. “For Those I Love” (21) narraba el deceso de uno de sus mejores amigos, el poeta Paul Curran. Una honra durísima, pero enfocada al baile. Como vía de escape, como duelo. Tras años de meditación, en los que el dublinés ni siquiera sabía si volvería a sacar nuevas producciones, el músico ha tenido que hacer un viaje interior que le ha llevado al mismo punto de partida: de nuevo la muerte.
Una muerte “hacia afuera”. Aquí no se lamenta por una pérdida personal. Sino colectiva. En “Carving The Stone” se escucha a un Balfe más combativo, menos confesional y más reflexivo. Esto va sobre lo que estamos dejando atrás todos como sociedad. Lo demuestra en el homenaje a su nación, la agridulce “Of The Sorrows”, primer adelanto del álbum, y sobre todo en la espídica “This Is Not The Place I Belong”.
La cuestión de clase ya asomaba en el largo de hace cuatro años, en el que maldecía las expectativas, las identidades inalcanzables, las mentiras a la clase trabajadora de Irlanda tras la crisis de 2008. Aquí la devastación toma una forma más difusa, menos dubstep, menos synth. Todo más enrevesado. Su habitual spoken word, con esa dicción tan característica, llena de barrio, se mezcla con más vestidos.
Sus nuevos temas son desiguales. Pero sale airoso de un terreno tan complicado como la denuncia social. No hay imágenes tan vivas como en ese debut que arrebató el aliento a todo el que lo escuchó, mucha nobleza, poética con las lágrimas todavía frescas. Aún así, es bonito ver que For Those I Love no se ha quedado lamiéndose las heridas. Que tiene fuerzas renovadas para disparar con sensibilidad patentada sobre algunas injusticias que nos afectan a todos.
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