Les abelles palmen però els pàjarus encara canten

Extraño Weys, la formación integrada por el MC Rodrigo Laviña y el productor Viktor Pizza, estrena su tercer álbum titulado “Les abelles palmen però els pàjarus encara canten” (Bankrobber, 25), tras el primero y magnífico “Variacions en Fu-Remoll de la 5ª Simfonia Inédita de Roger Linm” (Say it Loud Records, 14), al que siguió “Rodrigo Laviña y Su Combo” (Say It Loud Records, 21) tras un parón de siete años. La dupla catalana es esencial para comprender el hip hop alternativo de la ciudad condal con trasvases al resto de España. Con más de veinte años en esto -Laviña fue miembro del grupo Pirat’s Sound Sistema con inclinación al reggae, y de At Versaris, una combativa y activista dupla de hip hop junto a Pau Llonch-, Laviña y Pizza han ideado un creativo modus operandi donde música y experimentación son inseparables siameses.

Este álbum supone una bofetada a las tendencias y a la peligrosa homogeneización que revolotea alrededor del género. Un golpe que tiene más mérito aún porque no nace de un hastío o rebelión momentánea, sino de la propia concepción genuina que tiene de la música la dupla. El título recoge en síntesis esa idea-metáfora-libertad de seguir haciendo lo suyo aunque todo parezca desmoronarse.

Este viaje de 25 minutos comienza con una introducción a cargo del Gordo del Puru -miembro satélite de la formación- trufada solemnemente de jazz en la que habla sobre el ciclo de la vida: nacer, nutrir y morir. “Capritxos que maten les flors” es un ejercicio brillante de psicodelia con trazas oníricas, junto con esa vocecilla medio espectral del principio en una canción donde Laviña referencia a un grupúsculo de artistas que dan una buena pista de su inspiración como The Pharcyde, Jackson Five o el guitarrista estadounidense Grant Green. “Banzai”, donde también participa en la parte vocal Pizza, prosigue con esta cultura de la sampledelia con unos secos acordes de guitarra que sinergia con la sobria voz del rapero, donde pega algún que otro tirito: “estás sobre hypeado diez mil stories / industria rompedora y conservadora como tories”.

La bossa hace acto de presencia con “mel/foc” donde participa la cantante lisboeta Marta Garret que provee de brillo y musicalidad la segunda parte de la canción y donde Laviña, de nuevo, aprieta los dientes con frases como “Esto es por ti y por la peña que aguanta la barra / no por los que el business ha subido a la parra / Yo ya he confundido salir del curro con salir de farra / en el bar con la actitud de un abuelo que pierde en la butifarra”.

Como dato, todas las instrumentales de este proyecto -a excepción de la última canción- fueron cambiadas posteriormente de que Laviña grabara sus voces, es decir, el MC grabó sus voces sobre unas bases que luego Pizza cambió, invirtiendo así la jerarquía entre productor y rapero: ya no es el rapero el que pide instrumentales para grabar un tema, ahora es él el que pide unas voces para luego moldearlas, lo que dota al álbum de imprevisibilidad, artesanía y subversión.

El Noi de Tona y Poor Trámit cierran las colaboraciones locales en “tou/suau” y “Almenys mosseguen” -con un sample de "Ràdio Capvespre", de Maria Cinta-, respectivamente. Antes del último canto del pájaro, El Gordo del Puru va por libre y se despacha a gusto en medio de su excentricidad: “soy King Kong luchando con los Lunnis / pusilánimes, eso sois”. El viaje finaliza con “La Vida Sabrosa” junto a la neoyorquina C.H.A -es la única canción que se grabó con la instrumental original- en una jugosa pista de tres cabezas que porta groove, garage y la incrustación de samples que escoltan a las mil maravillas las diabluras vocales en inglés de la cantante. Álbumes como estos son, además de necesarios para remover el agua estancada, útiles para demostrar que hay muchos más caminos creativos de lo que nos quieren hacer creer.