La energía hormonal continúa

Anda contando Rob Younger en cuanta entrevista concede que el origen de su reciente nuevo disco son unos riffs que tenían guardados. Decididos a hacer algo con ellos, no quedaba otra más que el simple trabajo, sin los oropeles de las leyendas compositivas, tratando de reflejar el estado de forma actual de la banda en directo. Y posiblemente no haya mejor definición de The New Christs. Esa sucesión de frases de guitarra que van creando un muro de sonido por el que se entrevén melodías capaces de devenir en himnos. Es simple rock’n’roll, pero llevado a su esencia sónica. Y así, en “Incantations”, nombre del nuevo trabajo, lo consiguen de nuevo. Y en directo, lo certifican. Como en ellos es habitual.

Caldearon el ambiente los vasco-franceses The Lookers, trío de Lapurdi que a lomos de su rock de garage con las suficientes gotas de surf, pop y energía punk, logran sonar frescos y directos, juveniles y descarados, rindiendo pleitesía a la vieja guardia con esa estupenda versión del “Making time” de The Creation, que encaja como una más entre sus propias propuestas.

Y metidos en harina, toman el escenario la que es una de las formaciones más estables que The New Christs hayan tenido. No puede obviarse que la figura de Rob Younger lo envuelve todo. Tiene el poder magnético de los viejos tiburones, aquellos que llevan cuatro décadas sudando sobre un escenario y aún así mantienen sobre ellos toda la concentración que son capaces de conseguir del oyente. Podrías escuchar su hora y media de concierto sin apartar los ojos de su figura, ejemplo pleno de actitud, de entrega, de chulería escénica, de la forma en que muchos desearían llegar a las seis décadas de vida. Comienza de entrada su “We have landed”, perfecto himno de iniciación y recibimiento, y algo tan abstruso y etéreo como esa etiqueta de rock australiano adquiere todo su sentido. Sin saber si es el origen penitenciario de su país o el aislamiento que los océanos imponen, lo cierto es que de Australia han salido (y salen) bandas que a lo largo de los años mantienen intacta la energía malencarada, la rebeldía de los jóvenes airados aún sin serlo ya, el objetivo fundamental de que unas guitarras sean capaces de trotar desbocadas y lo hagan a base de melodía y fuerza. Y esa banda actual encarna a la perfección con esa historia, tras la incorporación de la batería de Paul Larsen, de Celibate Rifles, y la inmensa presencia del destartalado y ajado bajo de Jim Dickson. Más allá de su carrera con The Passengers, The Deniz Tek Group, Barracudas o los propios Radio Birdman, entre otros, su permanencia al lado de Younger dota a los cristianos de la fuerza musical y de imagen necesaria. Tanto, que sólo él es capaz de lograr apartar la mirada del líder, y no los guitarristas, como suele ser habitual, por más que el trabajo de Dave Kettley y Brent Williams no tenga tacha.

Las canciones de “Incantations” encajan a la perfección en el set, ya sea la oscuridad garagera de “Goshtlike”, la pulsión pop que empapa “It menas everything” entre descacharre punk, o ese aire a nuevos clásicos que de inmediato adquieren temas como la excelente “This is a party”, trasunto de su “Party time”, que otorgan doble ración de fiesta, o el directo puñetazo pop-punk de “A window to see”. Y el bolo va creciendo en intensidad a medida que pasan los minutos y suenan glorias benditas de un espíritu juvenil a pesar de los años, ya sean “I swear”, “The burning of Rome” o un “Bonsoir a vous” convertida en la perfecta canción de directo, de disco, de vida, de muerte, de celebración o de lo que el pajolero destino tenga a bien hacernos esperar, mientras unos bises sin ánimo de querer ser terminados enardecen a la audiencia con el espíritu de Radio Birdman sobre los nuevos cristianos convertidos.
La verdad, no se lo ponen fácil a las nuevas generaciones cuando esta gente es capaz de complementar su veteranía con la energía hormonal de aquéllas.