Si hace unos meses veía la luz “Super H” (Casa Maracas, 25), un disco homenaje al “Super 8” (BMG, 94) de Los Planetas con motivo de las celebraciones del que fuera su trigésimo aniversario, ahora los agasajados con merecido tributo son otros incuestionables de la escena indie patria como Triángulo de Amor Bizarro. La formación gallega ha venido celebrando sus veinte años de carrera, excusa más que legitima para que otras tantas bandas de variopintos pelajes se unan al amparo de la presente referencia, con la sana intención de reinterpretar canciones del combo surgido en A Coruña.
Como suele ser habitual en este tipo de productos, el resultado apunta al cajón de sastre, convirtiendo la experiencia (al menos en este caso) en fascinante recorrido por el catálogo, ahora mutado, de Triángulo de Amor Bizarro. Y es que la primera virtud de “Cura mi corazón. Tributo a Triángulo de Amor Bizarro” recae, precisamente, sobre la propia selección de grupos que han dado un paso al frente para afrontar esa misión no del todo sencilla que consiste en llevar a terreno propio las ardorosas composiciones del ahora trío. Un magnífico plantel que abarca desde artistas consolidados del tipo de Lori Meyers, Viva Belgrado o León Benavente a incipientes como Bum Motion Club, La Milagrosa, Victorias o Vangoura, sin descuidar a aquellos posicionados en un estatus intermedio de veteranía: desde Los Chivatos a Grande Amore, pasando por Aiko el Grupo, Parquesvr, Cora Yako o Repion.
Otra de las buenas noticias recae sobre el hecho de que cada uno de ellos haya optado, con poco disimulo, por acercar la elegida a su hábitat, apurando el respeto por la obra del grupo pero moldeando la pieza con libertad hasta darle forma inédita. Es por eso que redescubrir temas con tanto peso propio como “El fantasma de la transición”, “Estrellas místicas”, “De la monarquía a la criptocracia”, “El himno de bala”, “Baila Sumeria”, “Le llevaré mi cruz”, “Enemigos del espíritu”, “La espectadora”, “Vigilantes del espejo”, “Fukushima” y un larguísimo etcétera supone un subidón remarcable, enfrascadas como aparecen en las texturas de otros músicos. Un acierto capaz, además y de paso, de realzar ese (impagable) cancionero propiedad de Triángulo de Amor Bizarro que agrupado luce imponente como pocos.
“Cura mi corazón. Tributo a Triángulo de Amor Bizarro” ondea entre diferentes manifestaciones de indie-pop, shoegaze, post-punk, rock y hasta acercamientos al stoner o la electrónica, en una generosa paleta de tonalidades y velocidades que justifica la idea original. Una referencia que cumple con aquellas premisas que debería ostentar cualquier álbum tributo que se precie: versiones devocionales, pero a la vez ambiciosas y audaces, capaces de asumir un riesgo que potencie ese tipo de valor añadido que aquí resulta palpable. Y, por supuesto, que sea capaz de rayar a unos niveles que no desmerezcan las originales. Misión cumplida.
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