Que Balago es el grupo más relevante de la electrónica paisajística desarrollada en este país en lo que llevamos de siglo lo demuestran piedras preciosas del onirismo antártico que tan sobresalientemente tallaron en obras mayores como “Els altres” (2020) o “El demà” (2018).
En dicha dupla de álbumes serpentearon hasta rubricar una fórmula única, en la que fueron capaces de aunar bajo una misma visión a Matmos, Klaus Shulze y Brian Eno, entre otros monarcas de la pulsión en cinemascope del acto musical. En este sentido, “Ningú” sobrepasa su habitual aura visual y se emplaza directamente como una muestra absoluta de carácter cinematográfico. Lo más cerca que podemos estar de la definición de banda sonora sin película, que en esta ocasión se ve reforzada por una narración plena de voces, tal como lleva haciendo desde hace años Moon Wiring Club a través de su uso espectral del sample.
No es nada casual el reflejo con dicho prestidigitador de la pesadilla retro-sci fi, con quien también podemos trazar paralelismos dentro de lo que se entiende como un acto puramente hipnagógico de library music. En este sentido, “Ningú” avanza a través de dos piezas largas de más de veinte minutos cada una. En el desarrollo de cada una de estas dos partes, en realidad, nos encontramos con un hilado quirúrgico donde la abstracción total es el fin de una escucha que evade la comodidad de los planos largos de la tendencia ambient para, en su lugar, adentrarnos en una jungla de efectos donde el glitch opera como faro guía de una selva poblada de micro melodías mutantes.
Enraizado en su propio ensimismamiento, el abrupto encadenado sónico resultante está sujeto a una proyección que, en primera instancia, puede parecer aleatoria, pero que, en realidad, transcurre bajo una percepción libre aunque tremendamente coherente con las directrices marcadas desde el principio: abrir un diálogo permanente de escucha activa con el oyente. Interacción en estado puro que se ratifica bajo la sensación de no tener la sensación de estar escuchando dos veces el mismo disco cuando repetimos con este sortilegio de misterio insondable que es “Ningú”. O lo que es lo mismo, uno de los discos más hermosamente inquietantes que nos ha brindado 2025.
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