La dupla artística formada por Ursula Strong y Koldo Soret en Niña Coyote eta Chico Tornado continúa su andadura, después de una buena colección de referencias discográficas y un tropel de conciertos que no es sino el auténtico santo y seña del proyecto. La formación guipuzcoana volvía a Zamora –plaza en la que han actuado varias veces y en donde siempre han sido bien recibidos– con su último lanzamiento bajo el brazo, “Atea” (Auto, 25), en este caso para actuar en ese Pub Numancia que, de la mano de sus nuevos responsables, empieza a acoger cada vez más conciertos.
Niña Coyote Eta Chico Tornado ofertaron una hora de crudeza sonora, diseñada entre stoner, garage y punk-rock, con el trazo extremadamente grueso de sus canciones como hilo conductor, elemento homogeneizador y, de paso, premisa innegociable. A estas alturas, las cualidades y preferencias del dúo sobre las tablas son más que conocidas, así como su fiabilidad al amparo de un hábitat que les pertenece. Una seguridad que, además, resulta extremadamente potenciada al amparo de las asfixiantes consecuencias que ofrece un local de reducidas dimensiones, concentrando zarpazos en esa olla a presión en la que muta su directo. Una fórmula áspera y, por momentos, incluso primitiva, que prende a partir de la conexión directa con un público que, conocedor de la materia, ve satisfechas sus expectativas.
Un trazado que acoge canciones como la propia “Atea” que da título al álbum y que abrió la velada, “Erleak Ahoan”, “Trash”, “Backintown”, “Oh, Sunnt Silver”, esa lograda versión del clásico “I Wanna Be Your Dog” de The Stooges, “Maui Waui” o la final “Laiona”. Una hora de intensad y sudor con la que Niña Coyote eta Chico Tornado volvieron a certificar, perpetrando la jugada a generoso volumen, un triunfo ante el que poco cabe objetar. Sin presentar nuevas artes ni maneras, pero refrendado a cambio ese trazo habitual que llevan blandiendo con rotundidad desde hace casi década y media.

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