La de Britti es la historia de muchos. Sobre todo, en Luisiana, en el sur de Estados Unidos. Con música que suena en casa a todas horas, una niña que ya nació cantando, su participación en el coro de la iglesia… Sí, son tópicos. Pero también son realidades. Unas te llevan a un buen cauce y otras tantas se quedan por el camino. Y Britti, como indica el título de su debut, se presenta con todo. De manera directa y sin rodeos.
Una separación sentimental, dolorosa y profunda, provocó a este huracán: creatividad a borbotones y ganas de componer y cantar con más fuerza que nunca. Y en este enclave, la figura siempre atenta de Dan Auerbach. Por tanto, ¿qué podía salir mal? Ciertamente, nada. Con estos antecedentes, te imaginas un disco anclado en la pureza y crudeza de las raíces y, aunque hay algo de esto, la factura y el sonido del disco va por otro lado. Es, ante todo, un álbum delicado, elegante. Las percusiones levitan (toca Nick Movshon quien ya tocara para Amy Winehouse), suena un piano que está y no está (Mike Rojas que puso su talento al servicio de Yola) la presencia de algún viento, y a Britti que, tiene una voz de terciopelo pero con matices modernos. En torno a su registro vocal gira un disco que tiene en la sencillez (con infinidad de detalles) su mayor cualidad.
A pesar de esa portada llamativa, cuando suena “Still gone” el tiempo se detiene. ¿Es pop? Sí. ¿Es neo-soul? También. ¿Admite comparación con otras profesoras y compañeras de aula? Sí y no. Con los músicos que ya hemos citado y otros, como el excelso Jay Bellerose (Robert Plant & Alison Krauss, Sharon Van Etten) o el guitarrista Tom Bukovac que estuvo junto a Sheryl Crow, Britti ha completado un disco sereno y con mucho brillo (recuerda una barabaridad al delicioso y atemporal “Dusty in Memphis” de Dusty Springfield), con canciones como “Still gone”, “Keep running” (uno de los singles previos), “Silly boy” (quizá mi favorita, con ese speech a media canción), una que podría sonar a todas horas en las FM, “Reach out” y, en el tramo final, el estribillo más reconocible del disco, el de “Save me”. Por tanto, con las canciones ya resueltas, hagamos caso a las palabras de Auerbach: "Creció en el ambiente más musical del mundo. Está en su ADN. Sabe más de música de lo que cree".
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