Second Chances
DiscosArnau & The Honky Tonk Losers

Second Chances

8 / 10
Kepa Arbizu — 05-05-2025
Empresa — Guns Of Brixton
Género — COUNTRY

Una banda, a su manera, significa también la elección de un destino común para una serie de integrantes. Un recorrido colectivo que puede tener sin embargo su génesis en múltiples e inesperadas circunstancias, por ejemplo en la decisión adoptada por un gerundense, de nombre Arnau Coderch, dispuesto a convertir Bilbao en su nuevo lugar de residencia. Un punto de arranque que, sumado a esa ley natural que incita a la alianza entre entusiastas de una misma pasión sonora, en este caso la referida a los ritmos tradicionales americanos, derivó en el nacimiento de una formación, Arnau & The Honky Tonk Losers, que en su propia nomenclatura -e incluso en el nada disimilado homenaje a The Flying Burrito Brothers en su tipografía- presenta sin rodeos su naturaleza, una que remite al espíritu, musical y lírico, del country tradicional, consistente en cantar a ese suspiro emocional quizás inaudible para el oído ajeno pero que atruena en el interior de uno mismo. Un material con el que confeccionaron un EP de debut, “First of All”, al que solo cuatro canciones le fueron suficientes para ejercer de puntos cardinales con los que instalar a aquellos recién llegados, al menos bajo este proyecto, en la zona noble de estos paisajes musicales.

En un desarrollo lógico de los acontecimientos, dado el buen recibimiento de su, hasta ese momento, escueto repertorio, un año después ha llegado el turno de anunciar su presentación en disco largo, con todas las capacidades que ese formato más extenso propicia a la hora de ofrecer un terreno más amplio para desplegar virtudes; de existir, claro. Una duda que en este caso no solo no tiene ningún sentido insinuar, sino que las ocho composiciones bautizadas bajo el nombre de “Second Chances” confirman que la formación vizcaína contiene en su imaginario propio los escenarios más selectos y talentosos de toda esa cronología de compositores que han convertido a la música country en un idioma universal y atemporal. Y poco importa que las canciones aquí contenidas cuenten con un variado origen de gestación, incluso fechado antes de la existencia de la banda, porque su esencia compartida sirve para configurar un elegante y sutilmente sensible retrato sonoro de corazones errantes, si es que a caso alguno no lo es.

Posiblemente si hay un elemento que une a todas las generaciones y representaciones que aluden al sonido country, si de buscar su esencia más arraigada se trata, es la necesidad de ser entonado alrededor de esa escenificación orgánica de lánguido magnetismo. Un aspecto que estos particulares “perdedores” han asumido como bagaje personal y presentado con absoluta distinción, desprendiendo esa siempre costosa facultad de lograr que un canción discurra de manera natural y bajo una aparente sencillez, como si dicha composición se tratara simplemente de liberar una idea albergada durante tiempo en el cerebro. Hechuras que nos predisponen a lo que se convertirá en todo un paseo por esos escenarios donde se ha escrito la mejor música ancestral americana y que ha encontrado, décadas después y alejado de su origen por miles de kilómetros, unos vástagos que han asimilado todas sus enseñanzas, haciendo que el polvo que levantan sus botas vaqueras al atravesar el día a día se manifieste en una exquisita banda sonora.

Así el álbum será una sucesión de inmaculadas estampas tradicionales que no solo asumen el reverencial respeto por aquella instrumentación, sino que dichos elementos estarán sumamente preparados para reflejar en su piel el sollozo o el disfrute con la misma magnitud. Un variable clima emocional que si la guitarra de “If You Only Knew” se encarga de anticipar una caravana de sonidos que se va incorporando a un distinguido pero nostálgico trote western, “March the 2nd” se presenta tutelado por el alma de unos violines que como su predecesora lleva entre sus pliegues tatuado el nombre de Waylon Jennings. Incluso ese emplazamiento reservado para el pulso cardíaco más melancólico contiene estancias de múltiple calado, reservando una manifestación honda y sobria, como si de una aleación del muestrario de Merle Haggard y Willie Nelson se tratase, para “Back When I Knew She Loved Me “ y otorgándole a “Pawnshop Hero” su exhibición más imponente y profunda, donde sirviéndose de la majestuosa figura de Johnny Paycheck la banda otorga un papel protagonista a esas huellas anónimas que sin embargo son capaces de traducir el sentimiento universal.

Ortodoxia y respeto por esas directrices vetustas que se mantendrán también cuando el cancionero despegue para citarse con ritmos hermanados. La introducción en espacios donde se dialoga con otros lenguajes continúa tejiendo un ejercicio impoluto, donde el mayor nervio aportado por el boogie y el blues de “Hell! You Got Me”, confluencia que emparenta la propuesta con Jimmy Reed, o la presentación de un entorno más roquero, servido con un doliente y bello romanticismo propio de Kris Kristofferson en “Elora's” o bajo el paso más dinámico de “Saddle Up” que hace que sus sillas de montar vengan guiadas por Dwight Yoakam, sean la expresión de una amplitud de recursos que no hace sino exponenciar las alabanzas para un álbum que finiquita su periplo con las desbocadas melodías de “Fire”, utilizando ese punto final como el auge anímico de quienes saben que su bar preferido siempre acaba por cerrar las puertas demasiado pronto.

“Second Chances”, más allá de servir como reafirmación del intachable manejo del country por parte de la formación vasca, significa un trayecto que tiene tan claro su destino como la conciencia de que para su obtención es necesario cubrir un trayecto enunciado por diferentes rutas. El resultado es un mapa hecho de exquisitos parajes de sonoridad campestre secundados por un apropiado verbo donde resguardar el titubeo emocional al que está supeditado el ser humano. Un discurrir donde las segundas oportunidades son siempre necesarias, porque la vida no deja de ser un cuento escrito como una sucesión de principios y finales.

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