Larga vida a El Columpio Asesino

El Festival Santas Pascuas llegaba como cada año a Zentral para mostrarnos muchos de los nuevos talentos de la escena musical navarra junto con nombres con mucho que decir en el panorama musical. Si el día 25 se subieron al escenario Ben Yart, Raimundo El Canastero y Safu (crónica aquí), y el día anterior habíamos visto el buen hacer de Rüdiger y Lisabö sobre las tablas, la jornada del viernes se ponía la alfombra roja para recibir por segunda vez consecutiva a unos que fueron profetas en su tierra, pero que además consiguieron los parabienes del público nacional.

El Columpio Asesino venían a despedirse en casa con la gira “Amarga Baja” con la que ponen fin a casi tres décadas de carrera. Aquel grupo que intentó mezclar las influencias de los grupos alternativos como Pixies, Sonic Youth o The Clash , se fue con los años abriendo a otros sonidos hasta que lograron dar con el suyo. Este no es otro que un sonido 100% columpio que les ha hecho reconocibles nada más escucharles. Desde sus inicios, su música ha sido una mezcla de punk, kraut-rock, sonido afilado y letras viscerales sobre sexo, caos, muerte o drogas que han alimentado la visión del grupo como cronistas de una sucia realidad.

La historia que empezó hace muchísimos años gracias a los hermanos Arizaleta en el barrio de Echavacoiz los ha llevado a ser considerados unos de los artistas del ámbito alternativo de la comunidad foral que más lejos han llegado con su música. Podían haber dulcificado su sonido como otros coetáneos suyos para encajar dentro de esta última hornada de indie nacional que tan buenos réditos da. Lo cierto es que han sido fieles a su discurso desde el primer día y la personalidad como grupo ha estado intacta desde aquel momento en el que unos imberbes Álbaro y Raúl en el año 1992 se apropiaron de un viejo amplificador Marshall y una caja Pearl que pertenecía a una orquesta en paro.

Las crónicas y noticias de su gira de despedida nos llevan a afirmar sin tapujos que el grupo ha ido dejando huella a tenor de la gran cantidad de sold-outs que han ido haciendo en cada una de las paradas de la gira. Como no podía ser de otra forma, los conciertos de Pamplona iban a ser unos de los más emotivos y esperados por lo que las entradas estaban agotadas con más de seis meses de antelación.

Salieron fuerte con “Babel” y “Ballenas muertas en San Sebastián” con Cristina Martínez con un precioso vestido negro adornado con plumas en su única manga a las percusiones, guitarras y voz. El resto del plantel de esta última época lo conforman Álbaro a la batería y voces, Raúl a la guitarra, Jaime Nieto a los sintetizadores y samplers e Íñigo “Cabezafuego” al bajo sustituyendo a Daniel Ulecia para quien también hubo un momento emotivo a través de una mención en los agradecimientos.

Como la cosa iba de hacer una retrospectiva y tocar cada una de las épocas de la banda, se acordaron de algunos de los antiguos integrantes. Con la presencia de Xabier Ibero “Txibe”, bajista de una primera formación, entraron en la fase de rememorar sus inicios. De esta manera nos trasportábamos a principios de los 2000 en los que eran un prometedor grupo que ganó el proyecto Demo de Radio 3 y que acabó viéndoles presentar su directo en el Festival Internacional de Benicàssim, a giras por México y un montón de conciertos de carretera y manta por la geografía española. Un tramo que tuvo lo más cercano a uno de sus primeros hits con “Ye,ye,yee”, el ritmo mitad sexy, mitad peligroso con el fraseo chulapo de Álbaro en “Edad Legal” y “Your Man is Dead”, convertido aquí casi en un tema punk-funk que ponía a la gente a bailar con cada embestida.

Contaron también en este tramo con la especial presencia de otro ex como es Iñigo “Sable” en “El Evangelista”, con una trompeta muy bien tocada a la que veníamos echando de menos en los directos.

Seguidamente vino tramo más expansivo del discurso de la banda con el sonido fronterizo-Morricone de “Destacamento” o “Un Arpón de Grillos” con ese majestuoso ritmo sintético que hace terminar el tema en una versión casi dance del grupo.

Llegó la parte central del concierto con tres de sus grandes hits de “Diamantes”, el disco que los puso ya en órbita dentro de la escena estatal. Y es que, a pesar de que la banda no es solo “Toro”, no se entiende sin ella. Un tema que los llevó a realizar la cuadratura del círculo y gustar a todos los públicos musicales y a diferentes edades al estilo de otros coetáneos suyos como Berri Txarrak. El Columpio logró, a partir de la publicación de su tercer disco gustar a los fans de los ritmos más punk, a los del indie nacional, a los de la electrónica, a los de aquí y a los de allí. Y eso, sin perder un ápice de su personalidad ni de hacer grandes concesiones (vale, algunos nos cansa tanto remix de “Toro” pero es lo que conlleva haber realizado un hit) ni cambios de guión según la estrategia que manda en el mercado. “Perlas” es lo más parecido a su “Heroes”de Bowie particular y en ella y en “Diamantes” vemos lo bien que ha evolucionado la banda en directo. Servidor ha tenido que escuchar muchas veces aquello de “cuando mejor están tocando en directo se van a despedir”, una afirmación totalmente cierta a tenor de lo bien ensamblado que suenan su directo en esta última época.

El último tramo fue el más cercano a la bola de espejos de “Ataque Celeste” con “Preparada”, “Sirenas”, “Floto” y un arreón final punk con “Vamos”, ese tema de Pixies que ya consideramos que es más suyo que de Frank Black.

“Gracias por hacernos felices y compartir la pasión por la música , os queremos, os adoramos” decía una Cristina visiblemente emocionada junto al resto de la banda con la que se fundían en un gran abrazo final. Y es que la emoción era totalmente compartida por el público. Han sido parte del paisaje musical de la ciudad y será extraño no verles otra sobre un escenario de aquí en adelante. Larga vida a El Columpio Asesino.