No deja de ser interesante el efecto que un grupo como Teenage Fanclub sigue generando en el face to face del directo. Lo que para otros grupos es mera cuestión de revival, para los escoceses se trata de un acto pleno de mística. Una especie de obligación para con las sagradas escrituras grabadas a cal y fuego por Big Star y The Byrds. Que el universo musical de los Blake y compañía gira en torno a estos dos pilares es algo que se volvió a constatar en esta actuación, en la cual su vitola de grandes artesanos del pop quedó refrendada, una vez más.
Imposible decir lo contrario ante un arranque como “Tired Of Being Alone”, sin duda alguna el momento más inspirado de su reciente LP, con la cual cocinaron la atmósfera de intensa melancolía vital que desprende su cancionero. La poco más de hora y media de concierto desarrollada en el Auditorio de Ferrol estuvo preñada por momentos épicos, como sus tres recuerdos a “Bandwagonesque” (Geffen, 91), su obra capital, con el permiso de “Songs From Northern Britain” (Columbia, 97), de la cual también cayeron tres muestras. En este sentido, el momento más emotivo de todo el set provino de “Alcohliday”, con la que el concierto prendió los fogones de las lagrimillas y las erupciones cutáneas de la emoción entre el respetable. No es para menos, aunque lo mismo se puede decir del momento reservado a “The Concept” para terminar el set, antes de los bises, en un cierre ideal, jalonado por un sublime sprint final a lomos de la eterna “Everything Flows”.
Como detalle algo más que anecdótico, personalmente, no pude evitar una gran tristeza viendo a Euros Childs como actor secundario de una formación como la de los escoceses, inferior en imaginación y magia a Gorky’s Zygotic Mynci, grupo galés que lideró en los años noventa y principios de los dos mil, con los que, como mínimo, nos regaló un póquer de álbumes inolvidables. Más allá de este apunte, lo que sucedió en Ferrol el viernes por la noche fue lo esperado, que no es poco: una prueba irrefutable de los efectos mágicos que puede llegar a generar una arcadia hermosa de acordes cristalinos y melodías hechizadas en religión chiltoniana.
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