Sahara Star
Discos / Ana Béjar

Sahara Star

7 / 10
Raúl Julián — 08-08-2020
Empresa — Belamarh
Género — Pop

Ana Béjar maneja en propiedad una habilidad especial. Y es que, cualquier proyecto en el que la vocalista se haya visto involucrada a lo largo de los años ha resultado dotado con una aureola de distinción y emotividad ante la que resulta difícil no rendirse. Pasó en los noventa con los injustamente olvidados Usura y, posteriormente y sobre todo, con aquél maravilloso grupo que fue Orlando, amén de en un sinfín de colaboraciones con otros músicos. La magia se mantiene vigente en los últimos años, con la autora publicando ya desacomplejada bajo su propio nombre hasta llegar a ‘Sahara Star’, tercera entrega de Ana Béjar tras ‘The Good Man’ (Luscinia, 16) y ‘Everything I Say’ (Madrugada, 19).

El álbum no es sino otra muesca de elegancia y trabajo bien hecho en la trayectoria de la jerezana, que presenta aquí un sonido universal esparcido a lo largo de un total de diez temas (nueve propios y una versión) con talento y exquisito gusto. Una referencia copada por pop brumoso y fantasmal, completado con una levísima capa de electrónica y que surge tras una cortina de niebla para hipnotizar al oyente con su meditación y poder sugestivo. Ana Béjar se sitúa en algún hipotético y afortunado punto entre Hope Sandoval, Angel Olsen, Victoria Legrand (de Beach House) y PJ Harvey, aunque sea capaz de lucir con una personalidad propia de sobrada intensidad. Una secuencia ininterrumpida de cuarenta minutos, orquestada en base a piezas espectrales y de tanto calado como la inicial “I First Came Blind”, el single que da título a la referencia, la respetuosa y logradísima relectura del “Everything” de Vic Chesnutt y el acercamiento al dream-pop más meditado de “Rhoda” –una de las mejores del lote– y “Haunting Eyes”. También destaca la fuerza (casi) acústica de “I’ve Got A Star”, “Exile” o la final “Himmel Und Erde”, excepción en castellano y en una ruptura más o menos evidente con el contenido previo. ‘Sahara Star’ es un nuevo compendio de misterio y arrojo que, en manos de la autora, mantiene el pulso elegido para todo el elepé. Éste se mueve en torno a una aparente discreción, que termina transformado en uno de sus principales activos y se manifiesta como artesanía sonora capaz de aportar nuevos detalles a cada pasada adicional. Un álbum de medios tiempos delineados para contagiar al oyente la misma emoción que albergan, reclamando una escucha atenta y paciente.

Tras varias décadas en el negocio, la artista sigue posicionada en un segundo plano de popularidad, seguramente porque su propuesta de amplio calado emocional y el cuidado extremo de sus elementos escapa diametralmente de ese tipo de consumo rápido que ofrecen muchas formaciones al alza. El foco principal difícilmente se situará sobre ella y, probablemente, la cantante tampoco anhele tal atención. Pero a cambio contamos con la seguridad de que cualquier lanzamiento con la rúbrica de la artista será un seguro para el aficionado con olfato. Precisamente por eso, y por su fidelidad y respeto a su obra, Ana Béjar resulta una rara avis tan necesaria y sustanciosa dentro de nuestra escena.

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