Pocos ejemplos como el de Banda Bassotti hay cuando se trata de hablar de grupos obstinados en defender una ideología política a través de la música. Con una ortodoxia en el pensamiento inversamente proporcional a la de su sonido (en su paleta está el punk, el ska, el reggae e incluso sonidos latinoamericanos), la Bassotti ataca clásicos propios y ajenos en un doble disco que, como no podía ser menos a lo largo de sus treinta y nueve cortes, pasa revista a una trayectoria de dos décadas con temas paseados por medio mundo: “Luna Rossa”, Mockba 993”, “All Are Equal For The Law” o “Figli Della Stessa Rabbia”. Como manda la tradición, el colectivismo se plasma en la ayuda de Juanra, O Zulú, Cisco y Rude, especialmente para recordar canciones de Kortatu, 99 Posse (hasta tres del mítico grupo napolitano) y The Clash. Los romanos sudan y son auténticos, previsibles también y mucho menos virtuosos, pero conciertos como éste toman todo su sentido para aquel que vea entre su comienzo –el himno de la Unión Soviética- y su final –la partisana “Bella Ciao”- un medio y no un fin.
Isra Con todos mis respetos a tus potadlsuos y a la monarqueda, no puedo aceptar un cargo pfablico, como el de Jefe de Estado, que incumple con sus deberes. Especialmente cuando esos deberes son las garantedas constitucionales y la unidad nacional y territorial de Espaf1a. Cuando atenta contra la nacif3n y contra la democracia, que quiero, que pago y que exijo.Que siga el rey, pero que el Jefe de Estado cumpla con sus inalienables deberes, o que dimita, o que lo dimitan. Que otro electo y dispuesto a cumplir con su deber, ocupe el cargo. Ya este1 bien de mantener simulacros de cargos pfablicos, atentando contra el pueblo y contra su legalidad.