Todo cabe en Sonorama
ConciertosSonorama Ribera

Todo cabe en Sonorama

8 / 10
Martín Corral y Rubén García — 13-08-2025
Empresa — Art de Troya
Fecha — 10 agosto, 2025
Sala — Recinto Festival Sonorama
Fotografía — Cedidas por la organización

Comenzaba una nueva edición de Sonorama Ribera, el festival que organiza la asociación Art de Troya en Aranda de Duero, con el objetivo marcado de consolidar la calidad frente a la cantidad –por ello se ha reducido la cantidad de abonos disponibles, según palabras de Javier Ajenjo, director del festival– y con el homenaje de todo el festival a Tara, quien fuera uno de los nombres imprescindibles de la organización–. Este año el Sonorama quería que estuviésemos más cómodos tanto dentro del recinto como, dentro de lo posible, en el pueblo. Para ello se habían implementado una serie de medidas para reducir el aforo dentro de la famosa Plaza del Trigo para los conciertos vespertinos que allí se realizan. Una decisión algo impopular, criticada en redes sociales, pero comprensible desde el punto de vista de la organización.

Con un cartel cada vez más ecléctico y que se está adaptando al cambio de tendencias por parte de los nuevos usuarios, en el que cada vez aparecen más nombres de música que gira hacia lo urbano y de nombres que pertenecen a grandes compañías, pero que aunque parezca que es algo nuevo lleva pasando desde las primeras ediciones, pero la memoria es frágil y olvidamos rápido, ya pasaron por Aranda nombres como Bebe, Nacha Pop, Amy Macdonald o Raphael, por nombrar alguno, que crearon polémica en su día. Y es que Sonorama es un festival en el que da cabida a cualquier género o grupo musical, porque realmente lo que se celebra es eso, la música. Además, como ya es tradición, se han mantenido las actividades paralelas de los almuerzos en las bodegas, las catas de vino, la actividad “Sonorama también se escribe” con la presencia de César Pérez Gélida y Fernando Navarro, y el escenario Sonorama Baby para los más pequeños.

Pero centrémonos en lo que más nos importa y desgranemos la parte musical del festival, o mejor dicho, de lo más destacado de las más de doscientas actuaciones que se llevaron a cabo. El miércoles era el primer día y, como ocurrió el año pasado, se abrió ya el recinto completo para dar respuesta a la cantidad de gente que se acercó a Aranda, al margen de que fuera una jornada más corta y con menos actuaciones que en el resto de jornadas.

Los encargados de abrir los dos escenarios principales fueron el pop buenrollero/divertido de Nil Moliner y el rock nostálgico de Rulo y La Contrabada, que dedicó “Heridas del rock&roll” entre lágrimas y puños en alto a su hijo Andy, recientemente fallecido.

Tras un emotivo comienzo, la nostalgia siguió reinando con un artista histórico de la música vasca que celebró sus 40 años de carrera. Fermín Muguruza dedicó a la “castilla comunera” un repaso a sus mejores himnos de ska y punk con Kortatu y de rap y rock junto a Negu Gorriak, con la misma energía que hace décadas enamoró a un público comprometido con el artista y sus mensajes políticos, como pudimos ver entre las banderas palestinas, irlandesas y vascas del público. La diversidad de banderas refleja las distintas influencias que ha adquirido Fermín desde su trayectoria como solista, donde se atreve a la experimentación con el reggae, jazz y world music; Demostrando que su música no solo ha envejecido bien, si no que se reinventa para permitirle seguir siendo de los pocos que tras tantos años sigue al pie del cañón.

Una noche legendaria es aquella en la que se suceden leyendas. Los Punsetes, iconos de la contracultura contemporánea y sucesores de lo que se ideó como la Movida Madrileña, ofrecieron un show de rabia contenida a través de una Ariadna impasible en el escenario, ante un público necesitado de sacar sus entrañas a gritos. Para los nuevos adeptos al indie llegados de manos de artistas como Shego, Depresión Sonora, Aiko el grupo o Carolina Durante, todos voces de un disco tributo a la banda publicado en 2024, descubrir en Ariadna a una musa del postmodernismo más trash fue como descubrir a Almodóvar para quien solo conoce a Los Javis.

Tras varios grupos más que asentados del punk-rock llegó la hora de bailar de una forma diferente junto a Natalia Lacunza. Su voz delicada, arropada por beats tristes, hizo que muchos cerraran los ojos en un baile íntimo; pero cuando sus estribillos más rotundos de hyperpop irrumpieron, la pista estalló y nos obligó a abrir los ojos y levantar los brazos con la fuerza y catarsis requerida.

 

Por su parte, Zahara nos hizo llorar, bailar, sentir y reivindicar a través de una coreografía contemporánea que te lleva desde el terror hasta la euforia pasando por todos los caminos posibles hasta llegar del uno al otro. Eso sí, salvo el momento acústico, donde entra en un policlean con pintadas entre otras a favor de Palestina para mezclar "Zahara" de Judeline con su primer gran hit, "Con las ganas", el cual llevaba casi diez años sin cantar; todo en la clave electro-pop de rave sensible que encumbró a su penúltimo trabajo, "Puta", como uno de los mejores de lo que llevamos de década y el favorito de nuestros colaboradores en 2021.

La noche del jueves comenzó para muchos con el recuerdo de Zahara y la interpretación de su “Demasiadas Canciones” del último “Lento Ternura” con un cartel donde denunciaba que de los diez artistas que tocaron en escenarios principales solo una era una formación femenina. Más de un componente de su michis army, como llama a los fans del disco que presenta, recordó como coreó anoche “Demasiados artistas/Demasiados farsantes/Demasiadas pocas mujeres tocando en festivales” ante una pantalla enorme donde enunciaba los nombres de compañeras como Chica Sobresalto, IZARO o Marta Movidas.

Además de ser las únicas artistas femeninas principales del cartel, Ginebras fueron el gran reclamo para que el público se movilizase al recinto del Sonorama a disfrutar del fin de su gira “Billie Max Tour”. Su concierto fue una auténtica fiesta de pueblo en estado de máxima adrenalina - como los loops de la montaña rusa ubicada en su escenario - donde hits como “Paco o Carmela” o “Chico Pum” sonaron como la reinvención neocastiza de la verbena tradicional. Sus guitarras no dejaron de dar tregua en temas de su último trabajo como “Álex Turner” o “Desastre de persona”, que si no las han hecho uno de los grupos más famosos del panorama, desde luego sí uno de los más populares en el sentido estricto de la palabra.

Tras Ginebras llegó el turno de 3 don juanes del rock lírico a punto de cumplir 30 años en activo. Café Quijano presentó su último disco “Miami 1990” con el que alcanzan su sonido más retro pero sin renunciar a la instrumentación latina a la que nos tienen acostumbrados. Chavales y puretas corearon al unísono hits como “Desde Brasil” o “Robarle tiempo al tiempo”, además del clásico de Nena Daconte “Tenía Tanto que Darte”, a quien subieron al escenario para cantar con los leoneses

Todo al que conocí en la segunda jornada del Sonorama Ribera tenía claro quién era su artista más esperado de la velada. El impacto de Viva Suecia entre los adeptos del festival arandino - con solo dos ausencias desde 2016 - es tan grande que hasta DJ Nano, encargado de cerrar el escenario principal, pincho más de uno de sus temas. Sus himnos de indie-pop construidos sobre estribillos expansivos y crescendos emotivos funcionaron como un ejercicio de liberación colectiva con temas como “No Hemos Aprendido Nada” y reafirmación positiva en “Lo Que Te Mereces” . Los murcianos además sorprendieron presentando de la forma más enérgica y cruda posible su nuevo tema “Sangre” a dúo con Siloé.

Hensito repasó sobre el escenario sus cinco años de carrera con la electrónica y letras desenfadadas que han definido su trayectoria desde que comenzara con Go Roneo en 2017. Con canciones como "Demasiado roto” consiguió hacer de su vulnerabilidad la de todos los asistentes. La intensidad de sus barras fue de la mano con la de sus beats, hasta acabar con la energía que requiere su conocido Batmovil. El pucelano no estuvo solo en el escenario, lo compartió con su amigo Walls, un artista de un estilo similar pero con un rock más marcado por la influencia musical de su Murcia natal, que tanto ha influido en el panorama en los últimos años. Juntos interpretaron Me encanta(s).

“Hoy es viernes de indulto”, anunciaban en el escenario principal para dar la bienvenida a la “Siloé religion”. Los pucelanos presentaron uno de los sets más frenéticos del circuito nacional de festivales con un directo renovado basado en el frenesí del rock. Daba igual saberse o no las canciones del grupo porque el calor de un público entregadísimo y los saltos, subidas y bajadas de Fito, voz de la formación, hicieron sudar hasta al más escéptico.

Las letras más ácidas y políticas de la noche corrieron a cargo del rock contracultural de Parquesvr, cargado de referencias antifascistas en “Juancarlista” o “Que arda Madriz”, y al neofamoseo en temas como “Todos menos tú”. Su a ratos gritos, a ratos spokenword, creó pogos multitudinarios donde sacar una rabia que nace de las heridas de la calle y la repulsión a las jerarquías.

El cumpleaños de Pimp Flaco se saldó con un cierre multitudinario del escenario Ribera del Duero por parte de Cupido. Los madrileños nos llevaron de los besos que provocó su kisscam a llorar hasta la última lágrima con “La Pared”. La sensibilidad de Pimp Flaco, cada vez más lejana al trap y cercana al indie, retumbó en nuestros corazones cuando estos no latían al ritmo de sus beats.

La mañana del viernes prometía algunas de las mejores representaciones de Extremadura, el electropop y el rap y así cumplió. Sanguijuelas del Guadiana desde la Plaza del Trigo fueron los encargados de traer el Guadiana al Duero con su indie-pop retro de la Ruta de la Plata. Temas como “Cien Amapolas” o “Revolá” han vuelto a poner a la comunidad en un mapa musical que la consideraba muerta desde el éxito de Bebe y artistas como David de La M.O.D.A o Antonio de Arde Bogotá se encargaron de amplificar su éxito aún más si cabe.

Javiera Mena inauguró para muchos el escenario El Charco con un setlist en el que dejó de lado sus temas más melancólicos, como "Cámara Lenta", o su último y más orgánico disco, "Inmersión", del que solo interpretó "Entropía", para brindar un vermú cargado de su faceta más electrónica. La chilena, armada únicamente con una mesa de mezclas y unas enormes gafas blancas opacas, nos hizo bailar con los cortes más frenéticos de toda su trayectoria discográfica.

Sara Socas, quien fuera la primera mujer en llegar a la Freestyle Master Series, fue una demostración de todos los espacios que el rap puede llenar, (popular y musicalmente hablando). Con una interpretación arrolladora y de urgencia política, la artista demostró que le sobran las tablas e incluso más si cabe a su corista Erika 2 Santos, una de las voces soul más potentes y desconocidas del panorama nacional.

Cuando elegimos a Cristina Len como una de las cabezas de cartel de la Demoscópica 2025 no teníamos duda de que era una de las artistas más prometedoras de la escena. Tampoco parece tener esa preocupación el Sonorama, que la alzó como ganadora del Talento Ribera entre los más de 300 proyectos presentados. La catalana con uno de sus ya tradicionales vestidos góticos sexys y copa de Ribera en mano ofreció un derroche vocal a través de un slow beat oscuro para cantar sobre sus dos grandes temas: su pueblo castellano, Martiago, y la ansiedad. Entre alaridos devastadores que rompían el beat y convertida en vampiresa, Cristina presentó su primer álbum "TMLM" además de las inéditas "Espina" y "Manolo Mío", un romance con el que alcanza su sonido más desgarrador hasta la fecha. Su concierto acabó convirtiéndose en una rave hipnótica y sensual que terminó con una lluvia de condones que llevaban grabado el estribillo de su último single “sexo contigo es maravilloso”.

El minimalismo electrónico y letras vulnerables de Pablopablo sucedieron a la propuesta de Cristina Len. A pesar de venir de una familia de estrellas con Jorge Drexler al frente, su hijo demostró con la presentación de su primer largo “Canciones en mí” que él brilla con luz propia. Desde producciones lo-fi a rancheras pasando por sus primeras baladas electrónicas como “Otra vida”, conquistó al público con un timbre hiperproducido que eriza la piel.

Los Cuatro Chavales nunca defraudan y su primer concierto en el Sonorama no fue para menos. Con un Diego que apareció en muletas tras prometerse recuperado en el BBK, Carolina Durante sirvió un riff constante que causó un frenesí incesable entre el público. Sus temas son los más gritados del nuevo indie español, que se dió la mano de un pionero del rap electrónico valenciano como es Pancho de Zoo, quien cantó en el concierto de La Raíz en sustitución de su hermano Pablo, y “Granja Escuela” con quienes alzaron “Elige Tu Propia Aventura” como el mejor disco nacional para Mondosonoro el pasado 2024.

El rey de la noche y príncipe del pueblo, el natural de Aranda Barry B, seguramente vivió anoche el concierto más importante de sus 4 años de carrera. Todo el público coreó cada una de sus letras, facilitadas gracias a los subtítulos de las pantallas, del mayor artista urbano de la historia del municipio. A su casa le dedicó el tema “Infancia Mal Calibrada”, y a su familia, concretamente a su prima pequeña, superviviente de una leucemia a la que subió a cantar al escenario, “40K”, dejando el que será sin duda el momento más emotivo de la 28ª edición del festival. Amigos y artistas subieron a cantar con él al escenario siendo Gara Durán la primera para tocar juntos la íntima y delicada “El lago de mi pena”. El concierto lo cerró junto a Carolina Durante cantando “Yo pensaba que me había tocado Dios” en la que se bajó junto al público a darse un baño de masas mientras preguntaba por donde estaría su madre. No me puedo imaginar lo orgullosa que estará de que su hijo haya llenado de alegría y modernidad una Castilla que injustamente se vende como triste y desolada.

La última cantante en subirse a uno de los escenarios principales fue Nena Daconte, que fue la gran sorpresa de la noche. Tras el derroche de energía de Barry B y Carolina Durante nadie esperaba que a la que todos conocíamos como una cantautora íntima fuese a abrir su show con un beat y estilo de rave cercano al estilo de Zahara además de un mono de pedrería similar al lucido por Chanel en Eurovisión. La artista abrió su set con “Tenía Tanto Que Darte” y demostró no estar dispuesta a quedarse atrás ante el resto de divas españolas, con un repaso por sus hits melancólicos como el encargado de cerrar “En Que Estrella Estará” pero con la mente abierta a explorar nuevos sonidos y formas de entender la música que no esperábamos en una artista de su estilo.

Cayó el sol y apareció un sábado de luna llena donde Amaia fue una de sus estrellas más brillantes. La reina de España nos regaló grandes momentos como cuando desplegó todo su virtuosismo con el arpa en “Ya está”, mientras el público mantenía un silencio sepulcral; también, taconeando en “Despedida”, una canción dedicada a su abuela con la que declaró “celebrar la muerte”. A su madre, presente entre el público, le cantó “Auxiliar” y a quienes la siguen desde sus inicios regaló “Nuevo verano”, una de sus canciones más aclamadas que no forma parte del setlist de su actual gira. Antes de despedirse de su público, la pamplonica sentenció: “Yo luego me voy a beber unos vinos, que aquí el vino está muy bueno”.

El dúo de guitarras de los hermanos Maestro Espada demostró saber aprovechar la potencia de sus cuerdas a pesar de que su canción más conocida “La Despedía” es una íntima balada folk a la que sentenciaron como una “moñada”. Su síntesis electrónica y acústica nos arrolló con temas como “Lirio” y “Manto”, llegando a su máximo apogeo entre gritos y falsetes con su cover de “Maquillaje” de Mecano, que acabó con uno de los hermanos en el suelo.

Otro dúo fue el encargado de relevar a Maestro Espada y ofrecer uno de los shows más frenéticos de la edición. Cala Vento demostró que dos personas pueden sonar como 5 y el punk-pop emocional no necesita artificios si está cargado de verdad. Su directo fue un torbellino de energía sin filtro que llevó los gritos del público a un tono desgarrador para hablar de precariedad, desarraigo y la identidad de una generación que canta sin pulmones.

Los Cowboys de la A3 fueron los encargados de ofrecer el concierto más largo de la 28ª edición del Sonorama Ribera, de casi dos horas de duración, además de uno de los más emotivos. A pesar de que Antonio llegó a su presentación en Aranda con la garganta algo tocada, eso no impidió al público emocionarse con temas como “La Salvación”. Su ternura jugó con el ímpetu que requieren canciones como “Los Perros” o el cierre con “Cariño”, que transformó nuestras lágrimas en sudor.

En apenas unos meses, Judeline se ha sometido a la paradoja de Dua Lipa. Pasando de ser una artista emergente con un directo pobre a convertirse en una bestia escénica y una de las cantantes más reconocidas de su generación. Sobre el escenario, Lara nos cuenta una historia de redención y pureza, a través de una lírica solemne y un slowbeat urbano, sobre cómo sentimientos como la ira o la locura solo necesitan ser tratados con delicadeza y amor para sanar. Todo mediante el timbre delicado que nos enamoró en baladas como “Zarcillos de Plata” o la primeriza “Zahara”, que no teme convertirse en frenético cuando lo requieren temas como “JOROPO”.

Estalló una tormenta de éxtasis donde Dorian demostró tener alguno de los temas más coreados del indie español. Desde el rock psicodélico en directo de “A Contraluz” a los acordes más íntimos de “Elegía”, pasando por el derrotismo dance de “Vicios y Defectos” y el himno LGTB “Me da igual”. Los barceloneses demostraron que además de grandes temas, el eclecticismo de su directo los convierte -como titula el primer tema de su último disco “Futuros Imposibles”- en “Algo Especial”

Es sorprendente cómo tras cuatro jornadas de festival día y noche, los castellanos supieron reservarse sus mejores energías para disfrutar a un colectivo que está revolucionando su panorama. Los burgaleses El Nido reinventaron sobre el escenario la tradición castellana, preservada del olvido gracias al trabajo de Agapito Marazuela, a través de más de media decena de instrumentos tradicionales combinados con sintetizadores que elevan ese legado a la posmodernidad de una Castilla que, entre campos amarillos, busca un lugar donde montar la rave. Sus remixes de artistas como Rodrigo Cuevas o Rozalén fueron para muchos el culmen frenético de quien no está dispuesto a abandonar la fiesta por la puerta de atrás. Aunque si hubo un momento que fue una auténtica revolución tanto de energía como de bpms fue cuando Sandra Delaporte subió a cantar con ellos su último tema juntos, TUCUCU.

Antes de abandonar la Plaza del Trigo para disfrutar del concierto de Queralt Lahoz en el escenario El Charco nos encontramos con la sorpresa de clausura, el gallego Carlos Ares. Su folk de pausas medidas, letras directas en constante superposición, y multiinstrumentación que le permite llevar el folk al terreno que le venga en gana, se sintió como una bendición para quienes no pudieron ver luego a la catalana. Carlos Ares enamora porque no es Dios ni mesías, sino que, como canta en su canción más conocida, es peregrino; y sus adeptos seguirán su vibrante timbre y su poesía hasta el final del camino.

Queralt Lahoz demostró en El Charco que la etiqueta urbana se le queda pequeña. Rap, boleros, pop y electrónica experimental dominaron el escenario con la presentación de su último trabajo 9:30pm, además de alguno de sus hits más clásicos como Con poco. La de "santako" agradeció a su público “venir el domingo con toda la resaca de cuatro días”, y alivió a sus fans del calor bajando junto a ellos y cantando mientras les disparaba con su pistola de agua. Un momento que a pesar de ser de masas se sintió tremendamente familiar. Igual que el Sonorama Ribera, que, aun contando con doscientos mil asistentes, mantiene uno de los públicos más auténticos y cercanos del circuito de festivales.

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